Pablo Erroz nos abre las puertas de su piso en el centro de Madrid: “Cuando la luz entra, la felicidad también”
El diseñador mallorquín nos invita a descubrir su refugio urbano, un espacio donde la piedra, la madera y la luz natural conviven en perfecta armonía con piezas de diseño español y recuerdos personales que cuentan su historia
“Llevaba años buscando ese lugar que me enamorase nada más entrar. Y cuando por fin lo encontré, lo supe.” Así describe Pablo Erroz el flechazo con su casa en el centro de Madrid. Un piso que, desde el primer momento, lo conquistó por su luz. “Nada más abrir la puerta, la luz lo inundaba todo. Qué importante es eso. Incide directamente en la felicidad”, confiesa.
No fue un hallazgo casual. “Tenía ya casi toda la esperanza perdida. Casi iba a tirar la toalla”, recuerda, con una sonrisa. La vivienda apareció en el momento justo y lo atrapó por completo: no solo por la luz que lo bañaba, sino por las posibilidades que ofrecía la planta y la ubicación. “Si sabes verlas, son infinitas”, añade.
Pablo Erroz, sobre sofá modular de Sklum y cuadro creado junto a Creávalo a base de residuo textil reciclado. (Montse Garriga)
El edificio, con sus molduras, rosetones y chimeneas originales, pertenece a un legado histórico del centro de la ciudad. Sin embargo, para Pablo era crucial que el piso no se quedara anclado en el pasado. “Conservé todo lo que pude —no había mucho más que conservar (risas)—, pero era fundamental que la vivienda respirase tiempos actuales. Abrí los espacios, elevé los techos y aposté por materiales duraderos y sostenibles.”
Un vistazo general de céntrico piso de Pablo Erroz. (Monste Garriga)
Luz, amplitud y materiales nobles
La luz natural es el hilo conductor de toda la vivienda. Pablo insiste: “Era vital que la parte sur inundase el máximo de espacios y que el aire circulara por toda la vivienda.” Gracias a esta decisión, los espacios fluyen sin obstáculos, y el diseño interior se construye alrededor de esa luminosidad. “Una vez que la luz estaba resuelta, la decoración surgió casi de manera natural”, comenta. Los tonos neutros, los tejidos orgánicos y los materiales naturales como piedra, madera y arcilla se convierten en aliados para crear atmósferas relajadas y acogedoras.
Uno de los rincones más luminosos del salón con butaca Mies Van de Rohe para Knoll, espejo original de 1900 por los ebanistas españoles Simón Loscertales Bona y tabuerte Vicent Van Duysen. (Monste Garriga)
“La piedra y la madera tienen alma”, asegura. “Me fascina pensar que provienen de la naturaleza y que, al tocarlas, conectas con miles de años de historia. Influyen en tu estado emocional, transmiten calma y, además, son sostenibles”. Cada textura, cada superficie, fue pensada para ofrecer sensaciones táctiles que conecten con el día a día. Caminar descalzo sobre el parquet, sentir la rugosidad de la piedra o la calidez de la madera es, para él, un pequeño lujo cotidiano.
Muro con ladrillo visto recuperado y obra regalo de Mariscal. (Monste Garriga)
Artesanía y colaboración: el valor de los oficios tradicionales
Como en sus colecciones de moda, Pablo valora la colaboración y los oficios tradicionales. “Sin los artesanos, nada tendría vida. Es fundamental”, asegura. Para los revestimientos de piedra natural, trabajó con Cupa Stone, con quienes además está preparando una línea de iluminación. “Pero su trabajo no se entiende sin los artesanos que dan forma final a cada pieza, como el equipo de Decor Ropema. Igualmente, Quideva e Iber Parquet garantizan que la madera provenga de origen sostenible y su colocación sea impecable. Es un aprendizaje constante: cada profesional aporta, y aprendes de ellos, al igual que ellos aprenden de ti.”
Las paredes recubiertas de arcilla natural de Ecoclay son otro ejemplo de cómo la tradición y la innovación conviven en el piso. La técnica, novedosa y artesanal, permite que la vivienda “transpire” mejor y crea un ambiente más sano y equilibrado.
Un detalle del dormitorio de Pablo Erroz. (Monste Garriga)
La cocina: un espacio para vivir y recibir
Si hay un corazón en la casa, ese es la cocina, diseñada junto a Doimo Cucine Cuoco Spazio. “Queríamos una cocina que no pareciera cocina”, confiesa Pablo. La gran isla de cuarcita Paraná es su pieza favorita: un monolito que da la bienvenida a los invitados y que combina estética y funcionalidad. “El objetivo era crear un espacio para recibir a gente. Las mejores fiestas siempre acaban y empiezan en la cocina”, afirma.
Los tonos neutros y los materiales naturales vuelven a ser protagonistas. Cada cajón, cada estantería, fue pensado para optimizar el almacenamiento sin sacrificar el diseño. “Trabajar con un equipo que entiende tu visión es fundamental. Con Doimo no solo colaboré: hicimos amigos.”
La cocina de Domi Cucine-Cuoco Spazio. (Montse Garriga)
Salón y piezas con historia
El salón combina piezas de diseño español, obras de amigos y creaciones propias de Pablo. “Quería apostar por el made in Spain. Tenemos un talento increíble y hay que ponerlo en valor”, explica. Entre los objetos que dan alma al espacio, destacan un cuadro de Guinovart que lo acompaña desde su infancia, un Coby de Mariscal de las olimpiadas del 92 y una butaca de Mies Van der Rohe adquirida en subasta. “Nada está por estar; cada objeto tiene una historia. Y con los años aprendes a ser selectivo, tanto en la decoración como en las amistades”, comenta.
Un plano general del salón del céntrico piso. (Montse Garriga)
Arte y emoción en cada rincón
El arte no necesita ser monumental para Pablo: basta con que tenga significado. Obras de amigos como Susy Gómez, un cuadro de Mariscal o su primera incursión en textil con Bujosa ocupan lugares estratégicos. “No selecciono por cantidad ni por nombre, sino por calidad emocional. Cada pieza tiene un porqué”, asegura. Esta filosofía impregna toda la vivienda y le da una coherencia que mezcla historia personal, pasión por el diseño y sensibilidad estética.
Rincón con obras de Ikat Erroz. (Montse Garriga)
Tonos, texturas y sensaciones
Los tonos neutros dominan el espacio, combinados con la textura de materiales naturales: piedra, madera y arcilla. “Busco un ambiente calmado, slow, alejado del ruido exterior”, explica. Cada elección, desde el parquet hasta la iluminación, está pensada para fomentar la conexión con la naturaleza y el bienestar cotidiano. “Caminar descalzo por casa es un placer que no estoy dispuesto a renunciar. Nada sustituye la sensación de la madera auténtica bajo los pies”, añade, con un toque de humor frente a las modas de suelos imitativos.
Curva alistonada en Piedra natural de Mallorca de CupaStone por Decorropema y material en liso separados por ciga original vivienda. (Montse Garriga)
La estancia favorita: el baño
Sorprendentemente, la estancia que más disfruta Pablo no es el salón ni la cocina, sino el baño. “Es mi refugio, igual que un buen baño de hotel. Es un espacio pensado para desconectar y cuidarte, algo fundamental en la vida moderna.” Cada elemento, desde la iluminación hasta la elección de materiales, está diseñado para ofrecer comodidad, serenidad y un toque de lujo discreto.
Mármol verde de Cupa Stone y lavabo en piedra natural hecho a medida por Decorropema.(Montse Garriga)
Mezcla de piezas contemporáneas, vintage y de autor
El criterio de selección de mobiliario es emocional: “Cada pieza simboliza algo para mí. Hay objetos que me han acompañado toda la vida y otros que introduje recientemente, como piezas de Tikamoon por su filosofía de trabajar con materiales reciclados y maderas naturales, o de Minim Madrid, obsesionados por la iluminación y el buen diseño contemporáneo.” La mezcla, cuidadosamente calibrada, refleja un equilibrio entre funcionalidad, estética y memoria afectiva.
Estantería creada junto a Fucking Wood en nogal natural con algunos objetos significativos como: Cony de Mariscal, cuadro recuerdo dede David
Delfin, lámparas Tramo, Bellini o Sylvestrina. (Montse Garriga)
La esencia del hogar: recuerdos, luz y vida
Lo que realmente hace que la vivienda sea un hogar para Pablo no son solo los objetos o los materiales, sino la vida que se genera en ella. “Una iluminación cuidada, piezas que han estado conmigo siempre y recuerdos personales me hacen sentir en casa. Pero un hogar requiere tiempo: fiestas, copas de vino derramadas, un poco de desorden… Poco a poco las paredes van sintiendo la nueva vida”, reflexiona.
Su casa, aunque impecable y cuidadosamente pensada, es también un lugar para vivir sin rigidez, donde la luz, los materiales nobles y los recuerdos se entrelazan para crear un refugio urbano único.
Un plano del salón de la vivienda. (Montse Garriga)
Mirando al futuro
Aunque el piso ya refleja su esencia, Pablo admite que es un espacio en constante evolución. “Soy inquieto, siempre estoy cambiando cosas. Seguro que con el tiempo irá transformándose nuevamente, pero siempre desde una misma esencia”, concluye.
Entre la piedra, la madera, la luz natural y las piezas con historia, el hogar de Pablo Erroz en el corazón de Madrid es un testimonio de cómo la sensibilidad estética, la artesanía y la emoción pueden convivir en perfecta armonía. Es un lugar donde la felicidad no es un accidente, sino una consecuencia de vivir rodeado de belleza, sentido y significado.
“Llevaba años buscando ese lugar que me enamorase nada más entrar. Y cuando por fin lo encontré, lo supe.” Así describe Pablo Erroz el flechazo con su casa en el centro de Madrid. Un piso que, desde el primer momento, lo conquistó por su luz. “Nada más abrir la puerta, la luz lo inundaba todo. Qué importante es eso. Incide directamente en la felicidad”, confiesa.