Jaime Alfonsín, la jubilación dorada del hombre que mejor conoce al rey Felipe VI
Se cumple un año desde que se anunciara que dejaba la Secretaría de su majestad. Juega al golf, lee y está preparando su discurso de ingreso a la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas
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El 19 de enero pasado se cumplía un año desde que la Casa del Rey anunciara que Jaime Alfonsín iba a dejar oficialmente su puesto como jefe de la Casa de su Majestad el Rey. Así lo comunicaban desde el palacio de la Zarzuela, aunque hasta el mes siguiente no abandonó su despacho, que ahora utiliza Camilo Villarino, su sucesor.
El verano anterior a su despedida los periodistas que cubríamos la Copa del Rey ya intuíamos que su marcha estaba cerca. El 18 de agosto cumplía 68 años y estaba claro, aunque no lo transmitiera oralmente, que ya había llegado la hora de vivir una vida sin la intensidad que suponía su cargo. La frase de despedida de otras ediciones, en la que la respuesta estaba implícita –“¿nos veremos en las regatas del próximo año?”–, quedaba entonces en el aire.
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Como buen gallego no había un sí y tampoco un no. Cinco meses después, el hombre cuya fidelidad a la Corona ha estado por encima de cualquier estrategia dejaba su puesto. La última aparición pública fue en la boda de su hija Natalia con Álvaro Winzer, el 30 de junio de 2024. La celebración religiosa fue en la iglesia de Nuestra señora de la Paz, en Alcobendas, y las únicas imágenes que hay del padrino son entrando en la ermita y a la salida con la madre del novio. Al convite acudió el rey Felipe y ya no hubo más imágenes. El aspecto personal es más invisible que el profesional.
Salió del palacio de la Zarzuela, pero Felipe VI quiso seguir unido a él y le nombró consejero privado además de ser miembro honorario del patronato de la Fundación Princesa de Asturias. Manteniendo uno de sus rasgos fundamentales, que es la discreción, lo siguiente que se supo de él fue el nombramiento el 5 de diciembre del 2024 como presidente del Comité de Fundaciones de Iberdrola. Dos meses antes se había anunciado la propuesta para ocupar la Medalla número 21 de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, de la que era titular hasta su fallecimiento el exministro Fernando Suárez. En diciembre esa propuesta se aprobó, y se hará efectiva de pleno derecho en breve. De ahí que en este último mes esté dedicándose a preparar su discurso de ingreso en dicha institución. Aseguran los que le conocen bien que su disertación será muy interesante. “Su preparación académica, intelectual y los valores que han guiado su vida formarán parte de su conferencia”.
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Alfonsín permaneció como Jefe de la Casa del Rey nueve años, pero su relación con Felipe VI comenzó mucho antes, en 1995. Hasta ese momento el heredero contaba con una oficina de apoyo con el teniente coronel de infantería José Antonio Alcina como máximo responsable. El militar fue la sombra del joven Borbón Grecia hasta que el rey Juan Carlos decidió que había llegado la hora de dar más entidad y responsabilidad al organigrama del heredero. Y así fue como el abogado del Estado, de 39 años y con un curriculum excepcional, se convirtió en la figura poco conocida para los ciudadanos e imprescindible en la vida de Felipe VI.
En este sentido, aseguran los que lo conocen que es un maestro en hacerse invisible y lo consiguió. Era el primer civil que llegaba a la Zarzuela y, al principio, nadie le facilitó la vid. En aquella fecha, el príncipe Felipe tenía 27 años, acababa de terminar su etapa en Georgetown, donde había cursado un Master en Relaciones Internacionales. Fue la época de Gigi Howard. Un romance que no llegó a ninguna parte, igual que había sucedido antes con Isabel Sartorius.
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Su fidelidad fue absoluta en momentos tan complicados como cuando el príncipe tuvo que decir “no” a su noviazgo con Eva Sannum. Y más tarde, tuvo que establecer el cordón sanitario ante las tropelías de Iñaki Urdangarin y, por extensión conyugal, a la infanta Cristina. Por no hablar de la abdicación de don Juan Carlos. Nunca le ha gustado llamar la atención. Menos salir en la foto. En todo el tiempo que estuvo al servicio de la Corona no entró en las guerras de tronos que durante mucho tiempo han imperado en el organigrama de la jefatura del Estado.
Golf, lectura y familia
De su vida personal se sabe muy poco. Su infancia transcurrió en Lugo, ciudad en la que nació. Su madre era farmacéutica y el padre fue director de la Casa de la Moneda. Según la biografía que publicaba 'La Voz de Galicia': “En verano solía acudir a Sanxenxo y no se perdía nunca el baile de la Peregrina en el Casino de Pontevedra. De aquellos tiempos hay algunas noticias de su habilidad para el tenis y, sobre todo, de su enorme capacidad de estudio”.
Está casado con la abogada Natalia Uranga, a la que conoció en el despacho Uria&Menéndez, uno de los más prestigiosos de Madrid, y tienen dos hijas. Entre las aficiones a las que ahora puede dedicarse se encuentra la lectura, el golf y pasar más momentos con su familia, a la que ahora puede dedicarle el tiempo que no tuvo cuando era el hombre de confianza de don Felipe.
El 19 de enero pasado se cumplía un año desde que la Casa del Rey anunciara que Jaime Alfonsín iba a dejar oficialmente su puesto como jefe de la Casa de su Majestad el Rey. Así lo comunicaban desde el palacio de la Zarzuela, aunque hasta el mes siguiente no abandonó su despacho, que ahora utiliza Camilo Villarino, su sucesor.