Tamara Falcó: el día que aprendió a esferificar y emplatar

Tamara Falcó ya ha debutado como aprendiz en el programa de TVE 'MasterChef Celebrity'. En su primera aparición televisiva no ha defraudado y ha demostrado ser una buena concursante. Tranquila y apoyando a su amigo y jefe del equipo Juan Avellaneda. Con el diseñador y parte de su familia vieron el programa, donde, por supuesto, no faltó Ramona, la cocinera. Quizá la única de la casa que realmente confiaba en ella y con la que practicaba sus clases semanales, a las que deben acudir los concursantes para su aprendizaje. Les enseñan las bases de la cocina y también especialidades como las esferificaciones o la técnica de encapsular líquidos.

Durante las grabaciones, Tamara experimentaba lo que había aprendido y sus amigos se convirtieron en sus mejores testadores. Isabel Preysler dudaba de esa nueva faceta de su hija. Pero cuando Mario Vargas Llosa probó uno de los platos que había preparado para “sus conejillos de laboratorio” no tuvo más remedio que cambiar de opinión. “Mami me dijo: 'Mario me ha comentado que estaba riquísimo, quiero probarlo”. La hija se tomó su venganza y le respondió que la cocina ya estaba cerrada.

La noche del estreno televisivo recibió los aplausos de Ana Boyer, Fernando Verdasco y, por supuesto, de Isabel Preysler: “A mami le gustó. Sabe que me he esforzado mucho porque es un programa muy competitivo”.

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Tamy (como la llaman sus amigos) es uno de los personajes potentes de esta cuarta edición, que finalizó su grabación a finales de julio. No puede contar ni adelantar nada de lo que va a suceder en los tres meses siguientes y mucho menos dar pistas sobre las eliminaciones. La primera en desaparecer de las cocinas televisivas ha sido Ana Obregón, que ha pedido disculpas por su actuación: “Ya habéis podido apreciar esta noche que esto de la cocina no se me da de Oscar. Lo dijo Steven (Spielberg)”. Por el momento, Tamara mantiene su delantal.

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La hija del marques de Griñón, con su sinceridad habitual, contaba que el primer día estaba esperando que apareciera algún profesional contratado por el programa para ayudar a cocinar fuera de cámara “y resulta que no había nadie, que todo lo tenemos que hacer nosotros y además en el tiempo marcado”. Y por supuesto, con las tensiones que marcan los compañeros. Ella lo tiene claro y mientras estuvo participando no tuvo conflictos con nadie, como sí ha sucedido con otros aspirantes de carácter más bronco. Dice que lo único que la saca de quicio (en general en la vida) es la mala educación.

Una de sus máximas es no perder los nervios y así lo confirman a Vanitatis algunos de los compañeros del concurso: “Tamara es un amor, muy divertida y tranquila. Es la que mejor sabe emplatar”. Y utiliza los pasajes del Evangelio para su vida profesional, como el versículo de San Mateo en el que Jesucristo dice a los discípulos: “Los últimos serán los primeros en el reino de los cielos”.