Cuando Bianca Censori puso en jaque el cambio de perspectiva de la desnudez femenina: del arte clásico a las reivindicaciones contemporáneas
Mientras que los pasillos de museos como el Prado están llenos de cuadros representando el cuerpo de las mujeres, lo que genera debate es ver como la modelo o Inés Hernand deciden cuándo y cómo mostrarlo
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“No sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas”, decía Rigoberta Bandini en su canción ‘Ay, mamá’. A nadie le sorprende dar un paseo por el Museo del Prado y observar la desnudez en sus cuadros. De ‘La maja desnuda’ de Goya a ‘La libertad guiando al pueblo de Delacroix’, los cuerpos de las mujeres han sido pintados desde la antigüedad. Sin embargo, en la actualidad, cuando tras siglos de lucha intentado romper tabús, el desnudo femenino sigue generando un escándalo mediático.
El último ejemplo es Bianca Censori, la arquitecta que ha acaparado titulares por su aparición en la alfombra roja de los Premios Grammy con un vestido de malla transparente que dejaba a la vista toda su anatomía. Su elección estilística ha desatado una tormenta de críticas y un debate que pone en cuestión la doble vara de medir en torno al cuerpo femenino.
La modelo y su marido, Kanye West, han protagonizado numerosas apariciones en las que la diferencia en su indumentaria es evidente: él, siempre cubierto con estilismos oscuros y holgados; ella, con atuendos que desafían los códigos de vestimenta tradicionales. Pero en la gala de la música americana, la ecuación alcanzó un nuevo nivel cuando Censori se despojó de su abrigo de pelo para revelar su vestido completamente transparente, sin ropa interior.
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Poco después, la pareja fue invitada a abandonar el evento. En cuestión de minutos, la imagen dio la vuelta al mundo y las redes sociales se llenaron de opiniones polarizadas, desde acusaciones de cosificación hasta análisis sobre el control que el rapero podría estar ejerciendo sobre su esposa.
El escándalo suscitado contrasta con la naturalidad con la que se contempla la desnudez en el arte clásico. Obras como ‘El nacimiento de Venus’ de Botticelli, ‘La Venus del espejo’ de Velázquez o ‘Las señoritas de Avignon’ de Picasso han representado el cuerpo femenino sin que su exhibición cause revuelo. ¿Por qué, entonces, cuando es una mujer la que decide mostrarse se genera tanto rechazo? ¿Acaso es más tolerable la desnudez cuando está filtrada por la mirada masculina y encorsetada en un marco artístico tradicional?
La profesora Mireia Ferrer Álvarez, experta en Historia del Arte de la Universitat de València, analiza esta paradoja: “A lo largo de la historia, el desnudo femenino ha estado regido por una relación de poder: el sujeto que miraba y el cuerpo mirado. Es decir, el hombre como sujeto observador y la mujer como objeto de contemplación”.
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Esta relación ha sido teorizada como 'escoptofilia', según la profesional. “Es el deseo que se experimenta al contemplar un cuerpo, normalmente femenino, por parte de otro, normalmente masculino”. En este sentido, opina, el museo dota al desnudo de una legitimidad estética, mientras que cuando la mujer es quien decide mostrarse en un contexto diferente, la reacción es muy distinta. “El gesto de Inés Hernand en el Benidorm Fest, por ejemplo, es un acto de empoderamiento en el que ella toma la agencia de su propio cuerpo y decide cuándo y cómo ser vista”, añade Ferrer Álvarez.
Esta idea de apropiación del cuerpo también ha sido una constante en el activismo de artistas como Rocío Saiz, que durante años ha reivindicado la libertad del desnudo femenino en sus conciertos. Sin embargo, tras enfrentarse a problemas legales, como cuando la Policía interrumpió un show, y ataques, ha decidido dejar de hacerlo. Fue en aquel momento en el que desde la sororidad salieron otras compañeras, como Eva de Amaral, ha hacer toples en su defensa.
Su opinión ahora sigue siendo igual de clara: “Cualquier cosa que hagamos las mujeres es utilizada como una herramienta de censura y opresión. Les da miedo que tomemos decisiones por nosotras mismas”. “No entiendo por qué hay debate en torno a lo que hacemos nosotras y no sobre ellos. No existe discusión sobre los pechos masculinos”, apunta.
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La cantante sentencia contundente que el problema es que a las mujeres no se les permite vivir de la manera que quieran. “Todo está abierto a opinión, todos tienen que decir lo que les parece cuando esto a la inversa no se hace”, concluye.
El caso de Bianca Censori también pone sobre la mesa otro aspecto: el control sobre la imagen femenina dentro de las relaciones de pareja. Kanye West ha sido señalado en diversas ocasiones por influir en el estilo de sus parejas. Su exesposa Kim Kardashian reveló que el cantante hizo una limpieza de su armario al inicio de su relación para adaptar su imagen a sus estándares.
Julia Fox, otra de sus exparejas, contó que en su segunda cita le cambió su ropa por prendas de su diseñador y que la animaba a operarse el pecho. Ahora, las restricciones que supuestamente impone a Bianca Censori, como elegir su vestuario o limitar su alimentación, han generado un intenso debate sobre la autonomía de la arquitecta en sus decisiones.
En la mayor parte de las obras fundamentales de la historia del arte, el desnudo femenino ha sido representado por artistas hombres y consumido por espectadores masculinos. Sin embargo, cuando es una mujer la que decide mostrarse por su propia voluntad, la reacción suele ser de escándalo o censura.
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En los últimos años, figuras como Eva Amaral, Inés Hernand o la propia Rocío Saiz han utilizado la desnudez como una herramienta de protesta, desafiando la normatividad y reivindicando su derecho a decidir sobre sus propios cuerpos. Como señala la profesora Ferrer Álvarez: “Cuando el desnudo es una elección propia, el sujeto femenino adquiere capacidad para decidir cuándo, cómo y dónde quiere ser mirado. Esto genera incomodidad en un sistema que históricamente ha regulado la imagen de las mujeres”.
Las redes sociales han actuado como un amplificador de estos debates, evidenciando la contradicción de una sociedad que consume y celebra la sexualización del cuerpo femenino cuando responde a un canon impuesto, pero que se escandaliza cuando una mujer muestra sus pechos desde su propia agencia. Al final no hay que olvidar, apuntaba la canción de Rigoberta Bandini: “Sin ellas no habría humanidad ni habría belleza”.
“No sé por qué dan tanto miedo nuestras tetas”, decía Rigoberta Bandini en su canción ‘Ay, mamá’. A nadie le sorprende dar un paseo por el Museo del Prado y observar la desnudez en sus cuadros. De ‘La maja desnuda’ de Goya a ‘La libertad guiando al pueblo de Delacroix’, los cuerpos de las mujeres han sido pintados desde la antigüedad. Sin embargo, en la actualidad, cuando tras siglos de lucha intentado romper tabús, el desnudo femenino sigue generando un escándalo mediático.