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Pablo de Grecia, el seductor
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Pablo de Grecia, el seductor

Tras el fallecimiento de Constantino de Grecia, se ha convertido en el nuevo jefe de la Casa Real griega. Quienes lo conocen lo describen como un tipo carismático, divertido y seductor. Descubrimos su lado menos conocido

Foto: Ilustración: Sciammarella.
Ilustración: Sciammarella.

“Cuando éramos pequeños y nos fuimos de Grecia íbamos a Mallorca y estábamos ahí cada verano. Era lo mejor de nuestra vida. Por eso Felipe y yo somos los mejores amigos y primos. Hacíamos los campamentos juntos, eso me hacía sentir como los demás niños. Recuerdo que una vez que vine del primer campamento de vela en Cala Nova, era cuando empecé a hablar un poco de español. El Rey [Juan Carlos] me preguntó qué tal todo y yo le dije: ‘Pues macho, muy bien, me gustó mucho’. Y el Rey contestó: ‘Veo que ya vas conociendo el español”.

Pablo de Grecia (Atenas, 55 años) me contó esta anécdota hace dos años durante una entrevista. Me sorprendió su español, sin acento, casi perfecto: “En Mallorca lo aprendí, me está fallando ahora porque no lo hablo mucho”. Cuando le pregunté en qué idioma habla con el rey Felipe, me contestó: “En español si hay más gente; si no, en inglés, porque así hemos empezado desde pequeños. Él habla algunas palabras en griego”.

placeholder El rey Felipe, junto a Pablo de Grecia en una imagen de archivo. (Gtres)
El rey Felipe, junto a Pablo de Grecia en una imagen de archivo. (Gtres)

De los nueve a los 25 años, Pablo y su familia pasaron dos o tres semanas de vacaciones con sus primos en Mallorca. Además de español, allí también aprendió a hacer vela con sus padres, navegaba en el Fortuna con sus tíos –don Juan Carlos y doña Sofía– y vivió sus primeras salidas a una discoteca: “Era conocido en Tito’s y luego en Pachá por poder acabar la noche bailando encima de los bafles. Es un tipo divertidísimo. Un cachondo mental”, asegura un antiguo conocido que prefiere mantener su anonimato.

Las dos familias reales no solo coincidían en Mallorca. Los inviernos esquiaban juntos en Baqueira y pasaban las navidades en Zarzuela. Eran tiempos felices. “La mentalidad de los españoles y los griegos es muy parecida, por eso nos gustó siempre mucho España. Es casi como mi segunda patria”, me contaba.

Quienes conocen al actual jefe de la Casa Real griega coinciden. “Pavlos [su nombre en griego] es un tipo encantador”; “educadísimo”; “cariñoso, amable, atento, simpático… Es delicioso, una joya de tío”; “en las fiestas te descojonas. Como no tiene un cargo institucional, ni va rodeado de guardaespaldas, puede permitirse un punto de desparrame que en su primo [Felipe] es impensable”; “es carismático y seductor. El amigo perfecto”. Su prioridad es su familia. “Olympia es su debilidad. Se parecen mucho”.

Príncipe de Grecia, de Dinamarca y duque de Esparta, Pablo es el segundo de los cinco hijos del rey Constantino de Grecia y la reina Ana María, padres de Alexia (57 años), Pablo (55), Nicolás (53), Teodora (39) y Felipe (36) y, desde el pasado 10 de enero, día en que falleció su padre, el nuevo jefe de la Casa Real griega. El funeral reunió en la catedral de Atenas a más de 1.500 invitados y a miembros de la mayoría de las casas reales europeas, incluida por supuesto la española, que siempre tuvo un trato muy estrecho con la familia de Constantino, hermano pequeño de la reina Sofía. Tras cuarenta días de luto, durante los cuales el nuevo jefe de la Casa Real griega no concederá entrevistas ni emitirá comunicado alguno como muestra de respeto, el próximo 19 de febrero volveremos a verlo en Atenas, donde se celebrará otra ceremonia en la catedral que tendrá una prolongación ante la tumba del difunto monarca en Tatoi, la antigua residencia de la realeza griega.

placeholder Pablo de Grecia, en una imagen de archivo. (Getty)
Pablo de Grecia, en una imagen de archivo. (Getty)

Pablo llegó al mundo el 20 de mayo de 1967 en Atenas cuando su padre aún era rey de Grecia –aunque por poco tiempo–, y le pusieron su nombre en honor a su abuelo, el rey Pablo, padre de nuestra reina Sofía. Sus padrinos de bautismo fueron su abuela, la reina Federica de Grecia, y el príncipe Carlos de Inglaterra.

El bebé Pablo nació ajeno a la complicada situación que vivía entonces su familia, que siete meses después tuvo que huir precipitadamente a Roma. Su padre no había sido capaz de encauzar una situación política en su contra, después de que unos coroneles de extrema derecha dieran un golpe de Estado en abril de ese mismo año que él legalizó con su firma –según sus explicaciones, para evitar un derramamiento de sangre, un error fatídico que se reprochó toda la vida–, y organizar, unos meses después, un contragolpe que fracasó.

La capital italiana se convirtió durante seis años en su residencia. “Nos instalamos en una casa cedida por un judío griego a cinco kilometros de Roma. Al mismo tiempo nos llegó información de un plan para raptar al heredero, mi hijo Pablo", narraba en sus memorias el rey Constantino, tres tomos titulados 'Sin título', que en 2015 publicó el diario 'To Vima' (La Tribuna, en griego), cuyos pasajes se han traducido expresamente para este reportaje.

Roma se convirtió en la sede de un rey que seguía siendo jefe de Estado, pero no podía ejercer. La Junta de los Coroneles mantuvo esta situación ambigua hasta 1973, cuando una insurrección monárquica de la Armada, eficazmente reprimida, les brindó la oportunidad de abolir una monarquía que se sometió a referéndum año y medio después, un examen que Constantino afrontó en desigualdad ya que no pudo volver a Grecia para hacer campaña. La monarquía solo obtuvo el 30% de los votos.

El día del referéndum, relataba Constantino en sus memorias, fue largo y feroz. "Estaba nervioso y desolado. Pablo, con solo seis años, había entendido por instinto que ocurría algo muy serio y que su padre estaba pasando horas difíciles. Durante todo ese día no se separó de mí [...]. Poco después de anunciarse los resultados Pablo vino y me preguntó: ‘¿Esto quiere decir que no volveremos nunca a Grecia?’. ‘Claro que volveremos’, contesté. ‘Te prometo que esto ocurrirá algún día’. Y ahora estoy muy contento porque aunque ha sido después de muchos años, Ana María y yo hemos conseguido honrar esta promesa".

No fue fácil. Tras instalarse en Londres, donde vivió gran parte de su vida, realizar alguna visita fugaz a Grecia y pleitear contra el Estado griego por la expropiación de sus bienes –litigio que finalmente ganó en 2000 ante el Tribunal de Derechos Humanos de La Haya–, el antiguo soberano pudo volver definitivamente a su tierra, donde se afincó en 2013 en la ciudad costera de Porto Jeli.

Allí, cada verano, Pablo y su esposa, Marie-Chantal Miller, alquilan una villa en agosto. A solo diez minutos en yate, se encuentra la elitista isla de Spetses, donde se mezclan aristocracia, familia y dinero, y el entorno donde Pablo, Emsi (como apodan sus amigos a Marie-Chantal por sus siglas MC) y sus cinco hijos, Olympia (26 años), Tino (24), Achileas (22), Odysseas (18) y Aristide (14), son, entre otros, las estrellas del verano.

“Cualquier verano en Spetses desarrolla una intensísima actividad de fiestas privadas en mansiones gigantescas”, nos desliza uno de sus protagonistas. “Todos celebran la suya: las familias griegas históricas –Goulandris, Vardinoyannis, Latsis…–; las grandes fortunas alemanas, la nobleza y aristocracia de Europa; los Liechtenstein, los Luxemburgo, los Holanda [en alusión a los reyes Guillermo y Máxima de Holanda]…”. “Durante el día la gente se reparte entre los distintos barcos y por la noche todos se dirigen hacia la residencia que celebra la velada. Hay dos vías de acceso: por carretera y por mar. Para todos hay que habilitar un doble servicio, uno de aparcacoches y otro de marineros que llevan a la gente desde sus barcos hasta la costa. Las fiestas son a cual más increíble: hay decoradores traídos del mundo entero, bufés espectaculares, orquestas, fuegos artificiales… Una locura”.

placeholder Pablo de Grecia, junto a su familia. (Getty)
Pablo de Grecia, junto a su familia. (Getty)

Hay quienes llaman a Spetses ‘Gstaad-sur-mer’, una fusión entre la exclusiva estación de esquí suiza y algunas localidades de la Costa Azul francesa donde recala la 'jet set' mundial. “En Spetses se concentra la juventud dorada de Gstaad y se reúnen los jóvenes que estudian en las Ivy League [las ocho universidades más cotizadas de Estados Unidos] y en el IE [Instituto de Empresa], que se ha convertido en el nuevo nido de macropijos de toda Europa. Los hijos de Pablo forman parte del show”, continúa mi confidente.

Comparado con esta vida de película, los inviernos en Nueva York, la ciudad a la que la familia se trasladó en 2017, son relativamente mundanos. Los Grecia viven en un dúplex del Upper East Side, se levantan pronto, pasean a sus perros por Central Park –de nueve de la noche a nueve de la mañana pueden ir sin correa, así que a primera hora “a la gente le gusta socializar”, contaba Marie-Chantal al 'New York Times'–, cocinan en abundancia (Marie-Chantal estudió en la prestigiosa escuela de chefs Escoffier del Ritz de París) o encargan comida china a un restaurante cercano.

Pablo enseña backgammon a sus hijos –un juego de estrategia que le fascina–, y cuando todo el mundo ha hecho sus deberes ven una peli o juegan al futbolín: “Tenía uno en casa cuando era pequeña y vivíamos en París. ¡Nos encantaba y soy bastante buena!”, confesaba MC en esa misma entrevista. Entre semana, Pablo trabaja en Ortelius Capital, la empresa de inversión en hedge funds de la que es socio, y Marie-Chantal se dedica a su marca de ropa infantil homónima que fundó a principios de 2000 y a su papel como miembro del consejo de administración de la empresa de su padre, el rey de los duty free asiáticos Robert Miller.

Aunque los Grecia prefieren llevar una vida 'normal', alejada de los festejos y protocolos de las familias reales, Marie-Chantal adquirió el título de princesa cuando se casó y los padrinos de sus hijos son una decena de royals, que incluyen a Felipe de Borbón, Carlos de Inglaterra y su hijo el príncipe Guillermo. No en vano Pablo está emparentado con la mayoría de las casas reales europeas: es sobrino de la reina Margarita de Dinamarca y primo del rey Felipe, al que admira y protege: “Desde el momento en que empezó a ser Rey ha tenido muchos años difíciles. No ha pasado ni un solo día fácil. Cada día tiene que apagar más fuegos. Y ninguno está hecho por él”, me contaba en aquella entrevista.

Su padre, Constantino, descendía de la Casa Real de Glücksburg, una rama de la dinastía danesa, y estaba emparentado con el duque de Edimburgo. Cuando se instalaron en Londres tras la abolición de la monarquía griega, él y su esposa, la reina Isabel II, los arroparon con cariño. Pablo creció en la capital inglesa y junto a sus hermanos estudió en el Colegio Griego de Londres que fundó su padre en 1980. “Trabajé muy duro para conseguir donaciones de armadores griegos para su creación. Les presionaba tanto que durante mucho tiempo, cuando coincidíamos, miraban para otro lado. Me tenían miedo”, contaba Constantino en sus memorias.

Pablo no era el mejor alumno de su clase pero, según Philippos Stratos, un compañero de aula de Alexia y amigo cercano de la familia, era serio y formal: “Siempre fue un chico muy sentimental y muy claro en su forma de pensar. Se tomaba en serio sus estudios, pero también estaba feliz de salir y jugar un partido de tenis”, contó a la edición estadounidense de 'Vanity Fair'.

Cuando terminó el colegio sirvió durante cuatro años en el ejército británico, primero en Sandhurst y luego en la Royal Scots Dragoon Guards, un regimiento de caballería con sede en Inglaterra y Alemania. “Una experiencia magnífica. Fue durante la Guerra Fría y aunque nunca tuve que entrar en combate, estábamos en Alemania preparados para entrar en acción si era necesario”, contaba el propio Pablo en la citada entrevista.

Cada regimiento es como una gran familia y cuando uno de sus miembros tiene alguna necesidad, todos le ayudan. Por eso, cuando Pablo sufrió un grave accidente de coche que lo postró varios días en el hospital, un oficial estaba a su lado en todo momento. Y cuando Inglaterra decidió mandar fuerzas al Golfo Pérsico, en 1990, Pablo, que entonces estaba en Washington estudiando Relaciones Internacionales, Derecho y Organización en Georgetown, no dudó en coger el Concorde, volar a París y viajar en coche hasta Alemania para reunirse con su unidad. Su comandante, sin embargo, lo detuvo: el Gobierno inglés no había pedido fuerzas de la Reserva y por ello no pudo ir a la Guerra del Golfo. Dos años después conoció a Marie-Chantal.

Si hay una boda sobre la que se ha escrito hasta la saciedad es la que unió a Pablo de Grecia y a la millonaria Marie-Chantal Miller el 1 de julio de 1995 en Londres. "Quise hacer lo mismo que hice en mi boda: invitar a todos los Patriarcas de la Iglesia Ortodoxa. Esta vez decidí invitarlos personalmente, viajando a sus ciudades. El padre de Marie-Chantal se emocionó con mi decisión y se ofreció a dejarme su avión privado”, contaba Constantino en sus memorias.

placeholder Pablo de Grecia y Marie-Chantal, el día de su boda. (Getty)
Pablo de Grecia y Marie-Chantal, el día de su boda. (Getty)

Es quizá uno de los datos menos conocidos de aquel acontecimiento sobre el que se han escrito cientos de artículos y que reunió a tantos royals como la boda de la reina Isabel II, celebrada casi 50 años antes. La propia monarca asistió al festejo, así como la reina Margarita de Dinamarca, que viajó en el yate real, el Dannebrog, que estuvo amarrado en el río Támesis. El rey Felipe, entonces uno de los solteros de oro más codiciados de la realeza, ejerció de padrino.

La celebración pasará a la historia como uno de los eventos del siglo, a tenor de los datos que se han publicado: hubo 1.300 invitados, el vestido de novia diseñado por Valentino costó 200.000 dólares, se diseñaron unas carpas gigantes parecidas al Partenón, se enviaron 100.000 flores desde Ecuador para el evento, la novia recibió una dote de 200 millones de dólares… Nada fue en balde. La pareja sigue unida 28 años y cinco hijos después, y representa una de las más sólidas del panorama 'jetsetter' mundial. Todo un logro, macho.

“Cuando éramos pequeños y nos fuimos de Grecia íbamos a Mallorca y estábamos ahí cada verano. Era lo mejor de nuestra vida. Por eso Felipe y yo somos los mejores amigos y primos. Hacíamos los campamentos juntos, eso me hacía sentir como los demás niños. Recuerdo que una vez que vine del primer campamento de vela en Cala Nova, era cuando empecé a hablar un poco de español. El Rey [Juan Carlos] me preguntó qué tal todo y yo le dije: ‘Pues macho, muy bien, me gustó mucho’. Y el Rey contestó: ‘Veo que ya vas conociendo el español”.

Familia Real de Grecia