Por qué la moda campestre y artesanal triunfará tras la pandemia

Parecía que tras la fiebre por los vestidos womanspreading y el auge del modest fashion, la sensualidad iba a volver a nuestros armarios con firmas como Saint Laurent y Balmain haciendo del látex el material estrella de sus colecciones, pero el coronavirus paralizó el mundo y con él, cómo no, la moda e impuso una estética campestre, la relacionada con el cottagecore. Ahora vamos más allá y abrazamos la tendencia más campestre para apostar por prendas y accesorios artesanales con siluetas dignas de la película 'Midsommar'. El boom de esta corriente es tal que el vestido de la Reina de Mayo de la película se acaba de subastar con fines benéficos por unos 60.000 euros.

Tras probar las mieles de las siluetas oversize y de los pantalones elásticos, ¿cómo no íbamos a quedarnos con la comodidad de estas siluetas al terminar la desescalada? ¿Cómo, después de abrazar las figuras más cómodas, íbamos a reindirnos al latex couture? Aunque por una parte podríamos poner como excusa el amor por la tendencia campestre, por otro lado, no lo neguemos, podemos decir que las que no hemos hecho los diez entrenamientos diarios de la mano de Patry Jordán que las redes sociales sí han hecho religiosamente, preferimos llevar ropa holgada con la que no dejar ver las nuevas curvas que el confinamiento no ha cincelado, sino expandido.

Pero más allá de prendas con las que ocultar los kilos extra, tras la pandemia no solo buscamos siluetas holgadas por razones estéticas, sino porque tras el aluvión de stories en los que influencers y anónimos hacen pan de plátano, pizzas con bases vegetales y entrenamientos militares, la moda campestre se erige como una valeriana estética necesaria. Queremos huir de la sobreestimulación en la que las redes sociales nos han sumido y buscamos tendencias que nos permitan relajarnos, aunque tan solo sea visual y estéticamente, del tumulto virtual.

Por otra parte, los millennials y la generación Z valoran ahora más que nunca las firmas que apuestan por la artesanía y la sostenibilidad, que si antes del coronavirus anunciaba su llegada de forma tímida, ahora irrumpe con más fuerza que nunca junto al consumo responsable, que aboga por comprar menos prendas, pero de mayor calidad. Es ahí donde emergen los tejidos sostenibles y los diseños que recuerdan más a la estética campestre que a la urbanita, por lo que los vestidos vuelven a alejarse de las siluetas ceñidas para volver a abrazar las formas amplias, pero no las que recuerdan al womanspreading y a sus vestidos titánicos de tul, sino a los que parecen deambular por el bosque.

Reformation, una de las marcas preferidas de influencers y celebridades, apuesta ahora por vestidos que tilda de “victorianos”, y aunque lo cierto es que la estética victoriana no tiene nada que ver con la que vende, opta por vestidos que encajan perfectamente con este boom por las siluetas campestres y las telas más amorosas. Teniendo en cuenta que la marca es un boom en Los Ángeles, donde las siluetas bombshell son más habituales que las holgadas, queda claro que la tendencia bucólica se va a instalar en todas las ciudades, incluso en aquellas en las que se favorecen los vestidos bodycon.

De hecho, el que Ana de Armas haya lucido por sus calles diseños de esta estética tanto de Realisation Par como de Ganni indica que la moda campestre es ya la reina de la industria, que en plena pandemia mira hacia el campo como vía de escape. La actriz es imagen de la nueva campaña de El Corte Inglés, que aboga de nuevo por esta idiosincrasia natural que se va a convertir en la estrella del verano. No sabemos si estas vacaciones podremos ir a la playa, pero lo que la moda demuestra es que ante la eterna duda de playa o montaña, ella se decanta por la última.