Boda real de Teodora de Grecia: de su vestido de novia con escote palabra de honor y brillos a una tiara histórica

Por fin. Tras tener que posponer su boda real hasta en tres ocasiones por distintos motivos, Teodora de Grecia ya le da ha dado el ‘sí, quiero’ a Matthew Kumar, el abogado estadounidense con el que lleva prometida desde 2018. La catedral Metropolitana de Atenas ha sido el escenario de este enlace que ha contado con numerosas presencias reales. La novia, que ha entrado al templo del brazo de su hermano Pablo, ha elegido un elegante look cuyo protagonista era un vestido nupcial con el que parecía una princesa de cuento de hadas.

Teodora ha confiado en la diseñadora griega Celia Kritharioti, quien ha creado para ella un vestido de ensueño con un marcado escote barco que dejaba los hombros al aire. Se trata de un modelo Haute Couture con corpiño incorporado y falda de vuelo, todo bordado con pedrería representando motivos florales, lo que le daba al vestido un tono brillante.

Este estilo de vestido de novia lleno de pedrería, como el de Teodora, nos recuerda al de otras mujeres de la realeza, como es el caso de Stèphanie Luxemburgo o su cuñada, la princesa Claire. Ambas vistieron de Elie Saab, un experto en los diseños con microjoyas. Celia Kritharioti también ha hecho un gran trabajo con este vestido para el que lleva más de seis meses trabajando.

En cuanto a las joyas, existe una tradición en la familia real danesa por la que todas las descendientes directas de la reina Ingrid tienen que lucir en su boda una tiara y un velo en concreto. Así lo hicieron sus tres hijas, Margarita II, Benedicta y Ana María de Grecia, así como sus nietas Alexandra y Nathalia de Sayn Wittgenstein Berleburg y Alexia de Grecia. Teodora es la última de las nietas de Ingrid en pasar por el altar y ya se ha unido a esta lista junto a su hermana y sus primas alemanas.

La tiara que ha llevado Teodora es la conocida como Jedive. Realizada por Cartier con oro blanco y platino, fue un regalo a Margaretha de Connaught, madre de la reina Ingrid, por parte del jedive de Egipto con motivo de su boda con el príncipe heredero de Suecia. A su prematura muerte, la joya pasó a manos de su única hija, Ingrid, que por aquel entonces tenía 10 años. Esta la introdujo al joyero danés al casarse con Federico IX de Dinamarca.

Fue su hija pequeña, Ana María, quien heredó la pieza a la muerte de Ingrid, la primera que la lució como tiara nupcial en su boda con Constantino de Grecia, y ahí empezó la tradición. "Cuando mi hermana pequeña se casó, mi madre pensó que esa tiara sería la ideal porque es bonita y ligera. Y como ella la había lucido, a Margarita y a mí se nos permitió también llevarla en nuestras bodas", explicó la princesa Benedicta en un documental. Desde entonces, todas las descendientes de la reina Ingrid la han lucido.

En cuanto al velo de Teodora, también perteneció a Margaretha de Connaught, quien lo llevó en su boda con el príncipe heredero de Suecia. A su muerte lo legó a su única hija, Ingrid, quien también lo portó en su enlace con Federico IX de Dinamarca. Desde entonces, ha ido pasando por todas sus descendientes, desde sus tres hijas, a sus nietas.

Sin embargo, Margarita II quiso hacer una excepción y dejó que en 2004, Mary Donaldson, por su condición de futura reina al casarse con el heredero, llevara en su boda con Federico este simbólico velo. En la actualidad, la australiana es la única no descendiente de Ingrid a la que se le ha cedido.