La decisión de Rainiero hace 20 años que afecta hoy a algunos de sus nietos y bisnietos
Rainiero reformó la Carta Magna y la nueva la ley de trasmisión de derechos dinásticos sí reconocía que el derecho a reinar podría pasar también de hermano a hermana
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Durante la primavera del 2014, el Palacio Real monegasco anunció la feliz noticia de que la princesa Charlène estaba embarazada de mellizos: un niño y una niña que llegaron al mundo a finales de aquel año.
Con este nacimiento se aseguraba la sucesión al trono en el Principado. Pero que esto ocurriría era algo que no podía saber Rainiero de Mónaco en vida. Al padre del príncipe Alberto le preocupaba el hecho de que en el año 2002 su hijo no hubiera encontrado una persona con la que formar una familia, así como la consecuente falta de descendencia.
El 2 de abril, hace este sábado 20 años, el hoy fallecido monarca tomó una decisión que cambió para siempre la línea de sucesión al trono.
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Hasta ese momento, la antigua Constitución de 1962 declaraba limitada la sucesión al trono solo a los hijos del monarca. Si este moría sin descendencia, ni sus hermanas ni los hijos de estas podían optar a esa posibilidad. Pero el 2 de abril de 2002, Rainiero reformó la Carta Magna y la nueva la ley de trasmisión de derechos dinásticos sí reconocía que el derecho de reinar podía pasar también de hermano a hermana.
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En 2005, tras la muerte de Rainiero, Alberto de Mónaco sorprendió al mundo haciendo público un comunicado en el que admitía ser padre de un niño llamado Alexandre, que por aquel entonces contaba con casi dos años de edad y que había nacido fruto de una secreta relación con la exazafata togolesa Nicole Coste. Un año más tarde reconocía que también era padre de una joven llamada Jazmin Grace, fruto de una relación con una camarera llamada Tamara Rotolo.
Ninguno de los dos, sin embargo, tendría jamás opciones al trono, ya que la ley de transmisión de derechos dinásticos aprobada por Rainiero en 2002 no permite un puesto en la línea de sucesión a hijos que no hayan sido legitimados por el matrimonio de sus padres.
Fue el hijo concebido con Charlène, con la que sí se había casado, el primero en tener derecho a ese trono.
En el caso de que Alberto de Mónaco no hubiera tenido descendencia o ante la pequeñísima probabilidad de que ya no cuente con ella cuando fallezca o si decide abdicar, las princesas Carolina y Estefanía y los hijos de estas nacidos fruto de un matrimonio cuentan con unos derechos sucesorios que antes no tenían gracias a la reforma realizada por Rainiero.
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Antes del nacimiento de los hijos de Alberto y Charlène, Carolina de Mónaco ocupaba el primer puesto en la línea de sucesión al trono seguida por sus hijos. Su hija, Carlota Casiraghi, ocupaba el quinto puesto, por detrás de sus hermanos varones y de los hijos de estos. Sin embargo, la decisión de su abuelo Rainiero de no aceptar a hijos fuera del matrimonio como posibles herederos al trono ha perjudicado a Raphaël Elmaleh, el hijo que Carlota tuvo con Gad Elmaleh, con el que no se llegó a casar. Por este motivo, Raphaël Elmaleh no opta a los derechos de sucesión.
Lo mismo le ocurre a Camille Gottlieb, la hija pequeña de la princesa Estefanía de Mónaco, que se queda fuera de la línea mientras su madre no contraiga matrimonio con Jean-Raymond Gottlieb, su padre. Los hermanos de Camille, Luis y Paulina Ducruet, sin embargo, sí tienen ese derecho y ocuparían el octavo y el noveno puesto si el príncipe Alberto no contase con descendencia en el momento de su fallecimiento o de una abdicación.
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De esta forma, se cumple con el artículo 10 de la reforma de la Carta Magna realizada en 2002: “La sucesión al trono abierta por fallecimiento o abdicación recae en la descendencia directa y legítima del príncipe reinante, por orden de primogenitura, con preferencia del varón sobre la mujer, en el mismo grado de parentesco. A falta de descendencia directa y legítima, la sucesión se efectúa en beneficio de los hermanos y hermanas del príncipe reinante y de sus descendientes directos y legítimos, por orden de primogenitura con preferencia del varón sobre la mujer, en el mismo grado de parentesco”.
Dicha reforma aclara además que “la sucesión al trono solo puede efectuarse en beneficio de una persona que tenga la nacionalidad monegasca el día en que se inaugura la sucesión” y que “para el ejercicio de los poderes soberanos, la mayoría de edad se establece a los 18 años”.
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Durante la primavera del 2014, el Palacio Real monegasco anunció la feliz noticia de que la princesa Charlène estaba embarazada de mellizos: un niño y una niña que llegaron al mundo a finales de aquel año.