Las mejores barras madrileñas para disfrutar del vino en serio
Porque manejan una variada oferta, porque saben y por servicio, fundamental. Algunas de las direcciones capitalinas imprescindibles en las que el disfrute está asegurado
Desde hace unos cuantos años, el vino ha ido convirtiéndose en protagonista indiscutible de cada vez más establecimientos, sobre todo en las grandes urbes. Si bien es verdad que estaban las direcciones de siempre, esas que llevan abiertas desde hace décadas en tantas ciudades convertidas en ‘templos’ para aficionados de la cosa vinícola por ser contadas, hace varios años que es constante la proliferación de locales con el vino en el centro de su discurso o al menos donde es estrella destacada. Lo que no es cosa menor.
Porque un lugar de referencia para disfrutar del vino significa que hay rotación de etiquetas; que la propuesta es amplia y variada, atenta a tendencias, novedades y públicos; que el personal que lo atiende sabe de qué habla; y que los vinos son bien tratados. Es decir, que se conservan como es debido y se sirven en óptimas condiciones de temperatura y en una digna copa. Teniendo esto en cuenta, ¿cuántos de los que tenías en la cabeza se han caído de la lista? Desgraciadamente, no todos los que dicen serlo lo son.
Aunque es igual de cierto que son bastantes los que han hecho del vino su principal reclamo cumpliendo con creces en todo lo apuntado y por ello convertidos en incuestionables referentes para quien gusta disfrutar de una copita entre variedad y calidad. Y en Madrid van siendo cada vez más las opciones para aficionados y curiosos porque también es importante saber atender esa curiosidad de quien la manifiesta dejándose asesorar y llevar porque le gusta descubrir, conocer y probar. Otro valor añadido propio de un lugar de referencia.
Wine bars castizos
Estos locales han proliferado en la capital con una oferta vinícola de gran nivel de la mano de buenos profesionales y con un servicio da gusto. Vinos que además puedes disfrutar en compañía de ricas cosas sólidas asentadas en una materia prima también de altura. Entramos en algunas de esas estupendas barras capitalinas o wine bars, como gusta decir a los modernos.
Berria (Plaza de la Independencia, 6) es una de las más recientes aperturas y su oferta, una perdición por las más de 2.000 referencias en su bodega –cantidad de ellas foráneas con destacadísima presencia de champagnes– y 80 vinos por copas que renuevan varias veces al mes. Su fundadora, Gabriela Alcorta, interiorista de profesión, es copropietaria junto a Tomás Ucha, jefe de sumilleres de este nuevo enclave para los amantes del vino. Servicio inmejorable al igual que la localización, con vistas a la Puerta de Alcalá y una terraza abierta todo el año. El proyecto debe su nombre a la playa cántabra de Santoña.
Coalla Madrid (Serrano, 203) procede de tierras asturianas, donde se ubica la casa madre, Coalla Gourmet, fundada por la familia Coalla y con locales en Gijón y Oviedo. Una maravillosa tienda de vinos distribuida en dos plantas dedicadas a la cosa vinícola y al producto gourmet de calidad. Un amplísimo espacio, moderno y funcional, que a pie de calle reúne mostradores, estanterías y una zona degustación, siendo en la planta superior donde se sitúan la cantidad de etiquetas que ofertan, por copas y por botellas, y que puedes adquirir para consumir en el sitio o llevártelas a casa. Y lo mismo con sus conservas, embutidos, patés, quesos… Trabajan con más de 1.500 referencias entre vinos y destilados, nacionales y extranjeros.
Entre los obligados, y de los primeros en abrir un bar dedicado al vino, está Vinoteca García de la Navarra (Montalbán, 3), con un local hermano al lado, La Taberna de Pedro, y donde los hermanos García de la Navarra triunfan desde que pusieran en marcha la vinoteca hace más de una década. Luis García, uno de los destacados sumilleres de Madrid y con larga trayectoria, dirige y gestiona una bodega con más de 700 referencias en perfectas condiciones de guarda, tratadas y servidas como cada una requiere. Marcas de muy diversos orígenes y una pizarra de vinos por copas que cambia periódicamente. Los fogones son el territorio de su hermano, Pedro, artífice de una cocina de temporada a partir de un producto seleccionado.
En plena zona de Huertas, Juan Carlos Henche, en su momento vinculado profesionalmente al grupo Osborne, regenta varios establecimientos centrados en el vino y un selecto producto gourmet (embutidos, quesos, latas, productos frescos y elaborados…). Entre ellos, muy reseñable Alimentación Quiroga (Huertas, 19), un establecimiento que nacía en 1958 como tienda de ultramarinos y ahora reconvertido en recoleto espacio para la degustación y el disfrute. Mantiene la opción de comprar para llevar, pero todo lo que ofertan se puede consumir in situ. Variadísima oferta de vinos por copas y por botellas, principalmente nacionales, y un lugar donde apetece estar…Eso sí, hay que ser espabilado porque hay días y momentos en los que encontrar sitio se complica.
Cuando esto pasa, a pocos pasos está Casa Varona (Plaza de Matute, 13), también en manos de Henche y con una filosofía gemela a la de su ‘hermana’; al igual que su historia, pues se fundó en 1877 como Mantequería Cabello. En una y otra oferta de vinos para todos los gustos, más y menos conocidos, y en cualquier caso muy bien atendidos.
Enfrente, en la misma Plaza de Matute, pero en el número 4, está Amano, proyecto del conocido sumiller Fran Ramírez (hasta el estreno compartiendo la dirección de sala del restaurante Alabaster) y su amigo Javier Goya, a cargo de la cocina. Pero ante todo, un bar de vinos con el aval profesional de quienes están detrás y, por eso otro, a tener en cuenta. En la bodega, referencias de procedencia nacional y foránea, por botellas y por copas tanto en barra como en el comedor, servidas en un estupendo cristal y a su temperatura. Además, un local con un planteamiento culinario que invita a degustar varias de sus propuestas con las manos. En la base, producto de mercado, sabores reconocibles y elaboraciones sin artificios.
La Fisna Vinos (Calle del Amparo, 91) se encuentra en el barrio de Lavapiés y es la dirección imprescindible para vinícolas y curiosos que quieren conocer y probar. Sus pilares: la oferta, el conocimiento y el servicio. Antes de llegar aquí, sus jóvenes propietarios, Delia e Iñaki, regentaban una tienda de vinos españoles y extranjeros en la calle Doctor Fourquet. Rotan con frecuencia los vinos por copas, nacionales y extranjeros, y luego tienes una amplísima carta por botellas. No es muy grande, por tanto, y es otro que requiere escoger bien la hora para no quedarte fuera. Y es que no le falta parroquia a cualquier hora del día, ya sea para comer, cenar o un simple picoteo.
Iván de la Torre y Ángel Vellón son dos de los primos fundadores de DisTinto Taberna (Duque de Medinaceli, 12), otra exitosa dirección a partir del concepto tabernario más tradicional al que han dado su toque personal. Formados y buenos conocedores del vino, trabajan con una oferta que supera las 300 referencias, 30 de ellas por copas, de distintas procedencias y nacionalidades, con una especial atención a vinos de pequeños productores, generosos y burbujas.
Y para terminar, una dirección original: La Caníbal (Argumosa, 28), de los nuevos en llegar al panorama madrileño y cuyo discurso vinícola está centrado en las elaboraciones naturales, donde incluye también cervezas. Buena propuesta de referencias embotelladas, aunque parte de su originalidad responde a que los vinos que reúnen en la pizarra (por uvas y territorios) se sirven desde grifos. Un local que disfruta de cantidad de clientela ya fidelizada, pero al que acuden además muchos nuevos ‘visitantes’ atraídos por tan rompedora idea. Como complemento, organizan catas de vez en cuando.
Otros imprescindibles
Como se apuntaba al comienzo, son algunas de las direcciones de referencia para tomar vinos de toda índole y en las mejores condiciones. Pero junto a estas, podríamos añadir Angelita (Reina, 4), un templo vinícola pero que mantiene cerrada la barra desde que llegaron las restricciones, aunque nos adelantan que la abrirán pronto de nuevo. Su selección la conforman más de 500 referencias, varias decenas por copas, en la que conviven nacionales con foráneas de muy diferentes rincones del planeta y donde lo que menos abunda son los vinos más conocidos. Verdejo Restaurante y Tabanco (General Díaz Porlier, 59), de la gran profesional que es Marian Reguera, en su recién estrenada nueva ubicación y con los vinos generosos como auténticos protagonistas, cual tabanco jerezano. Y tenemos Alabaster (Montalbán, 9), con una extensa bodega y un espacio informal en la entrada para disfrutarla; o Averías, en la popular calle Ponzano, número 16, donde todo gira en torno al vino…
Por fortuna, los aficionados al vino ahora ya tienen bastante para elegir.
Desde hace unos cuantos años, el vino ha ido convirtiéndose en protagonista indiscutible de cada vez más establecimientos, sobre todo en las grandes urbes. Si bien es verdad que estaban las direcciones de siempre, esas que llevan abiertas desde hace décadas en tantas ciudades convertidas en ‘templos’ para aficionados de la cosa vinícola por ser contadas, hace varios años que es constante la proliferación de locales con el vino en el centro de su discurso o al menos donde es estrella destacada. Lo que no es cosa menor.