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¿Te sale un granito y lo tocas en exceso? Puede que seas víctima de la dermatilomanía
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Nota: ¡no manipules ningún grano!

¿Te sale un granito y lo tocas en exceso? Puede que seas víctima de la dermatilomanía

También conocido como 'skin picking', es el impulso irrefrenable de toquetear la piel de un modo repetitivo hasta llegar a intensificar las lesiones. Identifica los detalles del trastorno

Foto: Apuesta por la salud cutánea poniendo freno al 'skin picking'. (Pexels/Sam Lion)
Apuesta por la salud cutánea poniendo freno al 'skin picking'. (Pexels/Sam Lion)

Es muy probable que el escenario te resulte familiar: identificas una mínima imperfección cutánea (puede ser una diminuta aspereza, un granito, un punto negro o, incluso, un pelito enquistado) y, sin ser demasiado consciente, sucumbes a una continua manipulación de la misma. Lo que provoca que el alcance de los daños y de las lesiones se potencie. Igual, también estamos seguras de que en esa situación, una vez te has entregado a este mal hábito, resuena en tu cabeza la voz de tu madre/abuela diciéndote "¡no lo toques!". Ay, cuánta sabiduría popular encierran esas palabras.

Pilar Conde, psicóloga y directora técnica de Clínicas Origen, afirma que estos síntomas forman parte de lo que se denomina 'trastorno de excoriación' (según la clasificación publicada por la Asociación Americana de Psiquiatría) y recuerda que “en psicología y psiquiatría para que unos síntomas se consideren dentro de lo que se denomina 'trastorno' se tienen que cumplir una serie de criterios diagnósticos y diferenciales”.

Así, además, tienen que generar un “malestar clínico significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento y hay que evaluar que dichos síntomas no sean producidos por factores médicos o por otras afecciones mentales”.

placeholder La dermatilomanía también es conocida como 'trastorno de excoriación'. (Andrea Piacquadio para Pexels)
La dermatilomanía también es conocida como 'trastorno de excoriación'. (Andrea Piacquadio para Pexels)

La parte más evidente es que cuando una persona “se siente impulsada a rascar, pellizcar, excavar o frotar repetidamente su piel, a menudo puede causar lesiones o daños en la misma (como heridas, cicatrices, infecciones cutáneas)”, reconoce la Dra. Arantxa Arana, dermatóloga de la Clínica Pérez Sevilla, que también destaca que pueden derivar en problemas emocionales debido a la vergüenza, la culpa o la preocupación por las consecuencias físicas.

¿Te sientes identificada? Debes saber que no estás sola. Según estimaciones de la Dra. Adriana Juanes Viedma, dermatóloga en IML, es más frecuente de lo que podemos imaginar, ya que en torno a un 20% de los pacientes que atienden en consulta lo presenta.

placeholder El 20% de los pacientes que acuden al dermatólogo presenta este trastorno. (Cottonbro Studio para Pexels)
El 20% de los pacientes que acuden al dermatólogo presenta este trastorno. (Cottonbro Studio para Pexels)

La psicóloga afirma que este patrón suele aparecer en la adolescencia y que puede estar asociado a un momento vital de alto estrés emocional, ya que “tiene un efecto aliviador, lo que acaba derivando en un patrón de regulación emocional a través de este patrón comportamental”. También sucede con otros comportamientos como la onicofagia (morderse las uñas) o la tricotilomanía (tirarse del pelo hasta arrancarlo).

Coordenadas de la dermatilomanía

Las dermatólogas identifican que es muy probable que este comportamiento se relacione con casos de acné o de dermatitis. De hecho, no dudan en confirmar que los pacientes que presentan estas patologías son los que con mayor frecuencia sufren este trastorno psicológico.

Sobre todo resaltan las pieles acneicas, donde la producción excesiva de sebo convive con una acumulación de células muertas cutáneas y una mayor colonización de bacterias, lo que da pie a la aparición de “puntos negros, espinillas, pápulas, pústulas o quistes”, apunta la Dra. Arana.

placeholder Cualquier zona de la piel a la que tengas acceso puede ser el objetivo de un trastorno de excoriación. (Kirstin Pritchard para Unsplash)
Cualquier zona de la piel a la que tengas acceso puede ser el objetivo de un trastorno de excoriación. (Kirstin Pritchard para Unsplash)

Si te preguntas cuáles son las zonas de piel más afectadas, debes saber que no está a salvo ninguna a la que se tenga acceso con las manos. Más allá del rostro, los brazos o los muslos suelen ser los grandes damnificados y, en las personas que tienen este trastorno de una manera mucho más acentuada, “se suelen presentar problemas como cicatrices hiperpigmentadas, eritematosas y lesiones atróficas por manipulación cutánea”, afirma la Dra. Juanes Viedma.

Protocolo de actuación

Como ya puedes imaginar, en muchos de estos casos, es preciso que la atención dermatológica deba ir acompañada de apoyo psicológico.

Si nos fijamos en el cuidado de la piel, la Dra. Arana confiesa que, en un primer momento, lo más importante es tratar de raíz la patología cutánea de origen. Como el acné es el factor determinante número uno, propone un mantenimiento estricto de una rutina adaptada, centrada en una completa limpieza (más allá de la acción obvia, es el mejor elemento para evitar la obstrucción de los poros) y en un protocolo personalizado de cuidado con una selección propia de ingredientes (no olvides que esta dolencia no solo afecta al rostro).

placeholder Tanto para tratar las dolencias de origen como para abordar las lesiones del 'skin picking' es preciso acudir a un especialista. (Koolshooters para Pexels)
Tanto para tratar las dolencias de origen como para abordar las lesiones del 'skin picking' es preciso acudir a un especialista. (Koolshooters para Pexels)

Además, a nivel facial es muy interesante apostar por periódicas limpiezas de carácter profesional, que incluyan una exfoliación personalizada y que “culminen con la aplicación de máscaras enriquecidas con ingredientes que ayuden a ejercer un efecto de sellado de los poros como pueden ser las vitaminas A, C y E”.

Pero no podemos olvidar la relevancia del criterio médico, por lo que “siempre recomendamos que acudan a una visita profesional para poder valorar el problema, puesto que el principal objetivo es detectarlo, hablar con el paciente e intentar pautar el tratamiento para resolver el origen y las lesiones secundarias”, recomienda la dermatóloga Adriana Juanes Viedma.

placeholder En muchos casos es preciso un abordaje dermatológico y psicológico. (Polina Tankilevitch para Pexels)
En muchos casos es preciso un abordaje dermatológico y psicológico. (Polina Tankilevitch para Pexels)

Desde el plano psicológico, la terapeuta Pilar Conde identifica algunas pautas que pueden ayudar a controlar esos impulsos y así reducir los daños cutáneos. Como son:

  • Trabajar con el paciente sobre la conciencia y la regulación emocional.
  • Motivarle hacia el cambio en la gestión de los impulsos.
  • Ayudarle a tomar conciencia del impulso, que lo pueda identificar, entender cómo funciona (explica que el impulso tiene efecto ola, que sube, pero también baja de manera progresiva) para poder tolerarlo. El objetivo es que, una vez se empiece a reconocer esa necesidad, “pueda utilizar tareas o movimientos incompatibles con la conducta de excoriación (por ejemplo, poner las manos en los bolsillos, si estás sentado, cogerse las manos…)”, sostiene la psicóloga.

Es muy probable que el escenario te resulte familiar: identificas una mínima imperfección cutánea (puede ser una diminuta aspereza, un granito, un punto negro o, incluso, un pelito enquistado) y, sin ser demasiado consciente, sucumbes a una continua manipulación de la misma. Lo que provoca que el alcance de los daños y de las lesiones se potencie. Igual, también estamos seguras de que en esa situación, una vez te has entregado a este mal hábito, resuena en tu cabeza la voz de tu madre/abuela diciéndote "¡no lo toques!". Ay, cuánta sabiduría popular encierran esas palabras.

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