Es noticia
Menú
De los Medinaceli a los Bornos, la aristocracia que escuece
  1. Famosos
REPORTAJE

De los Medinaceli a los Bornos, la aristocracia que escuece

El reciente caso de las mascarillas y el libro 'La mala sangre' (Ediciones B), un crudísimo retrato de la nobleza española escrito por el marqués de Cazaza en África, ha puesto en la diana a un estamento social zombi

Foto: EC Diseño.
EC Diseño.

Si buscamos en el diccionario de la Real Academia Española la palabra 'aristocracia', encontramos varias acepciones. Dos hablan de méritos: “En el mundo clásico, forma de gobierno según la cual el poder político es ejercido por los mejores” y “grupo de individuos que sobresalen entre los de su mismo ámbito por alguna circunstancia”. En una tercera acepción aparece el matiz ‘familiar’: “Clase noble de una nación, de una provincia, etc., de carácter hereditario”. En España hoy en día ostentan un título nobiliario algo menos de 3.000 personas, un exclusivo grupo formado por marqueses, duques, barones y condes que lucen las dignidades conseguidas por algún antepasado brillante en lo suyo y que han ido heredando de generación en generación, previo pago del impuesto correspondiente.

Allí donde hubo méritos y sobresalientes, hoy solo hay cuna. Ser noble en el siglo XXI, incluso para los 450 Grandes de España (la crème de la crème), no conlleva ningún privilegio ‘per se’, más que el orgullo de tener en el árbol genealógico a un personaje histórico. Esta pérdida de privilegios, la escasa sintonía con los tiempos y el hecho de que Felipe VI haya decidido no seguir aumentando la nómina de aristócratas han llevado a esta clase social a tener una imagen pública caduca. No ayudan casos como el de Luis Medina Abascal, que no ostenta ningún título pero es hermano del duque de Feria y pertenece a una de las cuatro casas nobiliarias de más raigambre del país, Medinaceli (embarcada, por cierto, en otro pleito por la herencia).

No es que no lo haya intentado. Durante años, Luis Medina se hizo llamar conde de San Martín de Hoyos y con tal distinción se desenvolvía en los círculos de influencia. Explicaba que su abuela, la legendaria duquesa de Medinaceli, se lo había cedido. Pero en el año 2015, al reclamar su tío el duque de Segorbe el título de marras se destapó que Luis nunca había llegado a ser conde y esa dignidad pasó de ‘Mimi’ a su bisnieta, la actual duquesa, Victoria de Hohenlohe. Tampoco ha sido nunca marqués de Villalba. En una entrevista en 2021, el comisionista aseguró que su hermano le había cedido este título. Pasaron los meses y el BOE nunca publicó la cesión. A día de hoy no se ha llevado a cabo el trámite.

placeholder Luis Medina Abascal. (EFE)
Luis Medina Abascal. (EFE)

¿Por qué tanto interés en ser conde, duque o barón? Hay una España a la que le sigue generando fascinación la aristocracia, un sentimiento muy útil cuando uno se gana la vida gracias a sus contactos. Lo explica el marqués de Cazaza en África con un ejemplo que podríamos aplicar también en estas páginas: “Es la gran paradoja: la aristocracia ya no tiene presencia como clase política, económica o cultural, pero sin embargo sigue llenando las portadas de las revistas del corazón y de las redes sociales. Esta semana una revista le dedica 38 páginas a la boda del marqués de Cubas, al que no se le conoce mayor mérito para acaparar tanta atención que ser marqués”.

Luis Medina ni siquiera lo es, como ya hemos visto, pero su caso ha llevado a Unidas Podemos a preparar una iniciativa parlamentaria para que puedan ser retirados los títulos nobiliarios a quienes sean condenados en un caso de corrupción. Según este partido, mantener el título en estos casos es “un insulto a toda la sociedad”. Si un juez puede embargar los bienes del investigado durante la instrucción, “también debería haber mecanismos para embargarle o retirarle su título de marqués”, explican. En el caso de Medina, ni títulos ni bienes (no llegan a 250 euros sus ahorros en España).

"Las embestidas de Podemos o el PSOE contra los nobles se producen cada cierto tiempo y estamos acostumbrados, aprovecharán esta o cualquier otra circunstancia"

Vanitatis ha contactado con las principales asociaciones de nobles españoles, que han preferido no opinar. “Las embestidas dialécticas de Podemos o el PSOE contra los nobles se producen cada cierto tiempo y estamos acostumbrados, aprovecharán esta o cualquier otra circunstancia. Duele más cuando las críticas llegan desde dentro”, se lamenta un barón de apellido compuesto. Se refiere a libros como ‘De Cayetana a Cayetano’ (La Esfera), que escribió Cayetano Martínez de Irujo, o ‘La Mala Sangre’ (Ediciones B), el libro que está corriendo como la espuma por los aristocráticos salones de la nobleza española.

Su autor es el diplomático, filólogo, escritor, dramaturgo e ingeniero aeronáutico Íñigo Ramírez de Haro. También es marqués de Cazaza en África y pertenece a una histórica casa nobiliaria española, la de Bornos, inaugurada en 1485 por Fernando Ramírez 'El artillero' y Beatriz Galindo. El actual conde de Bornos es su hermano Fernando, casado con Esperanza Aguirre, y con el que mantiene un conocido pleito a cuenta de la herencia de un cuadro de Goya. En ‘La Mala Sangre’, Ramírez de Haro aborda este asunto, pero sobre todo hace un retrato descarnado y cruel de la nobleza nacional.

placeholder Portada de 'La mala sangre' (Ediciones B).
Portada de 'La mala sangre' (Ediciones B).

“Yo pertenezco a un estamento de la sociedad lleno de orgullo, lleno de soberbia, de arrogancia y de pretenciosidad [...] Lo más placentero es que somos un club muy reducido, muy selecto, la aristocracia. Casi más que un club, una gran familia, puesto que la endogamia acaba emparentándonos a todos”, escribe en su libro. “Me enseñan pronto que al pueblo, esa enorme masa que está ahí abajo, se le debe tratar con consideración y un cierto paternalismo lastimoso. Y también aprendo muy temprano a odiar a los más próximos: a los ‘nuevos ricos’, aquellos que fruto de un enriquecimiento rápido viven mejor que cualquiera de nosotros en lo material porque tienen dinero y pretenden pertenecer al club sagrado. Jamás”, escribe en uno de los capítulos.

El libro salpimenta estas reflexiones con episodios históricos de los antepasados del autor y momentos duros como el abuso sexual del que fue objeto siendo un niño por un jesuita. Hablamos con Íñigo para preguntarle por su opinión sobre la iniciativa de Podemos. “Aristocracia significa ‘excelencia’, tanto en el hacer como en lo intelectual. Los títulos nobiliarios conllevan la ejemplaridad. Por lo tanto, me parece muy acertado que a los condenados por faltas graves se les retire el título”, aprueba. “Le pongo un ejemplo: Mi hermano Fernando, el actual XVI conde de Bornos, Grande de España, es un ladrón, y encima preside el prestigioso club de Puerta de Hierro. ¿Tiene sentido que un ladrón presida el club más selecto de Madrid?”.

"A una parte importante de la aristocracia le cuesta mucho leer un libro, y eso que muchos están rodeados de bibliotecas históricas", aduce el marqués de Cazaza en África

En su libro, Ignacio Ramírez de Haro parte del anecdotario familiar para hacer un retrato universal de una clase social que él juzga tacaña, “encerrada en el pasado”, fatua, hasta hace no mucho alérgica al trabajo, arruinada económicamente por la mala gestión de los ‘hereus’ y sectaria. Escribe el marqués, refiriéndose a su hermano: “El XVI conde de Bornos no entiende que el precio de la Grandeza es la responsabilidad y así, tras cuarenta años comiéndose el patrimonio amasado entre fincas de cultivo y casas de asueto, a golpe de gestiones fallidas y negocios perdedores, en el mayor de los secretos cuando están mis padres en vida, consigue finalmente dejar en la total ruina y desolación a la Casa de Bornos, apropiándose de lo de sus hermanos. Así de fácilmente terminan cinco siglos de historia, cinco siglos de orgullo y altivez”.

La familia Ramírez de Haro no ha reaccionado públicamente a la edición de este libro. Algunos aristócratas sí le han hecho llegar su opinión, como revela el autor con cierto sentido del humor. “Me he llevado la sorpresa de que algunos se identifican con lo que yo he escrito en ‘La mala sangre’, pero también sé que a una parte importante de la aristocracia le cuesta mucho leer un libro, y eso que muchos están rodeados de bibliotecas históricas. En el caso de mi familia, las razones son otras. Mi libro simplemente no existe. Una reacción muy elegante y aristocrática: el silencio, la omertá…”

placeholder Fernando Ramírez de Haro, actual conde de Bornos. (EFE)
Fernando Ramírez de Haro, actual conde de Bornos. (EFE)

Es consciente de que su dibujo de esa nobleza autoafirmada en monterías e hipocresía ha escocido más allá de los muros de Jesús del Valle, la histórica residencia madrileña de los Bornos. “La aristocracia se interesa muchísimo a sí misma. Hablan entre ellos de sus títulos, de sus parientes, de sus antepasados, de sus orígenes…, pero también de todo lo que sobre ellos se dice o se escribe”, asegura.

Una dama de noble cuna reconoce que ha oído hablar del libro, pero no lo ha leído porque, dice, “está lleno de tópicos”. “Los aristócratas de hoy trabajamos como cualquiera y llevamos el título de nuestros antepasados por orgullo de familia, la mayor parte estamos haciendo muchas cosas buenas por nuestro país, la imagen del marqués que vive de las rentas y se pasa el día cazando está pasadísima”, se defiende. Ramírez de Haro sabe valorar a los “grandes aristócratas que han contribuido excelentemente a la historia de este país y lo siguen haciendo. Pero es una minoría”, opina. “A diferencia de otros países vecinos con una aristocracia que ha alentado el progreso del pensamiento, de la ciencia, de la creación, de la economía o de la política, en España, desgraciadamente, el grueso de los grandes aristócratas ha sido y es reaccionario, anticuado, se ha quedado en un mundo obsoleto. Y encima se jacta de ello en nombre de la tradición. No me viene a la cabeza ninguno que haya pertenecido, o pertenezca ahora, a la vanguardia de la sociedad", traslada a este medio.

“En realidad, el título es como una reliquia familiar que cuidas y veneras, pero yo madrugo todos los días y compro en el Mercadona"

“Al solicitar la sucesión del título lo hice por mi madre, que siempre lo llevó con mucha dignidad y me trasladó toda la historia de nuestra familia, pero no quiero ser ejemplo de nada, no me siento representante de nada”, se defiende por whatsapp una médico anónima que ostenta un título nobiliario. “En realidad el título es como una reliquia familiar que cuidas y veneras, pero yo madrugo todos los días y compro en el Mercadona".

La concesión de honores es prerrogativa del Gobierno y la de títulos corresponde constitucionalmente al rey Felipe VI de forma exclusiva y discrecional. Su Majestad no ha concedido ninguno en su reinado, ni tan siquiera el tan traído y llevado ducado de Manacor para el tenista Rafa Nadal, que con tan buenos ojos vería parte de la nobleza. En opinión de Ramírez de Haro, es señal de que don Felipe “parece despreciar la aristocracia”.

placeholder Íñigo Ramírez de Haro. (EFE)
Íñigo Ramírez de Haro. (EFE)

“Supongo que por no aparecer como un perpetuador de algunos privilegiados. Pero los títulos nobiliarios siempre fueron concedidos por los reyes por grandes hazañas o contribuciones al país, un ejemplo para la sociedad. Felipe VI, al no querer dar títulos nobiliarios, parece no querer recompensar ya más la excelencia. El problema es que el rey es un aristócrata él mismo, la Corona se hereda como los títulos nobiliarios, por la sangre, y si termina con la aristocracia para convertirse en un ejemplo de la clase media, lo que está haciendo es acabar con la monarquía. Un presidente de la república suele hacer mucho mejor de ejemplo para la mayoría del país, y además es un concepto más democrático, depende de sus méritos, no del nacimiento”, defiende.

"En España no se valora la memoria, porque si se recuerda lo bueno, también hay que recordar lo malo, y entonces hay que ejercitar el sentido crítico, y eso asusta mucho", dice Ramírez de Haro

Entonces, si no sirve para reconocer méritos y no conlleva ningún privilegio material, ¿tiene sentido la aristocracia en el siglo XXI, cuando algunos pueden hacer un mal uso de esta prebenda histórica? “Para mí la nobleza es ante todo memoria histórica. Todos los títulos nobiliarios tienen un primer aristócrata, es decir, un excelente que hizo algo o pensó algo que contribuyó a la historia de España. Yo me siento muy orgulloso de algunos de mis antepasados y, como desarrollo en ‘La mala sangre’, creo que sería maravilloso si todos los nobles contasen la memoria destacada de sus antecesores. La cuestión es que en España no se valora la memoria, produce miedo recordar, porque si se recuerda lo bueno, también hay que recordar lo malo, y entonces hay que ejercitar el sentido crítico, y eso asusta mucho”, explica Ramírez de Haro, que señala como única vía de supervivencia "volver a la excelencia":

“La aristocracia como excelencia puede seguir siendo igual de útil en el siglo XXI que en todos los siglos anteriores”, resume.

Si buscamos en el diccionario de la Real Academia Española la palabra 'aristocracia', encontramos varias acepciones. Dos hablan de méritos: “En el mundo clásico, forma de gobierno según la cual el poder político es ejercido por los mejores” y “grupo de individuos que sobresalen entre los de su mismo ámbito por alguna circunstancia”. En una tercera acepción aparece el matiz ‘familiar’: “Clase noble de una nación, de una provincia, etc., de carácter hereditario”. En España hoy en día ostentan un título nobiliario algo menos de 3.000 personas, un exclusivo grupo formado por marqueses, duques, barones y condes que lucen las dignidades conseguidas por algún antepasado brillante en lo suyo y que han ido heredando de generación en generación, previo pago del impuesto correspondiente.

Nobleza