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Viajamos a Joali Being, la primera isla de Maldivas dedicada íntegramente al bienestar
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Viajamos a Joali Being, la primera isla de Maldivas dedicada íntegramente al bienestar

En el atolón Raa, en mitad del Índico, existe un nuevo refugio de prístinas playas, exuberante vegetación y una filosofía única para reconectar con uno mismo en un viaje sin precedentes

Foto: Bodufushi, la pequeña isla que acoge a Joali Being. (Cortesía)
Bodufushi, la pequeña isla que acoge a Joali Being. (Cortesía)

Más de mil islas coralinas. Veintiséis atolones. Noventa mil kilómetros cuadrados de extensión oceánica. Maldivas es uno de los países más peculiares de la Tierra. Ubicado sobre el ecuador del planeta, el hecho de que solo cien de esas islas estén habitadas y el tener una temperatura casi constante en torno a los 30 grados lo convierte, además, en un verdadero paraíso terrenal al que contribuye el séptimo arrecife de coral más grande del mundo, con más de mil especies de fauna y flora únicas.

placeholder Uno de los lugares más paradisíacos del mundo. (Cortesía)
Uno de los lugares más paradisíacos del mundo. (Cortesía)

Allí, en la pequeña gota de arena, cocoteros y jungla intacta que es Bodufushi, a 40 minutos de trayecto en hidroavión desde Malé, se encuentra uno de los últimos hoteles de lujo de la república. Joali Being es la segunda propiedad de Esin Güral Argat, la empresaria turca que se enamoró de estas dos islas cercanas. Una, Joali, la dedicó al primer hotel basado en el arte y el diseño inmersivo. La experiencia allí ha sido multipremiada con los más importantes galardones del sector, posicionando al resort en el top del archipiélago. La segunda, Joali Being, es pionera en el turismo más exclusivo orientado a unos niveles de bienestar y desconexión que rozan, como allí se hace bandera, la “ingravidez”.

​Más allá del bienestar

Es mucho más que un hotel con spa, palabra que desechan. La isla al completo está dedicada al 'wellness'. Uno lo percibe nada más aterrizar frente a su icónico embarcadero, que se asemeja a un derviche al vaivén de las olas del mar. La pasarela de entrada, flanqueada por un mar turquesa, da la bienvenida a un nirvana que destila la tranquilidad y la armonía de su propia belleza.

placeholder Una paz celestial se percibe casi desde la llegada. (Cortesía)
Una paz celestial se percibe casi desde la llegada. (Cortesía)

Apenas hay intervención y la energía fluye a cada paso. Las pequeñas construcciones que uno se va encontrando escondidas en la frondosidad, así como sus 68 exclusivas villas, todas con piscina privada y franja de playa, o directamente suspendidas en el océano, siguen los principios del diseño biofílico. Este sistema, que persigue aumentar la conexión entre sus ocupantes y el entorno natural, asegura reducir las vibraciones negativas gracias a sus altísimos techos de paja y madera, a esas terminaciones artesanales sobre el bronce cepillado, a la caña y fibra de coco, a esa relajante paleta de colores grises, rosados y azulados. Es sorprendente entrar al silencio de las estancias, de tu propia casa, con un mínimo de 86 metros cuadrados, y sentirse totalmente imbuido en esa flotabilidad a la que ayuda la ropa de lino, seda y algodón que ceden a cada cliente. El viaje, exterior e interior, no ha hecho más que empezar.

placeholder Las lujosas villas de Joali Being se sumergen en el entorno. (Cortesía)
Las lujosas villas de Joali Being se sumergen en el entorno. (Cortesía)

Combinando lo ancestral y la ciencia moderna, todo en Joali Being se estructura en torno a cuatro pilares que se consideran cruciales para nuestro correcto desarrollo: mente, piel, microbioma y energía. En este hotel no se reserva una estancia, se reserva una inmersión que agrupa tratamientos y terapias que refuerzan cada pilar para alcanzar la salud y la felicidad. Se consigue.

La propiedad ha realizado un minucioso trabajo de investigación y reclutado a reputados maestros internacionales en cada disciplina, alejada de las habituales. Médicos, especialistas ayurvédicos, neurocientíficos, nutricionistas o chefs líderes se trasladan allí en estancias formativas para guiar a los más de 300 empleados que habitan y atienden a los huéspedes. Crioterapia, watsu, sanación a través del sonido o el movimiento, herbología para crear esencias que refuercen los citados pilares en masajes 'signature'… No, no es un spa.

placeholder Areka, centro y puerta de bienestar. (Cortesía)
Areka, centro y puerta de bienestar. (Cortesía)

El primer día se hace al viajero un completo diagnóstico atendiendo a un cuestionario previo a la llegada. Basándose en datos de salud, hábitos y objetivos del cliente, se perfila la estancia y la agenda. Todo en torno a Areka, preciosa puerta de entrada a tu retiro, de donde se derivan 39 espacios de transformación, especialísimas áreas de relax y piscinas, diversas e innovadoras saunas y salas de tratamientos levantadas ad hoc para ellos. La más mágica, si es que se puede destacar solo una, la de hidroterapia, en la que, de manera privada, un experto te lleva y guía a través de estiramientos, masajes y acupresión flotante en agua tibia, como si del vientre materno se tratase.

placeholder Diseño biofílico para unos imponentes espacios naturales. (Cortesía)
Diseño biofílico para unos imponentes espacios naturales. (Cortesía)

Alta cocina oceánica

A la gastronomía le dan tratamiento de arte culinaria y a ese nivel se cuida. Las clases de cocina son otro ‘hit’ para conocer y conocerse mejor y toda la filosofía del resort se refleja en los fogones de sus cuatro restaurantes frente al océano. Es posible perder peso, si esa es la meta, sin sentirse privado de nada. Cada plato, siempre a la carta, es estético, suculento y saciante. Se pone en valor la coctelería sin alcohol, los zumos, los tés (cuentan con selectas decenas y un servicio de sumillería para explicarlos)… Los productos con clara trazabilidad repasan la tradición local y las influencias del mundo. Moderación e inclusión son sus señas y aquello de “de la tierra (o el mar) a la mesa” se toma en serio. No es vegetariano, no se come a base de ensaladas. Su atún, su wagyu, sus currys y otros guisos orientales se recuerdan tiempo después.

placeholder Los restaurantes y 'beach club' frente al Índico, un sueño. (Cortesía)
Los restaurantes y 'beach club' frente al Índico, un sueño. (Cortesía)

A Joali Being no se va de luna de miel o entre amigos. Se puede, por supuesto, pero la recomendación desde aquí es acudir solo. La meditación, el reencuentro con uno mismo que promueve la isla es real, sin inventos 'New age'. Lo que se promulga, ya se ve, es muy antiguo: una reconexión con lo más primitivo, con la esencia de lo natural. Lo que es revolucionario es comprobar que nunca antes se ha hecho desde una perspectiva tan profesional, tan seria, tan intensiva y con tanta base en un destino en el que solo se suele pensar en sol y playa. De estos dos ingredientes de los que, por supuesto, va sobrado Joali Being: todo un paraíso.

Más de mil islas coralinas. Veintiséis atolones. Noventa mil kilómetros cuadrados de extensión oceánica. Maldivas es uno de los países más peculiares de la Tierra. Ubicado sobre el ecuador del planeta, el hecho de que solo cien de esas islas estén habitadas y el tener una temperatura casi constante en torno a los 30 grados lo convierte, además, en un verdadero paraíso terrenal al que contribuye el séptimo arrecife de coral más grande del mundo, con más de mil especies de fauna y flora únicas.

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