Fotos exclusivas: La abandonada casa de la infanta Pilar en Puerta de Hierro

La casa familiar de la infanta Pilar en la urbanización Puerta de Hierro de Madrid fue el núcleo central de la vida de los Gómez-Acebo y Borbón. La duquesa de Badajoz fue la gran matriarca a la que le gustaba reunir a hijos, nietos y amigos en este chalet que los herederos pusieron a la venta cuando falleció su madre en enero del 2020.

La casa, de 1.000 m² y dividida en dos plantas sobre una superficie de 1.500 m², se construyó en los 60.

Los duques de Badajoz se casaron en el monasterio de los Jerónimos de Belém, en Lisboa, en 1963. El matrimonio se instaló primero en un piso en Madrid, en el barrio de Salamanca, y tiempo después, cuando comenzaron a llegar los hijos, se trasladaron a esta chalet.

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En aquellos años, esta urbanización en las afueras de Madrid comenzó a llenarse de familias relevantes en el mundo de la banca y la empresa. Ahora es una de las zonas privilegiadas donde los precios oscilan entre los 2.900 euros/m² y los 3.785 euros, según la información que publicaba El Confidencial a finales del año pasado.

Esta vivienda ahora se encuentra cerrada y ya sin que vivan los guardeses que antes se encargaban del cuidado tanto del jardín como de la piscina y el interior de la casa. Según confirmaban a Vanitatis, hay un mantenimiento general así como una vigilancia las veinticuatro horas del día en toda la urbanización. Durante un tiempo estuvo viviendo en la casa Fernando Gómez-Acebo, el hijo pequeño de los cinco que tuvo doña Pilar. Al separarse de su segunda mujer, Nadia Halamandari, con la que tuvo un hijo, se instaló en la casa materna. Esta costumbre de volver al hogar familiar al divorciarse también la siguieron antes que Coco (así se le conoce familiarmente) dos de sus hermanos.

Cuando a la infanta Pilar se le preguntaba por estas historias sentimentales de la vuelta de los hijos aseguraba que le parecía muy bien. “Para esos estamos las madres, para acogerlos cuando pasan una mala racha”, decía. Una vez que retomaban la estabilidad emocional se buscaban otro alojamiento.

El único que permaneció durante un tiempo cuando falleció la infanta Pilar fue Fernando. Los gastos de agua, calefacción, luz, comunidad y mantenimiento general del chalet eran altos y difíciles de asumir por el único habitante de la casa. Una vez que los hermanos llegaron al acuerdo para vender las propiedades, el chalet quedó vació y puesto a la venta.

El precio del que fuera el hogar de la duquesa de Badajoz podría estar tasado en tres millones de euros, según la valoración del mercado inmobiliario. Como sucede en este tipo de ventas, no se ofrece en plataformas y páginas públicas, sino que vendedores y compradores recurren a lo que se denomina 'off market' o 'boutiques inmobilarias' para salvaguardar las confidencialidad e intimidad.

En el caso de la vivienda de la infanta Pilar existiría una alternativa que se está utilizando en chalets que se construyeron en los años 50 y 60 y que necesitarían una importante renovación. Hay promotoras que en realidad lo que hacen es compran el terreno para hacer chalets unifamiliares o adosados que en esta zona de Puerta de Hierro son muy bien recibidos porque no hay suelo. Este sistema fue el que se siguió con Villa Giralda, el domicilio donde vivían los condes de Barcelona en la calle Guisando, también en la urbanización Puerta de Hierro. Al fallecer doña María, se puso a la venta. En el solar de 4.000 m² se construyeron cuatro viviendas de lujo que se vendieron a razón de dos millones y medio de euros. El reclamo de la promotora era “Guisando 25, vivir lo excepcional”.

La casa de la infanta Pilar era el lugar donde se celebraban los acontecimientos importantes (cumpleaños, bautizos, primeras comuniones) y donde acudía la familia Real el día de Navidad. La costumbre fue cambiando con las bodas reales y las de los hijos Gómez-Acebo, que debían turnarse con las familias políticas.

A raíz del caso Nóos, cuando ya las reuniones navideñas eran cada vez más complicadas en el palacio de la Zarzuela, la casa de doña Pilar se convirtió en terreno neutral. Se reunían los que podían o querían alrededor de la gran mesa de comedor, que la infanta Pilar vestía con una tela que compró hace años en el rastrillo de Nuevo Futuro. Contaba en esos días previos a la Navidad que para ella estar todos juntos era la mayor felicidad y cómo don Juan Carlos acudía muchas veces a almorzar a la casa de Puerta de Hierro sin avisar. “Mi hermano no llama. Se presenta con una botella de vino y me dice: “Aquí se come mejor que en cualquier restaurante””.

Ahora, esta casa llena de recuerdos se mantiene cerrada, vacía y con los cuidados esenciales para su mantenimiento.