Las razones de la controvertida decisión de Augusto Algueró y la intrahistoria de la relación con su madre

Carmen Sevilla fallecía el martes a los 92 años en la Fundación Jiménez Díaz. Su hijo, Augusto Algueró, ha permanecido junto a ella desde que ingresó con un pronóstico grave que no auguraba una recuperación, como había sucedido en ocasiones anteriores. Finalmente, la artista no superó la última crisis. Desde el primer momento en que se hizo pública su muerte, los mensajes de condolencia en las redes sociales han sido el común denominador. Tanto de personajes y personalidades nacionales como de fuera de España. Como en otras ocasiones y cuando sucede una desaparición mediática, los Reyes enviaron su condolencias al hijo, que ha querido mantener el mismo perfil casi invisible.

Durante las primeras horas, emitió un comunicado a través de la agencia EFE, donde daba las gracias al servicio médico y sanitario del hospital y de la residencia Orpea de Aravaca, donde su madre permaneció lo últimos años. Tambien quiso agradecer a la prensa, a los amigos y compañeros de profesión el interés y la preocupación por el estado de salud.

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El único dato que ha ofrecido más personal ha sido el referido a cómo fueron las últimas horas de Carmen Sevilla: “Me quedo muy en paz de que, como católica que era, haya recibido la extremaunción antes de su fallecimiento”.

Más tarde, a las puertas del tanatorio, por fin concedía unas palabras a la prensa que se arremolinaba a las puertas en Pozuelo de Alarcón, donde vive Algueró desde hace años. No quiso dejar pasar la oportunidad de "dar las gracias por el respeto y las muestras de cariño que hemos recibido tanto mi familia, como mi madre, así como yo".

Hasta el momento de emitir esta información, la pregunta que se hacía la prensa en general, las amistades más cercanas, conocidos y ciudadanos de la calle era dónde se iba a disponer la capilla ardiente para darle el último adiós. Y la sorpresa para todos los que la querían y respetaban desde siempre ha sido que no tendrá lugar ese homenaje multitudinario a la que ha sido una de las figuras más importantes del mundo artístico en España. Augusto Algueró García Galisteo lo comunicaba de una manera muy drástica: “Ahora ha llegado el final y nos toca despedirnos de ella. Lo haremos de una manera estrictamente íntima y familiar. Se que vais a respetar nuestra voluntad, tal y como habéis hecho hasta el momento. Agradecemos muchísimo vuestro cariño y comprensión”.

Una decisión que explicaba de viva voz desde el tanatorio. "Todos los que vamos a entrar, que somos muy poquitos, son única y exclusivamente familia directa, de lazos de sangre con mi madre, exceptuando dos personas que son las que han cuidado a mi madre durante los últimos años, que son Angelines y Alejandra".

Nadie entiende esa manera de cerrar el último capítulo de la vida de Carmen Sevilla casi por la puerta de atrás. Los más cercanos prefieren brindar por la que fue más que una amiga en el último homenaje sin criticar públicamente esta decisión filial. En privado, aseguran a Vanitatis que no están de acuerdo y manifiestan su tristeza, tal como ha hecho el periodista José Aguilar o la diseñadora Marily Coll. Una cosa es que no tengan más remedio que acatar el pronunciamiento de Augusto Algueró y otra muy diferente que Carmen se lo merezca.

Críticas que el hijo comprende y asume. "Si hubiera montado un circo también las hubiera habido" ha declarado ante la prensa a las puertas de la capilla ardiente de su madre. La única ausencia que ha echado en falta de su entorno cercano es la de Rosario Flores, ahijada de Carmen Sevilla, que por motivos de agenda no pudo desplazarse a darle el último adiós. "Me hubiera gustado tenerla aquí, pero la adoro, la quiero y sé que es la ahijada de mi madre, y mi madre la adoraba".

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De haber querido una despedida multitudinaria, el hijo habría tenido donde elegir. Desde el Centro Cultural Fernán Gómez en la plaza de Colón, donde los ciudadanos pudieron homenajear a Lola Flores y a Rocío Dúrcal, hasta en la Academia de Cine, que fue el último lugar donde se dijo adiós a Carlos Saura. La última palabra la ha tenido Algueró y, por lo que parece, no hay cambio de opinión. No habrá visitas al tanatorio de Majadahonda para acompañar a la familia ni tampoco día y hora para el entierro. Lo que sí tendrá la artista es una calle en Sevilla, como ya se ha anunciado.

Las razones que ha tenido el hijo para que no hubiera una despedida a lo grande se desconocen, pero era y es el guardián de las últimas voluntades de su madre. Una de ellas era que nadie viera su deterioro. Antes de que Carmen dejara de tener recuerdos, es posible que hablaran en algún momento de cómo quería que fuera su despedida.

La relación de Carmen con su hijo tuvo sus altibajos. Para ella, era su tesoro y lo más importante de su vida. Llegó a decir en sus memorias de la revista 'Semana' que había triunfado como artista, pero que su papel de madre no había sido el mejor.

Contaba que su hijo, desde muy pequeño, vivió las constantes discusiones matrimoniales. Algueró padre era infiel y cuando terminaba con una amante rápidamente aparecía otra que incluso se llegó a llevar de vacaciones familiares a Alicante. Para Carmen, eran tragedias que la afectaron de tal manera que tuvo varias depresiones, pero no era capaz de separarse. Y así las novias, amantes y rollos se iban sucediendo con las consiguientes peleas conyugales.

Y muchas veces, el niño Augustito las presenciaba. Era tal la tensión que Carmen tomó la decisión de que el chico pasara la temporada escolar interno en los Agustinos de El Escorial. Algueró padre no puso pegas y era Carmen la que se encargaba de recoger al hijo. Después, hubo una temporada muy complicada que el hijo contaba en su primera entrevista en la revista 'Protagonista', del Grupo Zeta, cuyo titular era “Hice sufrir mucho a mi madre”.

El chaval tenía 17 años y se definía como tímido, infantil y fumador empedernido: “Casi se puede decir que nací con el pitillo en la boca”. Esta era una de las cuestiones que enfrentaban al hijo con la madre y por lo que más de una vez hubo discusiones. En aquel momento, Augusto tomó una decisión complicada y se fue a vivir con su padre, que entonces mantenía una relación con Mariví Dominguín. Para Carmen fue un disgusto tremendo. Pero así lo explicaba el joven: “Él me da más margen de libertad. Mi madre me quiere tanto que me avasalla. Al salir del internado, me fui a su casa y fue el momento más amargo en la vida de mi madre”.

Reconocía, en esa misma entrevista, que cuando le enviaron al internado, primero en El Escorial y después en Jaca, lo pasó mal, “Vi que no todo era de color de rosa y espabilé”. Y quizá la clave de por qué eligió ser un hombre invisible y que todo lo que le rodeara también fuera de perfil bajo fue esta declaración, que hizo cuando aún era menor de edad: “No me gusta ser famoso y por eso jamás hago declaraciones. A mis padres sí les ha gustado ser estrellas. A mí no".