El día de Carolina: boda en Alicante, vestido de novia con blusa desmontable y un ramo rústico
Francisco y Carolina se casaron en su ciudad natal el pasado verano rodeados de sus familiares y amigos en un enlace al aire libre 100% inspirador
Con vidas paralelas desde la infancia, una fiesta de un amigo común fue el detonante para que surgiese la chispa entre Carolina y Francisco. "Ambos sabíamos de la existencia del otro, ya que estudiamos en el mismo colegio, pero nunca habíamos coincidido fuera de él hasta ese día", cuenta esta novia alicantina. La fiesta en cuestión sucedió en 2016, "era el cumpleaños del hermano de una de mis mejores amigas, que a su vez es uno de los mejores amigos de Fran", detalla.
Como ocurre en las mejores historias de amor, el destino estaba escrito. "Yo no iba a ir, ya que en ese momento estaba estudiando la oposición y no podía distraerme demasiado, pero cenando con mis amigas nos animamos un rato y ahí nos conocimos. Desde ese día hasta hoy".
Siete años de noviazgo hasta el gran día y un cambio de residencia que no afectó a su relación. "Siempre hemos vivido en Alicante hasta que en septiembre de 2021 me tuve que ir a Barcelona porque aprobé mi oposición al cuerpo de gestión procesal y administrativa de la administración de justicia y obtuve plaza allí".
Una última etapa antes del 'sí, quiero' que estuvo marcada por la distancia, los viajes entre Alicante y Barcelona, más los esperados reencuentros. "La pedida fue el 27 de mayo de 2022, en uno de los fines de semana que iba de visita a Alicante. Fran me recogió en la estación y fuimos a por cena a nuestro japonés favorito. Al llegar a casa, abrí la puerta y el salón estaba lleno de fotos nuestras con nuestra historia escrita y una última foto con la famosa frase '¿quieres casarte conmigo?'". La respuesta de Carolina fue sí.
"Nada más pedirme matrimonio, llamé a mi mejor amiga, Ángela, que además ese día por la mañana me confesó que había soñado que Fran me lo iba a pedir y claro, tenía que ser la primera en enterarse. Luego se lo dijimos a nuestros padres y poco a poco, a todos nuestros amigos". Su compromiso matrimonial y su boda estaba en marcha.
"Lo cierto es que unos meses antes habíamos hablado de casarnos y nos imaginábamos cómo sería nuestro día. Yo siempre le decía que me tenía que pedir matrimonio en Menorca, ya que fue nuestro primer viaje y le tenemos especial cariño, pero la pedida fue de lo más inesperada, íntima, sencilla y, sin duda, preciosa", recuerda.
Ella en Barcelona y él en Alicante, no quedó más remedio que organizar separados el enlace. "Los preparativos fueron a distancia", recuerda.
Lo primero, encontrar fecha en su templo soñado. "En la Basílica de Santa María, es nuestra iglesia y teníamos superclaro que nos casaríamos ahí. Yo tengo un vínculo muy especial con ella y una vez la tuvimos vino rodado todo lo demás. Un proceso muy emocionante y lleno de felicidad, con algo de nervios también". Carolina y Francisco marcaron el 9 de septiembre de 2023 en el calendario. Tras la ceremonia religiosa, la finca El Limonar sería el lugar para celebrar su amor.
De la papelería de la boda se encargaron las tías de la novia, "desde las invitaciones al seating plan, todo me lo hicieron ellas, tienen una papelería, Lovescrap, y un gusto exquisito".
Lo más importante estaba en marcha y Carolina pudo centrarse en encontrar el diseñador para su vestido de novia. Un traje que acabaría en manos de Aleste Atelier, un taller nupcial de referencia en Valencia. "Lo conocí viendo fotos en Instagram y me enamoré de su estilo, lo vi muy parecido al mío".
La novia de 30 años terminó con convencerse de que era el lugar idóneo cuando puso un pie en su taller por primera vez. "Cuando conocí a Alicia y a Carmen, de Aleste Atelier, no tuve ninguna duda que ellas harían el vestido de mis sueños", explica.
Su idea inicial: "Quería algo sencillo y a la vez que elegante, pero sobre todo quería ir cómoda, ya que me encanta bailar y ese día quería darlo todo". Una idea que terminó por materializarse en el traje que lució para entonar el 'sí, quiero'.
El suyo fue un vestido de novia desmontable. Como base, un modelo sencillo de líneas depuradas, cuello halter y cola, y sobre él, una blusa romántica con el escote cerrado a la caja, mangas abullonadas, cinturilla ajustada y abertura trasera. "Quería un escote halter y ellas me dieron la idea de hacer una camisa encima para luego quitármela en el baile".
Confeccionada cada pieza en el atelier de Aleste empleando un tejido diferente, el vestido, en un crepe blanco impoluto, y la blusa, en gasa semitransparente, fusionadas en un todo, creaban una imagen nupcial perfecta.
"Aunque tenía ciertas ideas en mente y, sobre todo, sabía lo que no quería, también pude disfrutar de la tranquilidad y la confianza que me dieron Carmen y Alicia. Sin duda, al elegirlas no me equivoqué", confiesa Carolina.
El tándem de diseñadoras al frente del proceso creativo y dos mujeres más que no dejaron sola a la alicantina en ninguna de las pruebas: "Mi madre y mi tía Cristina me acompañaron en todo momento. Fue muy bonito que pudieran vivirlo conmigo".
Asimismo, del taller de Aleste Atelier salió el velo de tul que brotaba del recogido de la novia y que se extendía por la cola del vestido.
Con un prometido de 1,90 centímetros, a Carolina no le quedó más remedio que subirse a las alturas. "Me calcé unos zapatos de Pedro Miralles. Muy altos y cómodos, no me los quité en todo el día". En concreto, el par que escogió para su boda es el modelo Montpellier, unas sandalias con plataforma frontal y tacón en bloque de 12 centímetros con acabado en oro envejecido.
En el apartado de las joyas, legado familiar, sentimientos y mucha historia. "Los pendientes fueron un regalo que me hizo mi abuela en Navidad. Se los había regalado mi abuelo y ella los guardó para la primera nieta que se casara. Para mí fue muy emotivo llevarlos conmigo. Después, en la fiesta, me cambié los pendientes por unos que me regalaron mis amigas en mi 30º cumpleaños, unos pendientes XL de Coolook".
De la joyería Gomis, las alianzas, regalo de los abuelos maternos de Carolina, y el anillo de compromiso que lució en su mano.
El ramo cierra los accesorios. "Mi ramo fue rústico, como toda la decoración de la finca. En tonos verdes, amarillos y blancos. Deposité mi total confianza en Marta y Estela, de la Floristería La Trastienda, muy amigas de la familia. Además, le puse una cinta con la Virgen de los Dolores, regalo de mi mejor amiga".
Después de tantos preparativos, la boda de Carolina y Francisco había llegado. "Me cambié en casa de mis padres, con ellos y mis hermanos. Hasta allí se desplazaron Paloma Bautista de Mac, la maquilladora, y mi peluquera de toda la vida, Ana Doménech".
El papel de los fotógrafos fue clave desde los previos en la casa familiar de la novia hasta el final del enlace. "Destacar el trabajo del equipo de Kiwo. De las mejores decisiones para nuestro día. Supieron captar cada momento y crear recuerdos para siempre. Brindamos con una copa de champán antes de salir, esos instantes fueron muy bonitos y me dieron la tranquilidad que necesitaba. Salió un día soleado y precioso".
Carolina puso rumbo a la ceremonia religiosa para encontrarse con su futuro marido. "Mi padrino nos llevó a mi padre y a mí a la iglesia. Recuerdo el camino con muchos nervios, pero al llegar y ver a mis testigos en la puerta me relajé por completo. A partir de ahí solo disfruté de cada momento", cuenta.
Precisamente, la entrada a la iglesia del brazo de su padre es el momento que Carolina recuerda como el más especial. "Fue muy emocionante ver a todos mis amigos, mi familia y a toda la gente que nos quiere juntos ese día, con la melodía del coro de nuestro colegio, Inmaculada Jesuitas, de fondo".
De la ceremonia religiosa nos dice que "fue muy cercana y emotiva. El cura, Rubén, era conocido nuestro y nos hizo una ceremonia preciosa que terminó con unas palabras del tío de Fran recordando a su padre, que falleció unos meses antes de la boda".
Convertidos en marido y mujer, los recién casados y sus invitados se trasladaron a la finca El Limonar para dar comienzo a los festejos. "Nuestra entrada al cóctel, con una traca como buena alicantina y amante de Les Fogueres de Sant Joan, fue apoteósica. Hicimos bailar a todo el mundo y después la comida fue muy amena y divertida".
Una vez concluido el banquete, "abrimos el baile con la canción de Taburete y Café Quijano, 'Salto al vacío', un tema muy especial para nosotros, y a continuación bailé con mi padre 'I love you baby', un momento que también fue muy emotivo".
"Luego tocó en directo El Colmao, un grupito de música de flamenquito, ya que también soy una amante de Andalucía. Fran estuvo dando clases de sevillanas a escondidas meses antes de la boda para darme una sorpresa y bailar conmigo una sevillana, ¡y vaya si me sorprendió gratamente!".
Tras el grupo, el DJ Íñigo Ristori. "La mejor elección, sin lugar a dudas. Canción tras canción, animó muchísimo la fiesta. Y es que nosotros lo que teníamos claro es que la música era muy importante para una buena fiesta. Fue un acierto total, y un tío 10. Junto a él, el sonido lo puso The Beat Day, el mejor combo".
Echando la mirada atrás, "una frase que nos dijeron y que jamás olvidaré es: 'Nunca habíamos estado en una boda en la que la gente quisiera tanto a los novios'. Porque sin duda lo que hubo fue mucho amor. Nuestro y de todos los que estaban presentes".
"También me gustaría destacar el hecho de que mis abuelos hayan podido disfrutar de ese día. Me siento muy afortunada por ello".
Una boda en Alicante no podía terminar de otra manera: "Con fuegos artificiales, pusieron el fin al día más bonito de nuestras vidas. Muchas veces habíamos imaginado nuestro enlace, pero la realidad superó a la ficción".
Como consejo para futuras novias, "que disfruten de todo el proceso de organizar la boda, y sobre todo de ese día, que aunque suene a tópico, pasa muy rápido. Así que disfrutar, darlo todo, que todo sale y que es un recuerdo precioso y para toda la vida".
Con vidas paralelas desde la infancia, una fiesta de un amigo común fue el detonante para que surgiese la chispa entre Carolina y Francisco. "Ambos sabíamos de la existencia del otro, ya que estudiamos en el mismo colegio, pero nunca habíamos coincidido fuera de él hasta ese día", cuenta esta novia alicantina. La fiesta en cuestión sucedió en 2016, "era el cumpleaños del hermano de una de mis mejores amigas, que a su vez es uno de los mejores amigos de Fran", detalla.