Los herederos de Cristina Macaya toman las riendas de Es Canyar, su icónica casa de Mallorca
La finca mallorquina, testigo de las veladas más exclusivas de la jet set internacional, pasa a manos de los hijos de la recordada anfitriona, fallecida en marzo de 2023
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Mallorca perdió a una de sus grandes damas en marzo de 2023, pero el legado de Cristina Macaya sigue muy vivo en la finca Es Canyar, en Establiments. Tras su fallecimiento, la legendaria propiedad ha pasado oficialmente a manos de sus herederos. Un paso natural que marca el cierre de una era y abre la incógnita de cuál será el destino de esta joya de la Sierra de Tramuntana.
La transacción se ha oficializado a través de un cambio de titularidad en la empresa propietaria del inmueble. Más de dos años después de su fallecimiento, Cristina López-Mancisidor (su apellido real) ha dejado de ser administradora única en favor de sus cuatro hijos, quienes han creado un consejo de administración. Puestos en contacto con uno de ellos, Javier Macaya, el empresario ha preferido no dar más información sobre el destino que tienen planteado para esta mítica finca, protagonista de la historia social de Mallorca. Hace un año se publicó que pensaban venderla pero en aquel momento lo desmintieron de forma tajante: "Nos han llamado distintas inmobiliarias pero la casa no se vende", opinaban entonces.
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Cristina López Mancisidor (Madrid, 1945), de padre gallego y madre sevillana, descubrió la isla cuando buscaba una sede en España. Se quedó viuda del financiero Javier Macaya sin haber llegado aún a los 30 años, con tres hijos en el mundo y uno más en camino. La filántropa vivía a caballo entre Nueva York, Madrid o Inglaterra, hasta que encontró este lugar. "Escogí el interior porque tiene más actividad y no quería una casa sólo de verano. Recuerdo que estuve buscando un año entero, hasta que encontré ésta en Establiments, que es perfecta porque está aislada y al mismo tiempo muy cerca de Palma y el aeropuerto".
Es Canyar es en realidad la suma de casi una decena de fincas que en total alcanzan las 33 hectáreas de terreno. Todas ellas fueron adquiridas por López Mancisidor entre los años 1990 y 1991. La casa cuenta con un precioso jardín diseñado por la propia Cristina, fuentes, caminos empedrados, y una arquitectura de estilo toscano que respira alma mallorquina por cada piedra. Fue decorada por el interiorista mallorquín Toni Obrador y está enclavada entre bancales de naranjos, con un porche desde el que se divisa el Mediterráneo. Un paraíso.
Macaya fue ampliando y restaurando el lugar con cariño junto a Plácido Arango, quien fue su pareja durante 17 años. Allí no solo se cuidaban los detalles estéticos, sino también los invisibles: el rumor del agua, la elección de la música de fondo, los silencios que invitaban a quedarse.
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"He tenido la suerte de tener muchos amigos y de creer en la libertad", confesaba Macaya en una entrevista en el 'Diario de Mallorca' publicada en 2005. "Quiero pensar que la gente se siente cómoda en mi casa porque no se encuentra agobiada por nada, porque incluso entre personas que no se conocen aquí hay rincones apartados que permiten permanecer en un sitio tranquilo y no ver a nadie".
Por la finca pasaron nombres tan poderosos como discretos. Carlos Fuentes, los Cisneros, Adolfo Suárez y familia, Felipe González, los duques de Kent, los Clinton, Gwyneth Paltrow, Valentino o Michael Douglas compartieron mantel o copa en esas veladas irrepetibles, donde se podía hablar de arte, de política o de los mejores restaurantes locales. También fue refugio de amistades profundas como las que mantuvo con la infanta doña Pilar o con Marta Gayá, que encontraron en Macaya algo más que hospitalidad: complicidad.
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Fue, hasta el final (murió en Mallorca), la gran embajadora oficiosa de la isla, un 'cargo' que compaginó con su labor como presidenta de la Cruz Roja y con otras múltiples causas, como Proyecto Hombre. "Me siento ciudadana del mundo, pero es en Mallorca donde me reconozco", llegó a decir.
La propiedad queda ahora en manos de sus cuatro hijos, que no se han pronunciado sobre el destino de la casa. Una propiedad así podría superar ampliamente los 20 millones de euros, pero por ahora no hay indicios de que vaya a cambiar de dueños. Su valor no se mide solo en metros ni en ubicación: se mide en memoria viva, en historia compartida, en la huella invisible de tantas conversaciones que marcaron un tiempo y un lugar.
Mallorca perdió a una de sus grandes damas en marzo de 2023, pero el legado de Cristina Macaya sigue muy vivo en la finca Es Canyar, en Establiments. Tras su fallecimiento, la legendaria propiedad ha pasado oficialmente a manos de sus herederos. Un paso natural que marca el cierre de una era y abre la incógnita de cuál será el destino de esta joya de la Sierra de Tramuntana.