Meghan y su llegada a Los Ángeles que la ha desconcertado: "Está desconsolada"
Ni siquiera la impresionante mansión de Malibú donde se ha instalado la pareja logra que la esposa de Harry permanezca tranquila y feliz
La duquesa está triste. A finales del mes de marzo, Meghan Markle y el príncipe Harry decidieron mudarse a Los Ángeles. Una nueva vida se abre paso para los Sussex desde que el 1 de abril dejaran de ser oficialmente miembros de la realeza, cumpliéndose así sus deseos. Un sueño parece comenzar para ambos y Meghan debería estar más que encantada de haber aterrizado en su tierra natal, dejando atrás Canadá, el primer lugar que les sirvió de refugio tras el Megxit. Pero no lo está.
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Todos sus planes se han visto interrumpidos ante la terrible pandemia por coronavirus que azota al planeta. Dos fueron los motivos que atrajeron a la pareja hasta Los Ángeles. El primero de ellos, los planes profesionales de la duquesa. Meghan pretende retomar su trabajo como actriz en Hollywoood. El segundo, poder estar cerca de su madre, Doria Ragland.
Ni siquiera la impresionante mansión de Malibú donde se ha instalado la pareja logra que la esposa de Harry permanezca tranquila y feliz. Meghan está llevando mal el hecho de no poder ver a su madre, a pesar de que ahora tan solo las separan 10 kilómetros de distancia. La nuera de Carlos de Inglaterra, consciente de la grave situación sanitaria, cumple a rajatabla el confinamiento y prefiere no caer en la tentación de visitar a su madre, quien con 63 años, entra dentro del grupo de riesgo.
"Meghan está desconsolada, una de las principales razones por las que eligió vivir en Los Ángeles fue estar cerca de su madre", ha asegurado una fuente cercana a la pareja al medio británico 'The Sun'.
Como todos en esta situación, Meghan y Doria hablan por teléfono y se comunican a través de videollamada a diario, pero "obviamente no es lo mismo", asegura la fuente consultada. La duquesa está impaciente por ver y abrazar a su madre. De momento, tendrá que esperar. También su hijo Archie, quien, cuando la situación extrema generada por el coronavirus termine, pasará mucho tiempo con su abuela mientras Meghan y Harry ponen en marcha sus nuevos proyectos.
La duquesa está triste. A finales del mes de marzo, Meghan Markle y el príncipe Harry decidieron mudarse a Los Ángeles. Una nueva vida se abre paso para los Sussex desde que el 1 de abril dejaran de ser oficialmente miembros de la realeza, cumpliéndose así sus deseos. Un sueño parece comenzar para ambos y Meghan debería estar más que encantada de haber aterrizado en su tierra natal, dejando atrás Canadá, el primer lugar que les sirvió de refugio tras el Megxit. Pero no lo está.