¿Y ahora qué, señor Urdangarin?

La relación sentimental del jugador de balonmano y la hija pequeña de los Reyes se mantuvo en secreto durante bastante tiempo. Que no viviera la infanta Cristina en Madrid facilitaba las cosas y, sobre todo, mantenía su intimidad alejada de la prensa. Fue la infanta Pilar la que dio la clave del noviazgo secreto de su sobrina que hasta ese momento solo era una historia sin contrastar. Gracias al despiste de la duquesa de Badajoz, que convirtió el rumor en certeza, se supo que Iñaki Urdangarin sería su próximo sobrino político. Doña Pilar se encontraba en el rastrillo de Nuevo Futuro, del que ella era fundadora, cuando una reportera le dijo: “¿Sabe que la Casa Real ha confirmado el noviazgo de la Infanta con Urdangarin?”. La tía Pilar, sin esperar a que se confirmara la noticia oficialmente, respondió: “Sí, estamos todos encantados”.

De esta manera se supo que habría boda real. A continuación ya hubo comunicado de Zarzuela. Y, seguidamente, la cita a los medios en el palacio para la presentación del que sería nuevo miembro de la familia. También se anunció que el enlace se celebraría en Barcelona, donde vivían ambos. En aquel tiempo a la duquesa de Palma, título otorgado por don Juan Carlos como regalo de boda, la llamaban los poderes fácticos catalanes 'la nostra' (la nuestra) por aquello de ser la más cercana, saber catalán y trabajar en La Caixa.

Cuando se destapó el noviazgo, aún faltaban muchos años para que el atractivo deportista, jugador olímpico, pasara a imputado por el juez Castro por varios delitos de malversación, fraude, prevaricación, falsedad y blanqueo de capitales. Después llegaría la condena de cinco años y diez meses.

Para Cristina, Iñaki, al que en su casa llamaban Chiqui, era su primer y único novio oficial. Nunca existieron públicamente Álvaro Bulto ni Jesús Rollán. Este último, portero de waterpolo de la selección española, fue quien presentó a su compañero deportista a la Infanta. En realidad, la hija del Rey estuvo enamorada de este jugador que prefirió ser amigo antes que novio. Y fue entonces, con esas calabazas amorosas, cuando se fijó en el número 7 del equipo de balonmano. Y preguntó: “¿Y ese rubio, quién es?”, como se explica en el libro ‘La infanta invisible'. (Ediciones B).

A pesar de algunas informaciones, Urdangarin era el yerno perfecto. A falta de aristócrata europeo que pudiera emparejarse, el muchacho vasco daba la talla. Provenía de una familia estable sin incidencias, cinco hermanos bien posicionados y sin escándalos que pudieran dañar a la institución. Iñaki era deportista, amable, enamoradizo y mantenía una buena relación con la reina Sofía y también con el Rey.

Durante muchos años se mantuvo este perfil, hasta que llegó el caso Nóos. Pero incluso después, con condena y todo, a Urdangarin se le consideraba un buen padre y un buen marido al margen de ciertas amistades entrañables que, aparentemente, no alteraban la paz conyugal.

Todo saltó por los aires y no por su ingreso en prisión, sino por las fotos publicadas por ‘Lecturas’ donde la infidelidad era manifiesta. Posteriormente llegó el comunicado y las declaraciones del abogado, Pascual Vives, en las que reconocía que durante los últimos diez años los consideró una pareja estable. Ya no queda nada. Así se demostró con el viaje de Urdangarin a Ginebra, ida y vuelta, en un fin de semana donde, al menos para los hijos, se aclaró la situación afectiva de sus padres. Una 'interrupción matrimonial' como eufemismo de una separación en toda regla.

El futuro incierto

Ahora Urdangarin tiene que poner en orden su vida con Ahinoa Armentia o en solitario. Por el momento es con ella. Afirman fuentes bien informadas que “nunca se habría paseado de la mano si la historia no hubiera sido seria. La cárcel le ha cambiado totalmente y ahora hay pocas cosas, salvo sus hijos y su familia, que le importen. Considera que los Borbón le dejaron tirado y cuanto antes rompa el vínculo mejor”.

Esta sería la agenda emocional del exduque de Palma que durante años era el prototipo de príncipe azul. Por el momento, y hasta que no se haga efectivo la separación legal y posiblemente un futuro divorcio, Iñaki Urdangarin sigue teniendo el tratamiento de excelentísimo. Y las prerrogativas de los escoltas (Policía Nacional) que dependen del Ministerio del Interior. Durante el tiempo que trabajó como voluntario en la residencia Don Orione tuvo asignados tres profesionales que le recogían en la cárcel de Brieva y le trasladaban hasta Pozuelo de Alarcón. Dos permanecían dentro del recinto y el tercero desaparecía hasta la hora de regreso. En el parque cercano también quedaban un par de ellos de los que el Ministerio del Interior nunca quiso dar razón oficial cuando Vanitatis preguntó por el número de policías que guardaban la seguridad del marido de la Infanta. En este caso, el único peligro aparente eran los reporteros que permanecían en dicho parque.

Respecto a la cuestión económica, Urdangarin tiene un buen colchón oficial. Cuando dejó Telefónica tuvo una buena indemnización y de los gastos familiares y cotidianos se encarga oficialmente la infanta Cristina. Los estudios de los hijos siempre han corrido a cuenta de don Juan Carlos. Si hay otro tipo de economía personal es un asunto que, por ahora, se desconoce.

Y, como última noticia relacionada con la relación amorosa, Ainhoa Armentia ha contactado con abogados para ver cómo se puede articular la intimidad de su familia e incluso la suya. También han contactado con ella representantes de artistas, como confirmaba el periodista Daniel Carande en el programa de Castilla-La Mancha ‘Estando contigo’: “Ya la han contactado. Otra cosa es que quiera ser personaje público. El tiempo lo dirá”.