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Por qué Tamara Falcó y las famosas prefieren un Loewe a un bolso repleto de logos
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EL TRIUNFO DEL IT BAG SENCILLO

Por qué Tamara Falcó y las famosas prefieren un Loewe a un bolso repleto de logos

Descubre cómo han cambiado los it-bags que triunfan entre las fashionistas y la razón de ese giro

Foto: Tamara Falcó. (Lanzarote Secrets Hotel)
Tamara Falcó. (Lanzarote Secrets Hotel)

Ya hemos hablado de cómo Instagram ha terminado con las it-girls, y por supuesto mucho se ha indagado acerca de cómo las redes sociales han convertido a los it-bags también en sus víctimas. Por más que el término encuentre sus orígenes en el pasado, cuando el icónico Kelly de Hermès se convirtió en un bolso deseado y reconocible no únicamente entre los amantes y conocedores de la moda, podríamos asegurar que fue el bolso Baguette de Fendi, popularizado en gran parte gracias a Carrie Bradshaw en ‘Sexo en Nueva York’, el que marcó una era en la que comenzamos a emplear un término concreto que terminaríamos por escuchar hasta la saciedad: it-bag. No solo una estética determinada era la que convertía a ese diseño en el bolso del momento, sino la garantía de que no todo el mundo podía tenerlo.

placeholder Imagen: Cortesía de Fendi.
Imagen: Cortesía de Fendi.

Eran los tiempos en los que el Paddington o el Motorcycle de Balenciaga diferenciaban a las fashionistas, cuando los bolsos más aclamados no eran necesariamente los más ostentosos. De ahí pasamos al intento de las marcas de sacar cada temporada bolsos destinados a cautivar a las it-girls (porque entonces sí existían). El que Alexa Chung, Miranda Kerr o Kate Bosworth lucieran un diseño concreto, y no otro, dictaminaba cuál era el bolso del momento. Hablamos de tiempos en los que las marcas comenzaron a apostar por diseños más arriesgados en los que no solo llamaban la atención las siluetas, sino sus estampados e incluso ilustraciones. El problema de esos modelos es que estaban destinados a ser deseados durante unos meses, en los que tras aparecer en un sinfín de shoppings de las revistas y en fotografías de street style, su estética abrumadora aburría y resultaba demodé. Entonces quedó claro que el it-bag no ha de ser el espejo del momento, sino un icono de la atemporalidad. La pandemia acrecentó el rumor de que la era de los bolsos se había terminado.

¿Para qué invertir miles de euros en un bolso cuando no se puede salir de casa? Sin embargo, las subastas de diseños Birkin alcanzaron cifras históricas y el mercado de reventa encontró en los modelos del pasado a sus mejores aliados. “La gente no paraba de decir que se había terminado el boom de los bolsos, pero la realidad es que están y estarán presentes siempre. Al fin y al cabo, siempre tenemos algo que llevar”, asegura Lucia Savi, curadora de la exposición 'Bags: Inside Out', del Victoria & Albert Museum. No olvidemos que el mítico bolso Bamboo de Gucci fue creado tras la Segunda Guerra Mundial. Ahora asistimos a un renacer de los it-bags capaces de sobrevivir a Instagram, que de hecho es la plataforma que los convierte en imprescindibles. Aunque, por supuesto, los bolsos de Dior se han convertido en habituales en los perfiles de las influencers, a su vez emergen los diseños de estética más clásica y menos reconocible que, paradójicamente, han terminado por asociarse a una marca casi más que los modelos repletos de logos. Nos encontramos en un momento en el que queremos invertir en moda, de acuerdo, pero en una moda capaz de aguantar varias temporadas.

“Siento que ahora los estilos tienen como una atracción de culto. Está todo mucho más fragmentado, los consumidores se preocupan por su estilo personal y entienden lo que les gusta y lo que no en lugar de guiarse por una estética determinada”, explicaba a ‘WWD’ Lisa Aiken, directora de moda femenina de Moda Operandi. Las redes han fomentado esta fragmentación. En lugar de buscar un bolso de estatus, se buscan prendas que respondan a un seguimiento casi de culto estacional, cuyos miembros se conectan a través de Instagram, donde comparten sus looks. Por eso hoy triunfan los bolsos de marcas independientes que presumen de apostar por el contacto directo con el consumidor, y por eso iconos como los bolsos de Telfar, los preferidos de Alexandria Ocasio-Cortez, no pueden ser replicados: porque no es su estética, sino su historia, la que los hace únicos. Los preferidos en las redes son los diseños de siluetas discretas con detalles emblemáticos que hacen que los conocedores de moda sean los que los distingan. No necesitan de enormes logos ni de aplicaciones para alzarse como los más deseados y fotografiados. En este campo, Loewe es la gran vencedora de la tendencia, pues sus bolsos son el epítome de la calidad y de la artesanía, y responden a una estética que funciona a la perfección en las redes: la que deja que la calma la dicten los bolsos, mientras que los looks son los que pueden gritar con fuerza.

Por eso, Ana Boyer tiene bien claro que la marca es su preferida, que a su vez ha conquistado a su hermana Tamara Falcó, que tiene diversos diseños de la firma. En un divertido stories de su amiga Casilda Finat, la joyera preferida de las aristo-it, Tamara comentaba entre amigas las virtudes de su bolso Horseshoe Anagram pequeño de Loewe, un diseño en jacquard y piel de ternera que cuesta 1.150 euros y que la diseñadora asegura tiene “el tamaño perfecto”.

Por su parte, Eugenia Silva confía también en Loewe para convertir a la marca en el broche perfecto de sus looks, que remata con su bolso clutch XL Flamenco en piel napa de ternera. Hailey Bieber y Rosie Huntington pueden tener acceso a todas las marcas del planeta, pero en sus armarios los bolsos de Bottega Veneta son imprescindibles. Discretos y reconocibles, son la mejor prueba de que los it-bags no han muerto, pero también de que han cambiado.

Ya no sirven para presumir de estatus ni de dinero, sino para vincularse con una estética determinada y construir así círculos a los que agarrarse tras un complicado año en el que encontrar elementos comunes ha sido tan importante que incluso ha cambiado la moda.

Ya hemos hablado de cómo Instagram ha terminado con las it-girls, y por supuesto mucho se ha indagado acerca de cómo las redes sociales han convertido a los it-bags también en sus víctimas. Por más que el término encuentre sus orígenes en el pasado, cuando el icónico Kelly de Hermès se convirtió en un bolso deseado y reconocible no únicamente entre los amantes y conocedores de la moda, podríamos asegurar que fue el bolso Baguette de Fendi, popularizado en gran parte gracias a Carrie Bradshaw en ‘Sexo en Nueva York’, el que marcó una era en la que comenzamos a emplear un término concreto que terminaríamos por escuchar hasta la saciedad: it-bag. No solo una estética determinada era la que convertía a ese diseño en el bolso del momento, sino la garantía de que no todo el mundo podía tenerlo.

Tamara Falcó
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