Urdangarin apura las vacaciones con sus hijos en Barcelona (y una cita inesperada con la Infanta)
Irene, Miguel y Pablo Urdangarin están pasando estos días con su padre en la capital catalana. Antes de la Semana Santa coincidieron con doña Cristina, pero ella le esquivó
La de Iñaki Urdangarin fue una visita inesperada que dejó a todos descolocados. La infanta Cristina estaba en Barcelona desde el viernes 8 de abril con sus hijos Pablo e Irene. Iban a pasar la Semana Santa juntos, primero en la capital catalana, para irse el miércoles a Emiratos Árabes y estar con su abuelo, el rey Juan Carlos I. Los tres esperaban la llegada de Miguel, el tercer hijo del matrimonio, que vive fuera. Miguel hizo parada en Vitoria para estar con su padre.
Y el martes 12, de forma imprevista, Urdanagarin se comunicó con la Infanta para avisar de que llevaba él a Miguel en coche desde el País vasco. Nos cuentan que se formó cierto lío, porque doña Cristina no quería encontrarse con Urdangarin y él, ya de vuelta de todo, se movió por la capital catalana como si nada. Nadie le esperaba en la ciudad y se cruzaron en varios lugares sin haber quedado.
La pareja, según ‘Semana’, ya ha disuelto las capitulaciones matrimoniales que firmaron cuando se casaron, hace casi 25 años, un primer y firme paso para su divorcio. El acuerdo, según la publicación, prevé que Irene siga bajo la custodia de su madre y que todos los gastos de los hijos los asuma la Infanta. Eso sí, no deberá pagarle nada al que será su exmarido, ni en forma de pensión compensatoria ni por la manutención de los vástagos. Los estudios los pagan los abuelos maternos, así que ese asunto queda fuera del acuerdo.
"Cristina no está bien"
No hay vuelta atrás, se ha dicho ya muchas veces, y aunque Urdangarin lo tiene claro y sigue “feliz” con su nueva pareja, Ainhoa Armentia, la infanta sigue tratando de recomponerse. Nos lo dicen desde su entorno directo: “Cristina aguanta pero no está bien, lo dio todo por su familia y ahora se ve sola en Ginebra con un futuro que nunca se imaginó”. Por eso no quiere cruzarse con su todavía marido y por eso han sucedido escenas extrañas estos días en Barcelona.
La semana pasada, por ejemplo: el martes pasado la Infanta se fue a unos grandes almacenes situados cerca de las oficinas de La Caixa, a donde fue a trabajar los días que estuvo en la ciudad, y pasó un rato comprando regalos para su viaje a Abu Dabi. Cuando ella salía entraba Urdangarin, por otra puerta, eso sí, creando confusión a los escoltas y a los amigos, que no sabían cómo encarar la situación.
Ambos en Pedralbes
Porque además, Iñaki iba acompañado de Roberto Molina, pareja de Cristina Fernández, un matrimonio íntimo de la expareja Urdangarin de Borbón. Sobre todo de la Infanta, que ha compartido regatas con Fernández desde que era muy joven. Tanta es la amistad que, cuando se mudaron, eran ellos quienes guardaban una llave de la casa de Pedralbes. Pues bien, pese a todo, Iñaki estuvo también en los mismos grandes almacenes en los que sabía que estaba su mujer, aunque no se cruzaron.
Tras las compras, en su caso para ir a casa de los Molina Fernández a pasar la tarde-noche (supuestamente para ver el partido del Real Madrid en televisión), Urdangarin paseó tranquilo por los aledaños del hotel en el que se alojaba Cristina de Borbón. Sus amigos viven a pocos pasos de este establecimiento en el que se ha alojado tradicionalmente toda la familia. Incluso han pasado alguna noche en su casa.
Desayuno con "papi"
Ante la ‘coincidencia’, la Infanta puso rápido tierra de por medio y se fue con Irene y Miguel a Abu Dabi, como tenía planeado. Allí se les sumó Pablo, algo más tarde porque tenía entrenamiento con el equipo de balonmano del Barça. A la vuelta, todos se alojaron de nuevo en el hotel en el que siempre pasan sus días barceloneses: los AC Apartamentos Victoria Marriot. Y allí estaba este miércoles 20 de abril Iñaki Urdangarin desayunando con dos de sus hijos, Irene y Miguel.
Sentados en una mesa esquinera, que se había tapado con un biombo, el exduque de Palma daba indicaciones a su hija para que firmara unos documentos ante la aburrida mirada de Miguel, que se acercaba al bufé libre del desayuno para tomar algo. Juntos estuvieron buena parte de la mañana. Después, Urdangarin se quedó solo, al teléfono primero y revisando unos documentos después, mientras sus hijos subían a sus habitaciones.
El emérito, protagonista
Es la nueva rutina de la familia, la de tantas familias con parejas separados. Unos días con el padre, otros con la madre, y equilibrios para llevarse bien entre todos. Esa es la principal intención de la hermana de Felipe VI, quien ha contado además con la ayuda de su padre, Juan Carlos I, para el proceso de divorcio.
Este mismo miércoles Pablo jugaba con el Barça B de balonmano y este vez era Urdangarin padre quien se sentaba en las gradas. En la anterior cita, fue la Infanta quien estuvo con su hijo, así que había que compensar. Urdangarin, nos dicen, es consciente de lo mal que lo pasa su mujer y trata de explicarse a los suyos. Por eso queda con amigos comunes, para contarles lo que ha sucedido y cómo se siente. Dice que siempre querrá a la madre de sus hijos, que es una “muy buena mujer, una persona excepcional” (parafraseando así a su abogado, Mario Pascual Vives), y que hará “todo lo posible por no hacerle daño”.
Otra cosa, nos dicen, es su familia política. El exduque de Palma “está decepcionado con todos” y no quiere saber nada de su vida anterior. Y en este punto, sus amigos lo comprenden y algunos hasta le dan la razón. La Casa Real española pesa mucho en la vida de sus miembros y exmiembros y quienes pueden, escapan de ella. Así lo ha hecho Urdangarin, que no piensa girar la cabeza para toparse con su pasado.
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La de Iñaki Urdangarin fue una visita inesperada que dejó a todos descolocados. La infanta Cristina estaba en Barcelona desde el viernes 8 de abril con sus hijos Pablo e Irene. Iban a pasar la Semana Santa juntos, primero en la capital catalana, para irse el miércoles a Emiratos Árabes y estar con su abuelo, el rey Juan Carlos I. Los tres esperaban la llegada de Miguel, el tercer hijo del matrimonio, que vive fuera. Miguel hizo parada en Vitoria para estar con su padre.