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El hombre que dejó de ser Junior para convertirse en el marido de Rocío Dúrcal
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LA MARCHA DE MARIETA LE DEJÓ HERIDO DE MUERTE

El hombre que dejó de ser Junior para convertirse en el marido de Rocío Dúrcal

Marieta y él llegaron a un acuerdo por el que uno de los dos dejaría su carrera musical para preocuparse de sus tres hijos. Ella triunfaba en México con sus rancheras, así que decidieron que sería él

Foto: Rocío Dúrcal y Antonio Morales (Gtres)
Rocío Dúrcal y Antonio Morales (Gtres)

Antonio Morales era el guapo de Juan y Junior, el duo que arrasaba entre las teenager de los años sesenta con temas como Anduriña que luego versionaría Serrat y hace un par de años Lys, la hija de Juan Pardo, la otra mitad. Era un triunfador que enamoró a Rocío Dúrcal, la niña prodigio que, junto a Marisol, representaba la réplica en versión fememina. Les dedicaron A dos niñas porque cada uno tonteaba con una de ellas. Juan con Rocío y Junior con Marisol.

Al poco tiempo hubo cambio de parejas y Junior se quedó con Marieta, como se la ha conocido familiarmente a la reina de las rancheras. Su matrimonio duró como los votos que se firman ante la iglesia para toda la vida o “hasta que la muerte os separe”. En este caso un cáncer, que se llevo a la “única mujer de mi vida”, como definía su relación con la madre de sus tres hijos: Carmen, Antonio y Sheila. Por ellos dejó su carrera artística mientras que Rocío triunfaba en México con sus rancheras. Primero de la mano de Juan Gabriel y luego en solitario.

placeholder Rocío Dúrcal y Antonio Morales (Gtres)

Fue un pacto de padres. Ambos decidieron que uno de los dos debía quedarse en casa para organizar la vida cotidiana de los niños. Y fue Antonio el que optó por el papel menos vistoso en unos tiempos en que no era habitual que el varón, cabeza de familia, ejerciera un papel eminentemente femenino. “Ahora es normal que el marido pida la baja maternal y que se dedique a tareas domésticas, pero en aquel momento no nos favoreció. A mí porque me tachaban de pusilánime y a Marieta de mala madre por abandonar a sus hijos a cambio de su carrera musical”, recordaba cuando le preguntaba si le había merecido la pena la decisión de apartarse de su mundo artístico.

Cuando llegaron a esa alianza dejó de ser Junior para convertirse en “el marido de la Dúrcal”, una apelativo que no le molestaba, todo lo contrario. “Estoy superorgulloso de cómo lleva su carrera y del sacrificio que es para ella pasar tanto tiempo fuera de casa”, decía cuando le entrevistaban y le preguntaban por cómo se sentía al no ser la figura principal de la pareja. Fue una elección de la que nunca se arrepintieron ninguno de los dos. Una vez que los niños crecieron, Junior comenzó a acompañar a su Marieta del alma en sus giras. Supervisaba la acústica, las luces, el vestuario, el maquillaje en los conciertos… No dejaba nada al azar, aunque había personas contratadas para esos menesteres que en ocasiones se mosqueaban porque consideraban que no se fiaba de ellos. Era un profesional y esa faceta nunca le abandonó, aunque no se planteó volver. De hecho llegó a rechazar varias ofertas en las que les proponían grabar algunos temas juntos.

La pena se adueñó de su vida

Fueron tiempos felices y el chalet de Torrelodones era el lugar de encuentro de amigos, familiares y periodistas que compartían celebraciones con la familia. Un ambiente bullicioso donde nunca faltaba el fin de fiestas a cargo de Dúrcal, a la que todos hacían los coros. Esos encuentros no desaparecieron ni en los tiempos de la quimioterapia, que la dejaban agotada. Ella era el eje de esa casa y el centro de la vida de Junior. Por eso, cuando murió, la alegría desapareció del hogar y él nunca se recuperó.

placeholder Antonio Morales junto a sus hijas Shaila y Carmen durante el funeral de Rocío (Gtres)

El pasado 23 de marzo se cumplían ocho años de la muerte de su Marieta. Antonio Morales no tuvo que recordar esa fecha porque “todos los días mi primer y último recuerdo antes de dormir es para ella”, me decía la última vez que hablé con él. Reconocía que tenía suerte porque sus hijos y sus nietos tenían salud, eran felices y además los había recuperado después de varios desencuentros por la herencia de la madre. Pero en su vida, siempre había un ‘pero’, que se traducía en: “¡La echó tanto de menos!”. Ahora estén donde estén, podrán volver a cantar el Me gustas mucho, la ranchera que bordaba la Dúrcal.

Antonio Morales era el guapo de Juan y Junior, el duo que arrasaba entre las teenager de los años sesenta con temas como Anduriña que luego versionaría Serrat y hace un par de años Lys, la hija de Juan Pardo, la otra mitad. Era un triunfador que enamoró a Rocío Dúrcal, la niña prodigio que, junto a Marisol, representaba la réplica en versión fememina. Les dedicaron A dos niñas porque cada uno tonteaba con una de ellas. Juan con Rocío y Junior con Marisol.

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