Federico de Dinamarca: la nueva era del aterrado 'príncipe Turbo'
Ni Enrique ni Margarita abordaron de manera clara con su hijo el tema principal que marcaría su vida: lo que implicaba su papel como príncipe heredero y futuro rey
El 26 de mayo de 1968: desde el mismo momento de su nacimiento, el destino de Federico de Dinamarca ya estuvo marcado. Algún día heredaría el trono de su país.
Ese gran momento de su vida ha llegado. Fue el pasado 31 de diciembre cuando, para sorpresa de todos, la reina Margarita de Dinamarca anunció durante su discurso navideño su voluntad de abdicar. Desde entonces, todas las miradas se han girado hacia su hijo mayor, que a sus 55 años coge el relevo del reinado desde este 14 de enero. Lo hace absolutamente convencido de su papel, pero no siempre fue así.
Federico no tenía más de tres años cuando su madre se convirtió en reina y él en príncipe heredero. Su infancia estuvo marcada por unos padres conservadores con apretadas agendas, con poco tiempo para la vida familiar y con la voluntad de proporcionar una estricta educación a sus hijos. Ya en los años 70, la autoridad y la dura disciplina, sobre todo ejercida por su padre, Enrique, llamó la atención de la sociedad danesa hasta tal punto que la educación ejercida sobre Federico y su hermano se convirtió en debate público. En su libro biográfico 'Bajo la viga. Un retrato del príncipe heredero Federico’, el propio príncipe comparó el método educacional de su progenitor con el que podía tener un “criador experto” con un perro.
Sin embargo, ni Enrique ni Margarita abordaron de manera clara con su hijo el tema principal que marcaría su vida: lo que implicaba su papel como príncipe heredero y futuro rey. Su madre confesó en un documental que “nunca me senté con él a explicárselo. Se lo hice ver poco a poco, hablando de esto y aquello. Probablemente no fui muy precisa”. Esa falta de entendimiento sobre algo tan fundamental en su destino generó en el joven príncipe sentimientos de frustración e inseguridad, así como cierta timidez que arrastró hasta la edad adulta y que ha sido criticada en más de una ocasión en la prensa.
Cuando Federico comenzó a entender lo que implicaba ser el heredero al trono, el terror se apoderó de él. En su libro biográfico confiesa que “vi mi vida apagarse y entendí que de pronto tendría que comportarme como un completo adulto. Fue muy incómodo. Sobre todo porque no había mucha gente que pudiera explicarme lo que eso suponía”.
Cuando cumplió 18 años, sus obligaciones como príncipe aumentaron. También la angustia por no poder hacer las mismas cosas que otros jóvenes de su edad y por la falta de libertad. Su propia madre reconoció que a su hijo le resultó bastante difícil asumir su destino.
Todo ello forjó una personalidad rebelde y aventurera. Él mismo admite que su hermano menor era mucho más maduro que él y su padre ha llegado a confesar que Federico se convirtió en una persona difícil de controlar y que no podía soportar que le dirigieran ni que alguien decidiera sobre él.
Durante la veintena, llegó a ser apodado como 'el príncipe Turbo'. El nombre hacía referencia a su afición a las motos, pero también a un polémico episodio que vivió junto a una de sus llamativas novias (todas alejadas del gusto de sus padres), la modelo Malou Aamund. Ambos fueron detenidos por viajar en un coche a alta velocidad que Aamund conducía en estado de embriaguez. Cuando el príncipe se matriculó en la Universidad de Harvard, él y su pareja se distanciaron y acabaron rompiendo su relación.
Lo que sus padres no lograban controlar lo hizo finalmente la disciplina militar. Un amigo íntimo del príncipe afirma en la biografía sobre Federico de Dinamarca que cree “que las fuerzas armadas han desempeñado un papel increíblemente importante en el desarrollo de Federico. Siempre se ha sentido cómodo en un sistema en el que ha estado, por así decirlo, sin nombre ni rango en todos los rangos”.
En 1995 el heredero danés comenzó a vivir una experiencia que le ayudó a “renacer”, tal y como él mismo aseguró años después. Fue seleccionado como candidato para formar parte del Frømandskorpset, la fuerza de operaciones marítimas especiales de las Fuerzas Armadas Danesas. Sus miembros son conocidos como hombres-rana. Todos los años, entre 500 y 600 personas comienzan el curso de nueve meses de duración y menos de una docena pueden completarla. En 1995, Federico fue una de esas personas que lograron completar el curso, cuya prueba final muy dura. Los aspirantes que se quedaron tuvieron que salir al Isefjord y permanecer sumergidos en el agua. Después tuvieron que correr hacia tierra, donde, sobre la arena, había una viga de roble de entre 300 y 400 kilos de peso, que los aspirantes habían cargado durante sus ejercicios a lo largo del recorrido.
Tuvieron que cavar debajo de la viga con los puños desnudos y luego arrastrarse por debajo para llegar al otro lado.
Una vez que estabas 'bajo la viga', eras un hombre-rana. De ahí el título que Federico de Dinamarca escogió para su libro biográfico. Él mismo ha contado en muchas ocasiones cómo el proceso lo convirtió en una persona completamente nueva, y en su libro también describe aquella experiencia como algo que le dio una nueva confianza en sí mismo. “Durante mucho tiempo había vivido una vida en la que era demasiado discreto y pedía disculpas, sobre todo a mí mismo (...). Después de convertirme en hombre rana, pude decirme tranquilamente: 'No, no tienes que disculparte todo el tiempo, no tienes que ser complaciente solo porque tienes un título y eres más privilegiado'".
Aun así, algunos problemas de timidez no desaparecieron en el príncipe. La capacidad de su madre para elaborar discursos era brillante, innata en ella. Federico, sin embargo, no resultaba natural y tendía a bloquearse y a dudar. El debate sobre si el heredero estaba realmente preparado para reinar, comparando sus problemas de comunicación con la brillantez de su madre, se encendió en muchas ocasiones y ocupó titulares en prensa.
En el año 2000 llegó a su vida la mujer que terminaría de impulsar la seguridad y la buena imagen de Federico: la australiana Mary Donaldson. Su romance comenzó durante los Juegos Olímpicos en la ciudad de Sídney. Se conocieron en un pub y a pesar de la sangre plebeya de ella y de la distancia que existía entre los países de ambos, lo suyo acabó en boda. Mary logró ganarse el cariño y el respeto de los daneses y crear una familia modélica junto a Federico.
“Es como si Federico encajara cada vez más con el apoyo de Mary, que es de gran ayuda”, confiesa una amiga del príncipe en el libro biográfico sobre este.
A pesar de ello, unas recientes imágenes del hijo de Margarita y Enrique de Dinamarca en Madrid y acompañado por Genoveva Casanova han vuelto a colocarlo en el centro de una polémica que ha estallado justo antes de que la reina anunciara su abdicación. La noticia de la retirada de Margarita ha logrado, sin embargo, eclipsar cualquier otro asunto y ahora todos los ojos están atentos a la coronación del heredero. Las voces defensoras y críticas de su figura se alzan en las últimas semanas con más intensidad que nunca.
Los que lo conocen de cerca aseguran que es una persona con la mente abierta, cercana, bondadosa y auténtica. Con él comienza una nueva era en Dinamarca en la que solo el tiempo dirá cómo de destacado será el papel como rey que ocupa ahora Federico de Dinamarca.
El 26 de mayo de 1968: desde el mismo momento de su nacimiento, el destino de Federico de Dinamarca ya estuvo marcado. Algún día heredaría el trono de su país.
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