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Fath y chachachá… Así eran las fiestas más espectaculares del mundo de la moda
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HISTORIA DE LA MODA

Fath y chachachá… Así eran las fiestas más espectaculares del mundo de la moda

Sentimos nostalgia... Hubo un tiempo donde la moda lo celebraba todo sin medida, el lujo y la extravagancia reinaban en eventos exclusivos frecuentados por las personalidades más selectas

Foto: Uno de los desfiles y fiestas del diseñador Jacques Fath en 1954. (Cordon Press)
Uno de los desfiles y fiestas del diseñador Jacques Fath en 1954. (Cordon Press)

Quizás algunos ya lo hayan olvidado, pero hubo un tiempo en el que la moda ofrecía las fiestas más espectaculares del mundo. La llegada del covid-19 puso fin a ese universo mágico en el que la noche de Madrid se transformaba, por ejemplo, en un baile de máscaras de la mano de Dior en el Palacio de Santoña, en pleno corazón del barrio de las Letras, o las afueras de Barcelona, de la mano de Hermès, se convertían en un laberinto en el que se jugaba con la luz y los espejos.

Todavía se recuerda la fiesta que Christian Louboutin ofreció en la capital en un chalé del barrio de El Viso, tras la inauguración de su tienda, la cena en la Ardosa con Roberta Armani como anfitriona o el éxtasis que produjo la presencia de Riccardo Tisci en el Casino de Madrid para celebrar su colaboración con Nike. Sí, todo eso sucedió en nuestro país y no hace tanto tiempo.

placeholder Invitados a Le Bal Oriental en 1969. (Cordon Press)
Invitados a Le Bal Oriental en 1969. (Cordon Press)

Lo cierto es que la moda siempre se ha llevado bien con las celebraciones y el desenfreno. La propia casa Dior homenajeó en 2019 a Le Bal Oriental con una de las fiestas más espectaculares jamás celebradas. Aquello fue toda una extravagancia veneciana donde Dior y Dalí se intercambiaron diseños y Carlos de Beistegui ejerció de anfitrión.

En esa noche de septiembre de 1951 llamó la atención la llegada en góndola de Jacques Fath, vestido del Rey Sol. El diseñador estaba en la cumbre de su carrera y apareció de la mano de su mujer Geneviève con un espectacular atuendo, más propio de la corte de Luis XIV, con el que pocos podían competir. Además, Fath era todo un experto en este tipo de ‘performance’.

placeholder Christian Dior, junto a sus modelos tras un desfile en Londres en los años 50. (Fred Ramage/Keystone/Getty)
Christian Dior, junto a sus modelos tras un desfile en Londres en los años 50. (Fred Ramage/Keystone/Getty)

Considerado el príncipe de la moda y la máxima competencia de Christian Dior (dejando a Cristóbal Balenciaga como un dios inalcanzable por ninguno de los dos), el creador tenía claro que para consolidar su casa necesitaba a la prensa: “Hoy no entendemos la alta costura si no concebimos que esta está fundada en la publicidad”, confesaba en una entrevista. “Estamos en el siglo de la publicidad y la publicidad ha cambiado nuestras condiciones de trabajo”.

¿En qué se reflejaba aquel pensamiento? Más allá de que el propio Fath se convirtiera en un personaje que causaba admiración allá por donde pasaba (las crónicas del momento aseguran que las mujeres acudían a su taller no solo para hacerse con un modelo suyo, sino también para contemplarlo a él), supo entender el poder de las relaciones públicas y para ello decidió convertirse en noticia todos los ‘agostos’.

placeholder El diseñador francés Jacques Fath, en 1950. (Cordon Press)
El diseñador francés Jacques Fath, en 1950. (Cordon Press)

A lo largo del año, Jacques Fath organizaba una media de veinte cócteles y una docena de fiestas más pequeñas, y para verano se guardaba su gran acontecimiento. En su castillo en Corbeville, a las afueras de París, durante las décadas de los 40 y 50 congregó a lo más granado de la sociedad internacional, que se ‘pegaba’ por figurar en la lista de invitados de la fiesta más importante del verano. Salvador Dalí, actrices como Ginger Rogers o Norman Sheather, diseñadores como Pierre Balmain o Jean Dessès, o directores de la talla de Orson Welles o Jean-Louis Barrault eran algunos de sus incondicionales.

Y… ¿cómo eran esas fiestas? Lo cierto es que aquellos eventos eran algo más que un mero rendez-vous. Fath pretendía dar que hablar y lo conseguía gastándose cantidades desproporcionadas de dinero para traerse en un vuelo directo desde Rio de Janeiro a los mejores bailarines de la ciudad carioca, con la primera dama del país encabezando la delegación.

placeholder Algunas invitadas de la fiesta de Jacques Fath. (Cordon Press)
Algunas invitadas de la fiesta de Jacques Fath. (Cordon Press)

Aquel despliegue fue para su baile titulado ‘Lo que sueñan en Bahía’. Al ritmo del mambo, el chachachá y la samba, Fath, su protagonista absoluto y animador, apareció vestido de salvaje de la Pampa. En otra ocasión, bajo el paraguas del título ‘Hollywood 1925’, se disfrazó de Maurice Chevalier y Charles Chaplin, y en 1950, congregó a más de 1.000 personas para celebrar el Oeste americano.

Aquellas fiestas que nacieron para insuflar algo de optimismo a una sociedad que se recuperaba de los desastres de la II Guerra Mundial se vieron frustradas por el temprano fallecimiento de Jacques Fath a causa de la leucemia. Sin embargo, nos dieron uno de los mayores ejemplos de relaciones públicas ejercidos en la moda y uno de los mejores recuerdos que no han dejado de repetirse y que seguro, en breve, volverán.

Quizás algunos ya lo hayan olvidado, pero hubo un tiempo en el que la moda ofrecía las fiestas más espectaculares del mundo. La llegada del covid-19 puso fin a ese universo mágico en el que la noche de Madrid se transformaba, por ejemplo, en un baile de máscaras de la mano de Dior en el Palacio de Santoña, en pleno corazón del barrio de las Letras, o las afueras de Barcelona, de la mano de Hermès, se convertían en un laberinto en el que se jugaba con la luz y los espejos.

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