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El nuevo disco de Camela y otros 12 'guilty pleasure' que nos pirran, pero nos da cosilla reconocer
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El nuevo disco de Camela y otros 12 'guilty pleasure' que nos pirran, pero nos da cosilla reconocer

Los reyes de la tecno-rumba vuelven con un álbum que no tiene desperdicio (y su portada tampoco). Aprovechamos para rescatar canciones que nos gustan y avergüenzan al unísono

Foto: Los integrantes de Camela. (EFE)
Los integrantes de Camela. (EFE)

Habría sido raro sacar un disco que se titulara ‘Que la música te acompañe’ y no poner alguna alusión a ese clásico de la ciencia ficción que es 'La guerra de las galaxias'. Pero una cosa es hacer un guiño y otra muy distinta clonar la cartelería de la saga de George Lucas convirtiendo a Camela en los nuevos princesa Leia y Qui-Gon Jinn (suponemos que poner a Dionisio Martín como Luke Skywalker era ya abusar).

El nuevo disco de los reyes de la tecno-rumba hace el número 18 en su carrerón (a ver quién es el guapo en el panorama español, incluso internacional, que puede decir lo mismo) y vuelve a homenajear al mundo del cine, algo que ya hicieron anteriormente con películas como ‘Piratas del Caribe’ o ‘Grease’.

placeholder Dos de las portadas icónicas de Camela.
Dos de las portadas icónicas de Camela.

De San Cristóbal para la galaxia

María Ángeles Muñoz, Miguel Ángel Cabrera y Dionisio Martín crearon a principios de los 90 en San Cristóbal de los Ángeles una banda que (y citamos textual a Wikipedia) “sin la aceptación de la crítica ni el apoyo de los medios se convirtió en uno de los grupos más vendedores de los últimos tiempos, creando un gran fenómeno musical y sociológico a su paso”. Los números marean: 26 discos de platino, 4 de oro, casi tres millones de discos vendidos, reyes de la casete, dioses de los estribillos machacones y apuesta segura para llenar un estadio. Por no hablar de sus videoclips que incluyen nombres como Juan Antonio Bayona ( 'Cuando zarpa el amor') o la colaboración con Cristina Pedroche en el último single 'No me hables'.

Y a pesar de todo, durante años nos daba cosita decir que Camela era lo más o que nos desgañitábamos cantando ‘Sueño contigo’ mientras se nos ponía la carne de gallina. Lo que los ingleses bautizaron como ‘guilty pleasure’ y aquí llamamos placer culpable (dulce pecado o placer oculto): es decir, que nos sentimos mal por algo que nos sienta bien.

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Con el tiempo Camela se ha quitado la etiqueta de ‘música de gasolinera’ y han participado incluso en festivales abiertamente ‘cool’ como el Sonorama. Aprovechando esta dicotomía musical ("que bien tan mal", que diría Ojete Calor), hemos preguntado a la redacción de Vanitatis por sus placeres culpables y esto es lo que ha salido.

‘A mi manera’, de Siempre Así

El placer culpable de Cristina Castany (directora de Belleza y Moda).

Por qué me gusta: Porque es siempre igual, porque rompe, porque siempre espero ese momentazo para elevar el tono en el que dice: "Tal vez lloré, tal vez reí. Tal vez gané o tal vez perdí. Y ahora sé, que fui feliz. Que si lloré, también amé. Y todo fue, puedo decir, a mi manera", y me siento como si hubiera vivido siete vidas, aunque la mía es una y bastante normal.

placeholder El grupo Siempre Así, en el teatro romano de Mérida. (RRSS)
El grupo Siempre Así, en el teatro romano de Mérida. (RRSS)

Por qué me da cosilla reconocerlo: Porque en el fondo es un rasgo muy español hacer una versión de Frank Sinatra en modo rumbita facilona, y yo soy de esas que adoran las rumbas, como buena catalana. Confesión: la bailamos con mi marido en nuestra boda mientras todas mis amigas lloraban porque fue un día accidentado. Formará parte siempre de mi banda sonora vital.

‘La cosa más bella’, de Eros Ramazzotti

El dulce pecado de Raquel Riaño (responsable de fin de semana).

Por qué me gusta: Me gusta porque me lleva a momentos muy divertidos, cantando a voz en grito con amigas mientras los chicos nos querían matar...

placeholder Eros Ramazzotti, en un concierto en Bogotá. (EFE/Carlos Ortega)
Eros Ramazzotti, en un concierto en Bogotá. (EFE/Carlos Ortega)

Por qué me da cosilla reconocerlo: Porque esa voz nasal, lo reconozco, tenía algo de irritante y porque la canción encarna la balada ñoña por excelencia, de esas que te hacen vomitar arcoíris.

'Amor de hombre’, de Mocedades

El placer oculto de Ángela Mora (redactora de Actualidad).

Por qué me gusta: Lo tiene todo. Ese comienzo que parece una película de misterio, esas subidas de tono que te hacen cantar a pleno pulmón en el coche (o en cualquier sitio, otra cosa es que me corte), esa Amaia Uranga que parece que no puede llegar a más, pero sí. Y esa letra: "Te quiero, no preguntes por qué ni por qué no, no estoy hablando yo". Y paro, porque se me pone la piel de gallina.

placeholder Mocedades, en el Festival de Eurovisión de 1973. (RTVE)
Mocedades, en el Festival de Eurovisión de 1973. (RTVE)

Por qué me da cosilla reconocerlo: Todo lo que sea español anterior a los 80 parece que está mal visto. Mocedades resulta para la gente un poco friki por su posterior conversión en El Consorcio. Una visión totalmente injusta porque tienen temazos.

‘Ella y yo’, Aventura y Don Omar

El placer culpable de Marina García (editora gráfica).

Por qué me gusta: Partiendo de la base de que soy bastante fan de Romeo Santos en todas sus facetas (y eso ya de por sí es un ‘guilty pleasure’ bastante considerable), 'Ella y yo' es un tremendo temazo: reguetón duro y pegadizo que se te mete hasta en el DNI y una historia digna de telenovela mala del 2005. ¿Por qué sí? Pues porque suele sonar en todas las fiestas y karaokes y porque siempre siempre siempre encuentro a alguien con quien interpretar a alguno de esos dos machos heridos.

placeholder El cantante de Aventura y Don Omar, en un momento del videoclip. (YouTube)
El cantante de Aventura y Don Omar, en un momento del videoclip. (YouTube)

Por qué me da cosilla reconocerlo: Porque hay de todo menos responsabilidad afectiva entre las personas implicadas: Romeo, cariño, aconsejas a tu amigo que luche por estar con esta mujer siempre que sea otro el engañado... "Y que el marido entienda que perdió su hembra, ahora es tu mujer". Bien de testosterona... es que todo mal. Para compensar, después pónganse a todo volumen 'Vamos sobradas', de Tremenda Jauría, y listo.

‘Una estúpida más’, Pimpinela

El dulce pecado de Javier Díaz (redactor de este artículo).

Por qué me gusta: Tiene fuerza, tiene garra, tiene rabia, tiene onda. Cuando estoy de bajona me pongo el temazo con la letra (que soy incapaz de memorizar porque hay más texto ahí que en el 'Quijote') y echo en cara al mundo lo que me prometió y me negó: "Me engañaste, me mentiste y jugaste conmigo del modo que tú más querías...”. La furia y entrega de Lucía Galán al final de la canción es otro nivel.

placeholder Los hermanos Lucía y Joaquín Galán, Pimpinela, celebran 40 años en la música. (EFE)
Los hermanos Lucía y Joaquín Galán, Pimpinela, celebran 40 años en la música. (EFE)

Por qué me da cosilla reconocerlo: Teniendo en cuenta que presumo de tener en mi playslit temazos electrónicos, rarezas eclécticas y moderneo dance, reconocer que te molan estos hermanos que van de pareja conflictiva en sus canciones... como que choca. El día que vayan al Sónar, al Benicassim o al Sonorama (algo que por cierto hizo Camela), podré decir con orgullo: “Siempre me gustaron”.

Canción: ‘S.O.S' (Falete)

El dulce pecado de Álvaro Rey (redactor de Moda).

Por qué me gusta: "Porque mi amor es como un pájaro silvestre, no se puede enjaular". La canción es un grito desgarrado al amor libre, al autodescubrimiento y, además, esconde una crítica social que invita a reflexionar sobre cómo nos relacionamos en el terreno sentimental. Todo ello envuelto por el sonido protagonista de un saxofón, una instrumental flamenca, que no puede ser más representativa de nuestra cultura, y una voz con un poder descomunal. La combinación perfecta para bailar y llorar al mismo tiempo.

Por qué me da cosilla reconocerlo: El flamenco puro y los boleros parecen no estar a la orden del día, y Falete ha sido más tratado por personaje que por artista y ha sido y es ridiculizado aún por muchos sectores de la población. Es quizás algo muy kitsch (un universo que adoro). Por eso: ¡viva lo kitsch!

‘Suavemente’, de Elvis Crespo

El placer oculto de Alexandra Benito (equipo de SEO).

Por qué me gusta: Me encanta, me recuerda a los primeros veranos de adolescencia en verbenas o de fiesta con mis amigos. Bailando, sin preocupaciones y con muchas semanas para disfrutar. Además, el tema tiene ritmo, tiene subidón, la puedes bailar y la letra del estribillo cumple la máxima de ser muy fácil de recordar para cantar a pleno pulmón. Lo que la convierte en una canción perfecta para otro ‘guilty pleasure’, cantarla en los karaokes, porque todo el mundo la conoce.

placeholder El cantante puertorriqueño Elvis Crespo. (EFE)
El cantante puertorriqueño Elvis Crespo. (EFE)

Por qué me da cosilla reconocerlo: La letra es demasiado melosa, casi diabética. Aunque lo peor es me vengo tan arriba que me creo Chayanne, cuando claramente no lo soy. Así que la cosilla viene más por mí que por la letra en sí misma.

‘Nothing In This World’, Paris Hilton

El placer culpable de Margarita Velasco (redactora de Belleza).

Por qué me gusta: De adolescente, todo lo que venía de Estados Unidos me fascinaba y Paris estaba en pleno auge... 1+1= Caí rendida. Sin embargo, 16 años después de su publicación, el maldito estribillo me viene a la cabeza de vez en cuando.

placeholder Paris Hilton, en la Milan Fashion Week. (Reuters/Alessandro Garofalo)
Paris Hilton, en la Milan Fashion Week. (Reuters/Alessandro Garofalo)

Por qué me da cosilla reconocerlo: Por más Y2K que sea ahora tanto Paris como su andadura en la música o el cine, la realidad es que la canción es puro autotune para ocultar las escasas dotes... para cualquier cosa de Paris Hilton. Dicho lo cual, la seguiré cantando, se mantendrá en mis listas de reproducción e invito a tararear ese "ta ta, ta ta, tarará" del inicio que se pega SIEMPRE.

‘Gwendolyne’, Julio Iglesias

El dulce pecado de Ángeles Castillo (correctora).

Por qué me gusta: Porque habla de mar y de orilla, de olas, de marinos y de puertos, aunque tangencialmente, y es muy épica a su manera, y yo la escuchaba de niña, casi apoteósicamente, en estado de gracia virginal, en los viajes en coche con mis padres a ver el acueducto de Segovia, el viejo Toledo, El Escorial..., cuando aún llevaba coletas (bueno, todavía llevo) y no sabía de los viajes de Odiseo (Ulises) ni del azul Mediterráneo ni de la Atenas de Pericles ni del Agamenón de Esquilo ni de Seferis, Odiseas Elitis o Ritsos, que tanto han marcado mi vida después. Pura nostalgia.

placeholder Julio Iglesias, en el Teatre del Liceu.  (Getty/Miquel Benítez)
Julio Iglesias, en el Teatre del Liceu. (Getty/Miquel Benítez)

Por qué me da cosilla reconocerlo: Porque Julio Iglesias juega, digamos, en otra liga que no es la mía, aunque en realidad me da igual. Es la cultura popular, lo que mamamos, lo que nos ha hecho lo que somos, lo que nos ha llevado a aquellos, otros y muchos lugares. El barro que una vez cubrió nuestros pies, lo que nos abrigó y modeló, nos hizo errantes.

‘Bailar pegados’, de Sergio Dalma

El placer oculto de Silvia Taulés (colaboradora y televisiva).

Por qué me gusta: Me la sé entera y encima me emociono cantándola. Recuerdo un verano de jovencita en un bar del pueblo en el que veraneaba, en el que sonó la canción y me puse a cantar. Me entró la vergüenza y al mirar a mi alrededor vi que todos, los del pueblo más toscos y los veraneantes más pijos (ojo que soy catalana y aquí ser tosco es mucho decir), todos estaban como yo, cantándoles a los delfines.

placeholder Sergio Dalma, en el WiZink Center de Madrid. (EFE/Kiko Huesca)
Sergio Dalma, en el WiZink Center de Madrid. (EFE/Kiko Huesca)

Por qué me da cosilla reconocerlo: Siempre me ha dado corte reconocer que me gusta un tema de aires tan horteras, yo que he sido siempre muy selectiva con la música, al menos de boquilla. Porque el ramalazo me sale, y no solo con Dalma. Eso sí, ahora, cada vez que oigo la canción, no puedo evitar ver a aquellos jóvenes tan diferentes (el del pendiente en la oreja y el del polo con jersey al hombro) cantando a coro la canción.

'Te regalo', de Carlos Baute

El placer culpable de Alba G. Salas (responsable de Redes).

Por qué me gusta: Porque, como bien dice la canción, fue "una excusa para declararse". Y porque su ritmo hace que se te meta en la cabeza e inevitablemente entres en ese bucle en el que te pondrías a regalar todo.

placeholder Carlos Baute, en los Premios Platino del Cine y el Audiovisual Iberoamericano. (EFE/Javi López)
Carlos Baute, en los Premios Platino del Cine y el Audiovisual Iberoamericano. (EFE/Javi López)

Por qué me da cosilla reconocerlo: Porque los 14 de febrero no me representan, como tampoco lo hace Carlos Baute, pero no sé, chica, esta canción, ese 'guilty pleasure' que escuchas en YouTube para evitar que el algoritmo de Spotify crea otra cosa distinta de ti.

‘Ni una sola palabra’, Paulina Rubio

El dulce pecado de Jose Madrid (redactor jefe).

Por qué me gusta: Es la canción despecho por antonomasia (al menos en el mundo latino) de los últimos años, perfecta para cuando alguien te ha hecho daño y, en vez de optar por el asesinato, te vienes arriba escuchándola y soñando con cómo se la escupirías palabra a palabra (nunca mejor dicho) a esa persona. Además, el videoclip con Paulina colgada como una posesa a las paredes con esa capa con la que parece Superman me parece digno de análisis. Inconscientemente, también me acuerdo de la parodia del tema que hicieron Los Morancos cambiando la letra. Y eso me gusta todavía más.

placeholder Paulina Rubio. (EFE/Cristóbal Herrera)
Paulina Rubio. (EFE/Cristóbal Herrera)

Por qué me da cosilla reconocerlo: Porque Paulina, con el tiempo, se ha convertido en un chiste en sí misma. Y porque en una época de letras reivindicativas, de Rigobertas y compañía, parece demasiado fácil escuchar una canción discotequera y de desamor. Pero esta te deja siempre buen cuerpo.

Habría sido raro sacar un disco que se titulara ‘Que la música te acompañe’ y no poner alguna alusión a ese clásico de la ciencia ficción que es 'La guerra de las galaxias'. Pero una cosa es hacer un guiño y otra muy distinta clonar la cartelería de la saga de George Lucas convirtiendo a Camela en los nuevos princesa Leia y Qui-Gon Jinn (suponemos que poner a Dionisio Martín como Luke Skywalker era ya abusar).

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