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Los templados 83 años de la reina doña Sofía
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Los templados 83 años de la reina doña Sofía

La emérita sigue en la brecha, su prestigio se mantiene incólume y sus intereses continúan centrados en esas mismas esferas en las que más siente que puede ayudar

Foto: Doña Sofía, en una imagen de archivo. (EFE)
Doña Sofía, en una imagen de archivo. (EFE)

Hoy, 2 de noviembre, la reina doña Sofía cumple 83 años recién regresada de Atenas, donde, en días pasados, asistía a la boda de su sobrino, el príncipe Philippos de Grecia, en la misma catedral ortodoxa en la que ella misma contrajo matrimonio con don Juan Carlos en el lejano 1962. Y, como siempre que regresa a su Grecia natal, la hemos visto contenta, radiante y entera en compañía de su hija la infanta Elena, entre los suyos, y prestando una atención particular a su hermana menor, la princesa Irene, cuya salud es frágil y parece encontrarse particularmente vulnerable en parte a causa de su pobre audición.

Una vez más allí pudo coincidir con su gente, con ese núcleo duro y fiel que nunca la traiciona y que componen su hermano Constantino (de salud renqueante) y su cuñada la reina Ana María, su prima Tatiana Radziwill (esa sombra siempre leal), su esposo el doctor Fruchaud, el príncipe Miguel de Grecia y su esposa, Marina Karella, y su amplia colección de sobrinos que en todo momento parecen mantener entre sí una relación jubilosa, desenfadada y fraternal. Una Grecia muy querida y en la que, aplaudida y vitoreada, ha permanecido unos días sin dejar de visitar, junto a su hermana Irene, la exposición sobre los 500 años de la batalla de Lepanto recientemente inaugurada en Atenas.

placeholder Doña Sofía junto a su madre, la reina Federica de Grecia. (EFE)
Doña Sofía junto a su madre, la reina Federica de Grecia. (EFE)

La estancia en el país heleno sigue a aquella otra de la pasada primavera, con ocasión de la celebración del 81 cumpleaños de su hermano Constantino, en días en los que pudo encontrarse con el primer ministro griego y con varias altas autoridades locales en el mismo palacio de la calle Herodes Atticus de tantos recuerdos para ella. Visitó el Dodecaneso y, junto a sus hermanos, disfrutó del concierto de su buen amigo el director Zubin Mehta en un teatro a los pies de la Acrópolis.

Cooperación y fraternidad

Grecia es siempre para ella el lugar al que poder volver, donde es tratada con la mayor consideración y donde puede refugiarse del clima más tenso que en nuestro país rodea a la familia real española. Pero no por eso deja de estar al pie del cañón en España, sostenida por un carácter que todo el mundo alaba y que no carece de ese cierto grado de estoicismo aprendido en sus años de formación en el colegio alemán de Salem, dirigido por su tío el príncipe Jorge Guillermo de Hannover.

Una educación basada en la formación del carácter, en el espíritu de cooperación y de fraternidad, y en la comunión, el amor y el respeto por la naturaleza. Cualidades todas que se reconocen claramente en sus apariciones públicas, tanto oficiales como a instancias propias, de estos últimos meses, pues si bien su agenda oficial es escasa (quince actos a lo largo de 2021 según la web de la Casa Real), en realidad despliega una actividad mucho más amplia y poco recogida en los medios que deja patentes sus intereses personales. Actos en los que se percibe un gran cuidado por aquellas instituciones por las que siente un amor particular.

placeholder La reina Sofía, a su llegada al hotel Reconquista. (EFE)
La reina Sofía, a su llegada al hotel Reconquista. (EFE)

En lugar preeminente los Premios Princesa de Asturias, a los que siempre acude con el mayor orgullo, pero también otras instituciones, en particular las musicales y las literarias, que ella preside o que llevan su nombre como la Escuela Superior de Música Reina Sofía, el Premio Reina Sofía de Pintura y Escultura, el Premio Reina Sofía de Composición Musical o el prestigioso Spanish Institute de Nueva York. Y ahí están también su asistencia en el mes de junio al Festival de Teatro Clásico de Mérida o su presencia en la inauguración de la temporada del Teatro Real de Madrid.

La música siempre está presente en su vida, al igual que su interés de muy largo tiempo por enfermedades graves como las neurovegetativas, el párkinson o la esclerosis lateral amiotrófica, o su compromiso firme con las personas desasistidas (sus varias visitas en estos meses a los bancos de alimentos) y con el cuidado de la naturaleza, porque por iniciativa propia la hemos visto colaborando en la limpieza de la playa alicantina de la Almadraba y en otros emprendimientos similares en Madrid y en otros lugares.

placeholder La reina doña Sofía, durante su visita a la sede del Banco de Alimentos de Lanzarote. (EFE)
La reina doña Sofía, durante su visita a la sede del Banco de Alimentos de Lanzarote. (EFE)

Ausencia en enlaces reales

El esfuerzo y el empeño no faltan a su ya avanzada edad, y poco es el espacio para la frivolidad y la fiesta pues muchos la echaron en falta en las recientes bodas reales del pasado mes de septiembre en Palermo (la del príncipe Jaime de Borbón-Dos Sicilias) y en San Petersburgo (la del gran duque Jorge de Rusia), en la que el champán parecía fluir de las fuentes. Frivolidad no, pero sí encuentros de familia que ella goza en particular pues en agosto representó a la familia real española en los funerales por la princesa María Aglae de Liechtenstein teniendo ocasión de encontrarse con muchos de sus pares, todos ellos también primos. La sociedad hueca no es su lugar (una actitud largamente criticada por ciertos sectores de la nobleza más rancia), pero sí la culta y la respetuosa, y de ahí su asistencia, en compañía de su hermana, en días pasados al exclusivo almuerzo que el duque de Alba ofreció en el palacio de Liria.

placeholder Doña Sofía, presidenta de la Fundación Reina Sofía. (EFE)
Doña Sofía, presidenta de la Fundación Reina Sofía. (EFE)

Doña Sofía sigue en la brecha, su prestigio se mantiene incólume y sus intereses continúan centrados en esas mismas esferas en las que más siente que puede ayudar: el sostenimiento de la imagen pública de la Casa Real, la música y la cultura, el bienestar social y el cuidado de la naturaleza. Y en el ámbito más íntimo, y como siempre, sus hijos y sus nietos, sus hermanos (en particular doña Irene, de quien no se despega) y aquellos miembros más frágiles de la familia de don Juan Carlos sobre cuya salud se mantiene bien informada. A sus ya 83 años aún se espera mucho de ella, pero también ella cuenta con poder continuar dando mucho de sí misma.

Hoy, 2 de noviembre, la reina doña Sofía cumple 83 años recién regresada de Atenas, donde, en días pasados, asistía a la boda de su sobrino, el príncipe Philippos de Grecia, en la misma catedral ortodoxa en la que ella misma contrajo matrimonio con don Juan Carlos en el lejano 1962. Y, como siempre que regresa a su Grecia natal, la hemos visto contenta, radiante y entera en compañía de su hija la infanta Elena, entre los suyos, y prestando una atención particular a su hermana menor, la princesa Irene, cuya salud es frágil y parece encontrarse particularmente vulnerable en parte a causa de su pobre audición.

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