El Rey cantando en latín, su beso a la reina Letizia y otros detalles de la investidura de Felipe VI como doctor honoris causa
La universidad de Alcalá de Henares ha nombrado al monarca doctor honoris causa, convirtiéndolo en un miembro más del claustro
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Los Reyes han pisado de nuevo el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, aunque esta vez no para entregar el Premio Cervantes, como hacen cada 23 de abril, sino porque el monarca recibía un gran honor del histórico centro educativo. Un acto regio en el que su canción en latín o su casto beso a la reina Letizia se han convertido en protagonistas de la investidura del rey Felipe como doctor honoris causa.
Aunque comenzaba con cierto retraso, seguía el habitual protocolo, con el rey Felipe entrando por la puerta lateral del paraninfo al no ser aún doctor, un estatus que cambiaba minutos después. Llegaba acompañado de la reina Letizia, de la que se separaba al acceder al interior por la misma razón protocolaria, ya que el monarca tenía que entrar acompañado de miembros del claustro y su esposa se sentaba en primera fila junto al rector de la universidad.
Tomaba entonces el protagonismo el padrino de don Felipe, el catedrático Miguel Rodríguez Blanco, que subía al estrado para pronunciar un discurso tras el que se veía al monarca emocionado. Sus palabras no pasaban desapercibidas, ya que después, cuando el propio don Felipe tomaba la palabra, hacía referencia a ellas y a cuánto habían significado para él.
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Un padrino que no ha dudado en dejar claro lo importante que era ese momento para él. Catedrático de Ciencias Jurídicas en esta histórica universidad, ha destacado del monarca, entre otras cosas, su "europeísmo", halagando su vertiente jurídica, también como licenciado en Derecho, aunque por la Universidad Autónoma.
Unos años de estudio, precisamente, a los que el rey Felipe ha hecho referencia al pronunciar su discurso de agradecimiento, nombrando a muchos de los profesores que le impartieron las diferentes asignaturas de la carrera.
Pero antes de tomar la palabra, llegaba el acto de investidura en sí, con el rector del centro encargado de entregarle los diferentes símbolos y el padrino de don Felipe junto a él, como manda la tradición. Le entregaban entonces al nuevo doctor honoris causa el título, un anillo y los guantes blancos, símbolo de pureza, además del birrete, sin duda lo más característico de este nombramiento y que le ha traído al Rey algún que otro problema.
Aunque no ha sido el único que ha tenido que lidiar con el birrete: el acto de investidura siempre acaba con un abrazo del nuevo doctor y su padrino, momento en el que al jurista Miguel Rodríguez Blanco se le caía su birrete, protagonizando el momento más espontáneo de la cita, de carácter muy sobrio.
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Era el momento también en el que el monarca recibía un fuerte aplauso de los presentes, entre los que se encontraban la presidenta de la Comunidad de Madrid, la ministra de Ciencia, Diana Morant, o la jefa de la secretaría de la Casa Real, a la que veíamos compartiendo confidencias con el jefe de protocolo.
Pero nuestra mirada se iba, obviamente, a doña Letizia, como también la de don Felipe, que al bajar del estrado era a la primera persona a la que buscaba desde la distancia. Ella no ocultaba el orgullo por el nombramiento de su marido en ningún momento, como tampoco lo hizo el pasado diciembre, cuando le fue otorgada la misma distinción de la Universidad de Nápoles.
El discreto segundo plano de la reina Letizia
El acto terminaba con el himno de la universidad, el 'Gaudeamus Igitur', que don Felipe no dudaba en entonar, demostrando que llevaba la lección bien aprendida y honrando así al nuevo centro universitario al que pertenece. Es la primera universidad española que le otorga esta distinción.
Pero el colofón venía un poco después, cuando el rector cerraba la sesión con la misma sobriedad que había marcado toda la ceremonia. El rey Felipe se levantaba entonces de su asiento, ya convertido en doctor honoris causa, y se acercaba hasta su mujer, a la que daba un cariñoso abrazo y un casto beso. No suelen ser muy generosos en cuanto a gestos de cariño en público, pero esta vez la ocasión lo merecía.
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La reina Letizia, que se vestía oportunamente a juego con don Felipe, entonces salía de ese plano discreto que se imponía en esta ceremonia y, esta vez sí, abandonaba el paraninfo del brazo de su marido, que se lo ofrecía cortés. No dudaba tampoco en posar con don Felipe para las fotografías en el Patio Trilingüe, como se conoce a este espacio tan conocido de la Universidad de Alcalá.
Volvían en ese momento los gestos de cariño y las miras cómplices de los Reyes, que últimamente, por diferentes circunstancias, han estado más ausentes en sus compromisos públicos. De hecho, este acto tenía que haberse celebrado hace unos meses, pero la trágica situación originada por la Dana del pasado octubre obligó a posponerlo, de ahí que tuviera lugar antes el de la Universidad de Nápoles.
Con este casto beso, su abrazo y sonrisas a cámaras, los Reyes firmaban un sobrio acto, que no ha estado exento de emoción y orgullo por parte de ambos.
Los Reyes han pisado de nuevo el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, aunque esta vez no para entregar el Premio Cervantes, como hacen cada 23 de abril, sino porque el monarca recibía un gran honor del histórico centro educativo. Un acto regio en el que su canción en latín o su casto beso a la reina Letizia se han convertido en protagonistas de la investidura del rey Felipe como doctor honoris causa.