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La vida del duque de Edimburgo, el príncipe que renunció a sus orígenes por amor
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UN CABALLERO 'OLD SCHOOL'

La vida del duque de Edimburgo, el príncipe que renunció a sus orígenes por amor

Desde 1922, cuando su familia marchó al exilio, la infancia y adolescencia del príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca estuvieron llenos de problemas

Foto: La reina Isabel y el duque de Edimburgo. (Reuters)
La reina Isabel y el duque de Edimburgo. (Reuters)

Cuando el 17 de julio de 1947 se anunció el compromiso matrimonial de Isabel, la joven princesa heredera del Reino Unido de la Gran Bretaña y Norte de Irlanda, de 21 años, con el teniente Felipe Mountbatten, los británicos, no muy aficionados a la realeza continental, quedaron muy satisfechos con ese apellido tan británico. Nada más lejos de la realidad. En un año, el joven príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca había renunciado a sus títulos y apellido, a sus derechos de sucesión al trono de Grecia y nacionalidad y a su religión ortodoxa. Y había adquirido apellido y nacionalidad británica, religión anglicana, de nuevo el tratamiento perdido de alteza real y los títulos de duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón Greenwich. Todo ello en la misma mañana de su boda con la futura soberana del Reino Unido y de los otros territorios de la Commonwealth.

Felipe nació en el palacio de la familia real griega de Mon Repos, en la isla de Corfú, el 10 de junio de 1921. Era hijo del príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca, hijo menor del primer rey de Grecia de la dinastía danesa de Schleswig-Holstein-Sondenburg-Glücksburg, Jorge I, que adoptó simplemente el apellido de su nuevo reino, Grecia, y de su esposa, la gran duquesa Olga de Rusia, tía del último zar. Jorge I era hermano de Alejandra, la mujer del rey Eduardo VII de Inglaterra; de Dagmar, mujer del zar Alejandro III de Rusia; de Thyra, la esposa del príncipe Ernesto Augusto de Hannover, y del rey Federico VIII de Dinamarca.

La dinastía griega había vivido y viviría a lo largo del siglo XX numerosas vicisitudes, que la llevarían al exilio varias veces y de manera definitiva desde 1967 hasta hace pocos años. Unos años antes de su nacimiento había sido asesinado su abuelo, Jorge I, en Salónica. El nuevo rey, su tío Constantino I, fue depuesto en 1917 y tras volver al trono, de nuevo se vio destronado en 1922. Fue en ese momento que comenzaron los años de exilio de Felipe, sus padres y hermanas mayores. Una infancia y adolescencia llenas de problemas.

placeholder El príncipe Felipe, en brazos de su madre meses después de nacer. (EFE)
El príncipe Felipe, en brazos de su madre meses después de nacer. (EFE)

La madre del príncipe Felipe era la princesa Alicia de Battenberg, hija del príncipe Luis de Battenberg, miembro de una rama morganática de la Casa Gran Ducal de Hesse, y de la princesa Victoria de Hesse y del Rhin, nieta de la reina Victoria. Alicia era prima hermana por parte de padre de la reina Victoria Eugenia que, a su vez, era prima hermana de la madre de Alicia, ya que también era nieta de la soberana británica. Por otro lado, Victoria de Hesse era hermana mayor de la última zarina, Alejandra Feodorovna y de la gran duquesa Isabel de Rusia, ambas asesinadas por los bolcheviques. La princesa Alicia tuvo dos hermanos muy destacados: el príncipe Luis, luego Lord Louis Mountbatten de Birmania, héroe de la II Guerra Mundial y último virrey de la India, que actuaría como padre adoptivo de Felipe; y la princesa Luisa, segunda esposa del rey Gustavo VI Adolfo de Suecia. Los Battenberg residentes en Gran Bretaña renunciaron a sus títulos germánicos y adoptaron el apellido Mountbatten a partir de la Gran Guerra, debido al enfrentamiento con Alemania.

La tragedia de su hermana

Alicia de Battenberg y Andrés de Grecia tuvieron cuatro hijas antes del nacimiento de Felipe: Margarita, Teodora, Cecilia y Sofía. El exilio significó el desarraigo y las estrecheces económicas para la familia. Instalados en Saint Cloud, en una casa prestada por su cuñada, la princesa María de Grecia, nacida Bonaparte, Felipe estudió en el Colegio Americano de París. En 1930, tras sufrir una severa depresión, a Alicia le fue diagnosticada esquizofrenia paranoide en el sanatorio del doctor Ernst Simmel en Berlín. Fue forzada a separarse de su familia e internada en el sanatorio del doctor Binswanger en Suiza. Esta prestigiosa institución contó con algunos pacientes célebres, como Vaslav Nijinsky, el bailarín de ballet clásico y coreógrafo, que estuvo internado allí al mismo tiempo que Alicia.

Durante su larga convalecencia consolidó su distanciamiento con su marido, que tenía numerosas amantes, y que falleció en 1944. Todas sus hijas se casaron con príncipes alemanes entre 1930 y 1931. Margarita con el príncipe Godofredo de Hohenlohe-Langenburg; Teodora con el margrave Bertoldo de Baden (hijo del último canciller del Imperio); Cecilia con el príncipe heredero Jorge Donato de Hesse (sobrino de su abuela, la princesa Victoria); y Sofía con el príncipe Cristóbal de Hesse-Cassel primero y con el príncipe Jorge de Hannover, hermano de la reina Federica de Grecia, después.

El príncipe Felipe se fue entonces a Inglaterra, a estudiar en la escuela Cheam y quedarse con las familias de sus tíos, Luis Mountbatten y Jorge Mountbatten, segundo marqués de Milford Haven; con su abuela la princesa Victoria, marquesa viuda de Milford Haven, y su tía Lady Zia Wernher, nacida condesa Anastasia de Torby, nieta del zar Nicolás I.

placeholder El príncipe Felipe, en Gordonstoun. (Cordon Press)
El príncipe Felipe, en Gordonstoun. (Cordon Press)

Uno de los hechos que más marcaron su personalidad se produjo en ese momento: en 1933, fue enviado al colegio privado Schule Schloss Salem en Alemania, donde tenía la ventaja de ahorrar en los gastos escolares porque era propiedad de la familia de su cuñado, Bertoldo de Baden. En ese mismo colegio estudiaría su sobrina, la futura reina Sofía, y sus hermanos.

Con el ascenso del nazismo en Alemania, el fundador judío de Salem, Kurt Hahn, huyó de la persecución y fundó el Gordonstoun School en Escocia; tras dos años en Salem, Felipe se transfirió a ella. Esta tenía fama de condiciones difíciles, con duchas frías y carreras matutinas de rutina. Las opiniones de Hahn sobre la educación se centraron en la capacidad de comprender diferentes culturas, el liderazgo y la democracia. Hahn creía que una parte importante de la educación era desafiar a una persona y sacarla de sus áreas de familiaridad y comodidad, mejorando su capacidad para enfrentar situaciones difíciles. El Atlantic College de Gales, donde está estudiando la Princesa de Asturias, pertenece a la misma fundación.

Durante su estancia en Gordonstoun, Felipe vivió uno de los episodios más trágicos de su existencia. A finales de 1937 debía reunirse en Londres con su hermana mayor, la gran duquesa Cecilia de Hesse y del Rhin, y su familia para asistir al enlace del cuñado de esta, el príncipe Luis de Hesse, con Margaret Campbell Geddes. El avión en el que viajaba Cecilia, que estaba embarazada, su esposo Jorge Donato, sus hijos Luis y Alejandro, de 6 y 4 años, y su suegra, la gran duquesa Leonor, se estrelló en Ostende y ningún pasajero sobrevivió. Felipe tuvo que asistir a los funerales en Darmstadt acompañado de otros familiares, entre ellos Lord Mountbatten, en medio de un apabullante despliegue de simbología nazi, que el joven príncipe siempre recordaría con horror.

placeholder Felipe, en el funeral en Darmstadt, Alemania. (Cordon Press)
Felipe, en el funeral en Darmstadt, Alemania. (Cordon Press)

Después de dejar Gordonstoun en 1939, Felipe se incorporó a la Royal Navy, graduándose al año siguiente en la prestigiosa Academia de Dartmouth, como el mejor cadete de su promoción. Durante la II Guerra Mundial, sirvió en diversos buques como los HMS Ramilles, Kent, Empress of Russia, Wallace y Royal Arthur. Participando en numerosas acciones de guerra como la batalla de Creta, la invasión de Sicilia, la batalla de Cabo Matapán, y diversos servicios en el Pacífico, entre ellos el momento de la rendición de Japón, recibió numerosas condecoraciones británicas y griegas al valor.

Su familia estuvo dividida por los dos bandos en lucha: sus hermanas y familiares alemanes por un lado (los menos a favor del nazismo, muchos firmemente en contra) y sus familiares británicos, escandinavos y griegos por el otro, que sufrieron persecución y exilio. Su madre Alicia pasó la guerra en Grecia y ayudó a salvar a numerosos judíos perseguidos por la ocupación alemana.

La historia de amor

En enero de 1946, Felipe regresó al Reino Unido y fue enviado como instructor a la Escuela de Suboficiales en Corsham, Wiltshire. Fue durante su periodo en Dartmouth, cuando los entonces reyes Jorge VI e Isabel realizaron una visita a la academia, con sus hijas Isabel y Margarita. Felipe, como pariente cercano de los reyes, los acompañó en toda la visita. Desde ese día, la joven princesa heredera, de 13 años, quedó fascinada por su joven y bello primo, y comenzaron a cartearse. Las visitas de Felipe a la familia real se hicieron más frecuentes. La maquinaria matrimonial de los parientes de Felipe comenzó a moverse, sobre todo por parte de Lord Mountbatten y de su madre, la princesa Victoria.

placeholder El príncipe Felipe, con el uniforme de la Marina Real. (Buckingham Palace)
El príncipe Felipe, con el uniforme de la Marina Real. (Buckingham Palace)

Llegado el final de la guerra, Isabel presionó a su padre para hacer público su noviazgo. Los reyes pidieron un periodo de reflexión, ya que no estaban convencidos de la conveniencia de un novio apátrida y pobre. Decidieron esperar al 21 cumpleaños de la princesa y a un alejamiento provisional de la pareja. La familia real realizó un largo tour en barco por las colonias africanas y mientras, Felipe fue llamado a la corte griega, donde su primo, el rey Pablo I, le confió algunas misiones oficiales.

El 10 de julio de 1947 fue anunciado oficialmente su compromiso matrimonial con las condiciones relatadas al inicio de este artículo. El enlace se celebró el 20 de noviembre de 1947 en la abadía de Westminster, en presencia de representantes de numerosas casas reales, aunque no las hermanas de Felipe y otros familiares germánicos, debido a la reciente guerra. Por parte española asistieron la reina Victoria Eugenia y los condes de Barcelona.

La nueva pareja real se instaló en Clarence House y Felipe comenzó a dar clase en el Colegio Naval de Greenwich. De 1949 a 1951, el joven matrimonio vivió la etapa más feliz de su vida, residiendo en la villa Guardamangia en Malta, ya que Felipe fue destinado a la flota británica del Mediterráneo. Isabel vivió en casi privacidad, como esposa de un oficial de marina, cuidando de sus dos pequeños: Carlos, nacido el 14 de noviembre de 1948, y Ana, el 15 de agosto de 1950.

placeholder Isabel y Felipe, en la presentación de su primogénito en 1948. (Cordon Press)
Isabel y Felipe, en la presentación de su primogénito en 1948. (Cordon Press)

Pero esa tranquilidad duró poco. La frágil salud del rey obligó a la pareja a regresar a Londres y Felipe a renunciar a su carrera naval en 1951, ingresando en el Consejo Privado. En enero de 1952, iniciaron un viaje oficial por el imperio que debía durar 6 meses. Pero en su primera etapa en Kenia, en el Sagana Lodge, en plena sabana, les llegó la noticia del fallecimiento del rey, el día 6 de febrero. Automáticamente la duquesa de Edimburgo se convirtió en Isabel II y regresaron a Londres. La tristeza del momento hubo que aparcarla para atender los múltiples ceremoniales de la sucesión y la preparación de la coronación para el año siguiente. Se manifestaba públicamente el enorme sentido del deber de la nueva reina. La ayuda y consejo del primer ministro, Sir Winston Churchill, fue fundamental en conducir los primeros pasos de su reinado. Durante unos meses, el Reino Unido tuvo tres reinas: la joven reina titular, su madre, la reina madre Isabel, y su abuela la reina María, que falleció en marzo de 1953.

La impresionante ceremonia de coronación se celebró con esplendor el 2 de junio de 1953, reviviendo rituales creados hace 1.000 años, incluido el más solemne de la unción, que convirtió a la reina en verdadero sacerdote y jefe de la Iglesia y la coronación con la corona de San Eduardo. Por insistencia de Felipe, que estuvo al frente del comité organizador, la ceremonia fue televisada. Asistieron representantes de todo el mundo, incluidas las hermanas y cuñados de Felipe y su madre, vestida de religiosa, ya que una vez viuda y recuperada de su enfermedad, había fundado una orden religiosa ortodoxa para atender a los pobres de Atenas. El desfile en la carroza de oro por las calles de Londres, acompañada de regimientos de todo el imperio, fue el broche de esa lluviosa jornada de verano.

placeholder Isabel II, el día de su coronación. (Cordon Press)
Isabel II, el día de su coronación. (Cordon Press)

En los primeros años de reinado, la influencia de Felipe se hizo sentir cada vez más. La modernización en la intendencia y administración de la Casa y Patrimonio Real fueron iniciativa de Felipe, así como suprimir ciertas ceremonias consideradas anticuadas, como las presentaciones de debutantes ante la reina. Pero Felipe sufrió también el desprecio de ciertos sectores del 'establishment' que lo veían como extranjero, en exceso frívolo y moderno. Fracasó en su intento de dar a su descendencia un nuevo nombre dinástico, Mountbatten, y continuó siendo Casa de Windsor. Los nietos de la pareja en línea masculina que no fueran príncipes serían llamados Mountbatten-Windsor. Eso se concretaría en la descendencia de los dos últimos hijos de la pareja: Andrés, nacido el 19 de febrero de 1960, y Eduardo, el 10 de marzo de 1964.

En 1957, Felipe fue nombrado príncipe consorte del Reino Unido e Irlanda del Norte. A partir de ese momento la vida de Felipe se centró en el apoyo a la vida oficial de la reina, al cuidado en la educación de sus hijos, a los viajes a lo ancho y largo de la Commonwealth, y a las numerosísimas actividades filantrópicas, sociales y culturales de las más de 800 asociaciones que llegó a presidir o fundar y en los cerca de 23 mil actos oficiales en solitario que presidió desde ese momento.

Entre lo más destacado, Felipe fue uno de los fundadores del World Wildlife Fund; también del Duke of Edinburgh's Award, que premia a jóvenes de todo el mundo por sus acciones académicas y sociales, en la estela de Kurth Hahn, el fundador de Gordonstoun. Inició una serie de compras de obras de arte contemporáneas para ampliar la colección real. Fue presidente de la Federación Ecuestre Internacional precediendo a su hija, de las fundaciones británicas del corazón y de la promoción industrial, así como canciller de numerosas universidades como la de Edimburgo. Felipe también promovió la práctica de numerosos deportes para que fueran accesibles al máximo posible de personas. Practicó el polo y la conducción deportiva de carruajes, hasta una edad muy avanzada.

placeholder El duque de Edimburgo, en carruaje. (Getty)
El duque de Edimburgo, en carruaje. (Getty)

Con respecto a su vida privada, su largo matrimonio con la reina sufrió rumores y comentarios de infidelidad nunca probados en diversos momentos, como durante un largo viaje oficial en solitario por la Commonwealth entre 1956 y 1957. Los nombres de Helene Cordet, la duquesa Sasha de Abercorn, Magdalena Nelson de Blaquier, Susan Ferguson, madre de la duquesa de York, o la baronesa Penélope Romsey, nieta política de Lord Mountbatten, fueron pasto de la prensa amarilla británica. Pero la reina siempre se ha mostrado como esposa enamorada y lo ha considerado como su punto de equilibrio, y públicamente le ha agradecido su apoyo incondicional en la vida pública y privada.

Las relaciones con sus hijos en la adolescencia no fueron nada fáciles, sobre todo con el príncipe de Gales y el príncipe Eduardo. Su rigidez y dureza de trato afectó la extrema sensibilidad de ambos, sobre todo de Carlos, que sufrió los rigores de Gordonstoun con desagrado. Eduardo, con alma de artista, abandonó el ejército antes de acabar su carrera en él. El fuerte carácter de Ana, tan parecido al de su padre, le enfrentó a él con frecuencia. Y la frivolidad de Andrés le causó enorme disgusto. En la edad adulta, los hijos han sabido apreciar las virtudes y carácter fuerte, abierto y moderno de su padre. La relación con todos sus nietos era excelente, según han declarado tanto los príncipes Guillermo y Harry, como Beatriz y Eugenia de York, y Peter y Zara Phillips, hijos de la princesa Ana.

El rumor público creyó en la antipatía de Felipe por la sin par princesa Diana. Unas cartas encontradas y publicadas a inicios de nuestro siglo y numerosos testimonios prueban lo contrario. Felipe reprochaba a su hijo la falta de apoyo privado y público a su mujer, en los momentos de desequilibrio emocional de esta, así como su relación adúltera con Camilla Parker-Bowles. En el momento del fallecimiento de Diana en 1997, Felipe apoyó a la reina en la lógica protección hacia sus nietos, frente a la histeria colectiva, que el desgraciado accidente de la bella princesa había provocado.

La crisis vivida por la monarquía británica en los años 90 se vio superada con creces en los grandes acontecimientos del final de siglo XX y del presente siglo XXI con un apoyo masivo a los homenajes a Isabel, Felipe, su familia y la institución que representan: sus bodas de oro, diamantes y platino en 1997, 2007 y 2017; los funerales de la reina madre en 2002; las extraordinarias celebraciones de los jubileos de oro y diamantes en el trono en 2003 y 2013; el enlace de Guillermo y Kate, duques de Cambridge, en 2011 y el nacimiento de los hijos de estos, sobre todo el del futuro rey, el príncipe George en 2013.

placeholder El duque de Edimburgo y la reina, con Guillermo y Kate. (Reuters)
El duque de Edimburgo y la reina, con Guillermo y Kate. (Reuters)

Con respecto a nuestro país, Felipe siempre ha estado muy cercano a su sobrina la reina Sofía y a los hermanos de esta. El rey Constantino II y su familia vivieron casi todo su exilio en Londres y eran tratados como miembros destacados de la familia, con continuas invitaciones mutuas a nivel público y privado. El duque es uno de los padrinos del último hijo de los reyes de Grecia, el príncipe Felipe.

Nunca viajó a Grecia de manera oficial desde la abolición de la monarquía, excepto para asistir a los funerales de la reina Federica en 1981. La relación de Felipe con su primo el rey don Juan Carlos también ha sido siempre muy cercana y mucho más con doña Sofía, que ha asistido a la mayoría de los eventos familiares más significativos de la familia real británica desde los años 60, incluidas numerosas vacaciones y cacerías en Sandringham y Balmoral, así como a los eventos relacionados con las hermanas alemanas de Felipe y sus descendientes.

Felipe asistió a los funerales de la reina doña Victoria Eugenia en Lausana en 1968 y a la misa de coronación de don Juan Carlos en 1975. En 1988, Isabel II y Felipe realizaron una exitosa visita a nuestro país y recorrieron las ciudades de Madrid, Sevilla y Barcelona, entre otras, y acabaron su estancia con un fin de semana en Mallorca con los Reyes de España.

placeholder La reina Isabel y el rey Juan Carlos, durante la visita de Estado a España. (Cordon Press)
La reina Isabel y el rey Juan Carlos, durante la visita de Estado a España. (Cordon Press)

El 2 de agosto de 2017 el príncipe Felipe se retiró de la vida pública. A partir de ese momento solamente acudió a eventos familiares. La última visita oficial a la que asistió fue la de sus sobrinos, los Reyes de España, don Felipe VI y doña Letizia. Sus últimos cuatro años de vida han sido protagonizados por la pandemia del covid-19 y su confinamiento en el castillo de Windsor, varias estancias en hospitales y las bodas de sus nietos Harry, Beatriz y Eugenia.

Su alteza real el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, nacido príncipe de Grecia y Dinamarca, uno de los últimos miembros de la realeza 'old school', falleció el 9 de abril de 2021 cuando le quedaban apenas dos meses para cumplir los 100 años, siendo la persona que más edad ha alcanzado, entre los descendientes de la reina Victoria y de Cristian IX de Dinamarca. "Es con gran pesar que Su Majestad la Reina anuncia la muerte de su amado marido, Su Alteza Real el Príncipe Felipe, duque de Edimburgo”. El amado compañero de vida de Isabel II la abandonaba por primera vez en sus 74 años de vida en común.

Dativo Salvia Ocaña, historiador

Cuando el 17 de julio de 1947 se anunció el compromiso matrimonial de Isabel, la joven princesa heredera del Reino Unido de la Gran Bretaña y Norte de Irlanda, de 21 años, con el teniente Felipe Mountbatten, los británicos, no muy aficionados a la realeza continental, quedaron muy satisfechos con ese apellido tan británico. Nada más lejos de la realidad. En un año, el joven príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca había renunciado a sus títulos y apellido, a sus derechos de sucesión al trono de Grecia y nacionalidad y a su religión ortodoxa. Y había adquirido apellido y nacionalidad británica, religión anglicana, de nuevo el tratamiento perdido de alteza real y los títulos de duque de Edimburgo, conde de Merioneth y barón Greenwich. Todo ello en la misma mañana de su boda con la futura soberana del Reino Unido y de los otros territorios de la Commonwealth.

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