Matilde de Bélgica triunfa en Costa Rica con un vestido boho rebajado y bailarinas de firma francesa

Como presidenta honoraria de Unicef Bélgica, la reina Matilde aterrizaba este pasado lunes 10 de febrero en Costa Rica con la misión de realizar un viaje humanitario para defender y fortalecer los derechos de la infancia. Siguiendo el mismo mensaje que el estilismo de Cristina Pedroche en las campanadas 2024, su visita se centrará en conocer en primera persona la situación de los menores en el país latinoamericano en el terreno de la educación, la salud mental y el cambio climático.

Por ello, más allá de reunirse con la primera dama en la Casa Presidencial, ha querido acudir a una de las Casas de la Alegrías instaladas en la nación, donde dan una atención integral a hijos de trabajadores migrantes temporales, principalmente de la comunidad indígena Ngobe Bugle, quienes se ocupan de la temporada de cosecha de café. De esta manera ha conversado, bailado y jugado con pequeños y adolescentes, víctimas de problemas socioestructurales.

No obstante, sumada a su inconmensurable labor humanitaria, Matilde de Bélgica ha probado que la elegancia y el compromiso en materia de derechos humanos pueden ir de la mano. Su Majestad ha ofrecido toda una lección de estilo veraniego al otro lado del charco al combinar un vestido boho de producción sostenible con accesorios de firma francesa.

Concretamente, hablamos del modelo ‘Adelaide’ del diseñador italiano Emporio Sirenuse. Una pieza midi, confeccionada al 100% en voile de algodón con estampación étnica, de escote en ‘V’, hombros abullonados, mangas globo con puños abotonados, falda acampanada de sutil vuelo y adornos bordados. ¿Su precio original? 800 euros. Sin embargo, actualmente se encuentra rebajado al 50%; únicamente disponible en las tallas 36, 38 y 40.

Por si fuera poco, la mujer de Felipe de Bélgica finalizaba este diseño con las míticas bailarinas ‘Lauren’ de Chloé en tonalidad blanco roto. Un calzado elaborado artesanalmente en Europa y reconocible por su ribete festoneado sobre piel flexible de cordero. A él se sumaban a su vez un bolso de hombro realizado en rafia natural de la firma Sézane y prestado por su hija mayor, la heredera Elisabeth, y unos pendientes en forma de abanico a conjunto. Toda una lección de estilo veraniega.