Los mejores consejos para disfrutar de la soledad y ser felices, según la psicología
Este miedo tiene su raíz en la parte más primitiva del cerebro y está asociado con la vulnerabilidad y el peligro
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Existe un temor silencioso en la mayoría de mujeres, un temor profundo y universal que condiciona nuestras decisiones y que casi siempre está presente en nuestras relaciones: el miedo a la soledad. Esta emoción, irracional muchas veces, es muy propia del ser humano y activa nuestras alertas más instintivas y primarias, llevándonos muchas veces a actuar desde el impulso, la carencia o el apego desmedido, sobre todo en el ámbito de las relaciones.
No es de extrañar, ya que este tipo de miedo está directamente relacionado con otros temores fundamentales como los de la pérdida, el abandono, la tristeza o el vacío emocional. La cuestión es sencilla: miedo a quedarnos solas y sin sensación de pertenencia ni vínculos afectivos.
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Según explican los expertos en neurociencia afectiva, este miedo tiene su raíz en la parte más primitiva del cerebro ya que, en los orígenes de los seres humanos, el aislamiento podía significar vulnerabilidad y peligro. Por eso, aunque hoy en día estar solas no represente una amenaza física real, el cerebro sigue interpretando esta situación como un riesgo significativo.
Por miedo evitar vernos en esta situación, son muchas las mujeres que desarrollan patrones de comportamiento negativos como tolerar relaciones dañinas, renunciar a sus valores o aceptar vínculos afectivos solo por necesidad y no por deseo. Todo esto con el objetivo de evitar el dolor que puede suponer la soledad.
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Por ello los expertos indican que superar el miedo a la soledad no significa eliminar el deseo de compartir la vida con alguien, sino aprender a disfrutar de una misma como primer paso. Para ello es necesario establecer vínculos sanos y enriquecedores con nosotras mismas y con nuestro mundo interior.
Esto se logra a través del autoconocimiento, el fortalecimiento de la autoestima y la práctica consciente de experiencias que nos inviten a estar solas sin sentir vacío. Y es que, cuando logramos estar bien, cambia la forma en la que nos vinculamos con los demás y pasamos de dejar de necesitar a cualquier persona que aparezca para empezar a elegir lo que realmente queremos y construir así relaciones desde la independencia y la libertad.
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Hay que tener claro que el miedo a la soledad no desaparece por completo, ya que es algo que está innato en todas nosotras, pero puede dejar de controlarnos cuando entendemos su origen y lo enfrentemos con conocimiento.
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Existe un temor silencioso en la mayoría de mujeres, un temor profundo y universal que condiciona nuestras decisiones y que casi siempre está presente en nuestras relaciones: el miedo a la soledad. Esta emoción, irracional muchas veces, es muy propia del ser humano y activa nuestras alertas más instintivas y primarias, llevándonos muchas veces a actuar desde el impulso, la carencia o el apego desmedido, sobre todo en el ámbito de las relaciones.