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Crónica de la MBFWM: ¿cuál es el futuro de la pasarela?
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SEMANA DE LA MODA DE MADRID

Crónica de la MBFWM: ¿cuál es el futuro de la pasarela?

Analizamos los últimos desfiles y el devenir de la pasarela madrileña

Foto: Imagen: Ifema.
Imagen: Ifema.

Hacer un balance de la Semana de la Moda de Madrid sin tener en cuenta la cantidad de firmas que se han visto incapaces de presentar sus colecciones a causa de los estragos del coronavirus sería impensable, pues frente a los 30 desfiles de la pasada temporada, han sido 16 las que han logrado producir y presentar sus colecciones a tiempo para mostrar sus novedades en la última edición. Lo que ha ocurrido en la mayoría de los casos en los que las marcas sí se han atrevido o sí han conseguido mostrar sus propuestas nos recuerda a lo que ocurre en los realities de diseño de moda anglosajones, en los que los diseñadores participantes terminan por mermar su creatividad con el fin de ser más comerciales y convencer así a un jurado tras el que siempre hay una plataforma de venta que, por supuesto, obliga al vencedor a crear moda más vendible que artística.

placeholder Modelos lucen creaciones de la firma Custo Barcelona. (EFE)
Modelos lucen creaciones de la firma Custo Barcelona. (EFE)

"Los desfiles son fundamentales en la época COVID-19 y a nivel general de comunicación de moda, porque son la gran expresión de la colección de una marca durante el tiempo que ha estado trabajando en los meses anteriores. Las nuevas tecnologías están ayudando a que muchas firmas usen las posibilidades más allá de los desfiles, pero no vale para todas. El desfile no es la meta, pero es una herramienta más del trabajo y del proceso del evento de marketing de la marca que ayuda a vender. Eso sí: las redes sociales, para firmas pequeñas, pueden ayudar a llegar a un público más amplio”, explica Nuria de Miguel, directora de la MBFWM.

placeholder Una modelo luce una creación de Maison Mesa. (EFE)
Una modelo luce una creación de Maison Mesa. (EFE)

Parar o no parar: esa es la cuestión

Palomo Spain es una de esas marcas que en esta edición se han saltado su desfile. “Nuestros desfiles han sido el eventazo, y para mí perder esa magia en esta situacion no merecía la pena. Hemos pensado en cómo plasmar la misma historia y transmitirla y enseñar cómo trabajamos desde otras maneras. Presentamos un vídeo en la Semana de la Moda de Hombre en París este año y hasta el año que viene pretendo estar investigando con estas formas nuevas. Es un buen momento para hacer un break”, confiesa.

Una de las marcas que no ha querido tomarse ese paréntesis ha sido Pertegaz, que con Jorge Vázquez al frente ha rendido homenaje a España. Ante momentos como este, agarrarse a lo que funciona es la clave de muchas marcas, y es lo que Vázquez ha hecho en su última propuesta, que recuerda a los estampados que en 1968 Henry Clarke inmortalizó al presentar los diseños de Pertegaz en la revista 'Vogue' USA. La Alhambra era entonces el escenario elegido. Ahora, una pasarela desnuda en la que una cuidada sastrería intenta mermar los efectos de la crisis.

placeholder Ángel Schlesser. (EFE)
Ángel Schlesser. (EFE)

Ganadores y marcas que innovan

Hay quien hablará de la suerte del principiante, pero lo cierto es que de principiante, Juan Carlos Mesa no tiene nada. Tras años trabajando en la sombra, en 2020 se estrenaba como director creativo de Ángel Schlesser, y en esta edición se ha llevado el Premio L'Oréal a la mejor colección, que nace de una imagen en blanco y negro en la que Katharine Hepburn está sentada en un sofá con las piernas cruzadas. El diseñador abre y cierra el desfile con tonalidades relajadas y neutras para dejar que la noche se llene de color y recupere la majestuosidad del maestro Schlesser.

En el desfile de Isabel Sanchís han sido las flores las protagonistas de la nueva colección en la que se han empleado técnicas tradicionales como el bordado con una sensibilidad muy moderna. En esta edición hemos echado de menos no solo la espectacularidad de Palomo Spain, sino la sensualidad pop de María Escoté, cuyos desfiles acostumbran a llenar el front row de caras conocidas. La diseñadora ha seguido las tendencias que mueven la industria en las que los drops y las colaboraciones permiten a las marcas lanzar novedades en cantidades limitadas al lanzar una colaboración junto a Desigual.

Las firmas logran así una mayor presencia entre los medios y se acercan al consumidor. “Es una solución interesante para el lujo, pero para el lujo popularizado o el streetwear popularizado. Sin embargo, no es la solución real para la moda de autor”, afirma en los fashion talks de la pasarela madrileña la periodista de moda Leticia García.

Al terminar la Semana de la Moda de Madrid, nos preguntamos si la moda española hará como firmas como Saint Laurent y decidirá su propio calendario, pues ha quedado claro que el actual no es factible para todos.

“Hemos intentado adaptarnos a cada cliente centrando la fuerza en una colección al año. Que el ritmo de la moda lo marque cada diseñador adaptándose al ritmo de cada cliente, centralizando tu fuerza y tu trabajo en realizar un gran proyecto”, asegura Eduardo Navarrete, defensor a capa y espada del slow fashion. Habrá que esperar a la siguiente temporada para ver cuántas firmas más se suman a la estela de Navarrete y de la moda internacional.

Hacer un balance de la Semana de la Moda de Madrid sin tener en cuenta la cantidad de firmas que se han visto incapaces de presentar sus colecciones a causa de los estragos del coronavirus sería impensable, pues frente a los 30 desfiles de la pasada temporada, han sido 16 las que han logrado producir y presentar sus colecciones a tiempo para mostrar sus novedades en la última edición. Lo que ha ocurrido en la mayoría de los casos en los que las marcas sí se han atrevido o sí han conseguido mostrar sus propuestas nos recuerda a lo que ocurre en los realities de diseño de moda anglosajones, en los que los diseñadores participantes terminan por mermar su creatividad con el fin de ser más comerciales y convencer así a un jurado tras el que siempre hay una plataforma de venta que, por supuesto, obliga al vencedor a crear moda más vendible que artística.

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