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Wallis Simpson y el posible montaje de su divorcio que marcó la historia de Isabel II
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DUQUESA DE WINDSOR

Wallis Simpson y el posible montaje de su divorcio que marcó la historia de Isabel II

'The Guardian' ha obtenido nuevos datos que desvelan cómo se gestó su segundo divorcio para que pudiera casarse con el príncipe Eduardo, quien renunció al trono por amor

Foto: La reina Isabel, durante la apertura del Parlamento. (Reuters)
La reina Isabel, durante la apertura del Parlamento. (Reuters)

A día de hoy, la de Wallis Simpson sigue siendo una de las historias más controvertidas y que más especulaciones ha generado en el Reino Unido, puesto que fue la persona por la que el rey Eduardo VIII decidió abdicar y, por tanto, la figura que cambió el camino previsto de la monarquía británica. El gesto de amor del antiguo monarca supuso que su hermano pequeño tuviera que asumir el trono, convirtiéndose en Jorge VI, y que, tras su muerte en 1952 -apenas 15 años después de convertirse en rey- Isabel II tuviera que hacer lo mismo a la temprana edad de 25 años.

Los dos divorcios que esta socialite estadounidense había firmado ya cuando se la conoció en Reino Unido, además de todos los rumores que circulaban en torno a su vida privada, supusieron todo un escándalo y el gran motivo para que se les impidiera casarse mientras Eduardo VIII siguiera ostentando el trono. Así que, en lugar de renunciar a su amor, decidió renunciar a la corona, generando así una de las mayores crisis institucionales de la historia de los Windsor. Por eso, cada nuevo dato de su historia de amor, a pesar de las más de ocho décadas que han pasado, sigue levantando ampollas.

placeholder El rey Eduardo VIII y Wallis Simpson. (EFE)
El rey Eduardo VIII y Wallis Simpson. (EFE)

Por eso, las informaciones que ha conseguido el emblemático 'The Guardian' recientemente son especialmente interesantes, ya que se refieren al segundo divorcio de la estadounidense, firmado en octubre de 1936, y gracias al que pudo casarse, unos meses después, con Eduardo, convertido en duque de Windsor tras su abdicación. Wallis Simpson presentó una demanda de divorcio por adulterio, ya que acusaba a su entonces marido, Ernest, de haberla engañado con una amiga de infancia, algo que ella habría descubierto de forma casual... o no.

Y es que, según los documentos conseguidos por la publicación británica, estaba todo preparado para que su abogado pudiera conseguir las pruebas de la infidelidad. El abogado que llevó el caso, Robert Egerton, tenía experiencia en lo que llamaba el 'negocio sucio' de organizar separaciones, debido a las restrictivas leyes de divorcio de la época, que solo lo permitían con un acuerdo de las dos partes o en caso de adulterio, precisamente la baza que jugó Wallis Simpson para que le fuera concedido. En estos documentos, el letrado cuenta que le avisaron con urgencia de que Ernest Simpson pasaba el fin de semana con su supuesta amante en un exclusivo hotel, donde pudo conseguir el testimonio de tres empleados que confirmaron haber servido en la habitación al empresario y a una "dama que no era su esposa".

Los testimonios de estos trabajadores, que fueros despedidos del hotel, sirvieron para que Wallis Simpson obtuviera el divorcio y los costes del proceso le fueran asignados a su exmarido. Eso sí, parece que el abogado tiene claro que el juez nunca se creyó que la futura esposa del entonces rey Eduardo había descubierto el adulterio de forma casual: "Le hubiera gustado encontrar una manera de comprobar lo que era palpablemente una farsa judicial". Un truco legal sin el que no hubiera obtenido el divorcio, nunca se hubiera puesto en jaque a la monarquía británica y la reina Isabel no sería hoy la monarca más longeva de la historia.

placeholder La reina Isabel con el príncipe Carlos, en una imagen de archivo. (Reuters)
La reina Isabel con el príncipe Carlos, en una imagen de archivo. (Reuters)

A día de hoy, la de Wallis Simpson sigue siendo una de las historias más controvertidas y que más especulaciones ha generado en el Reino Unido, puesto que fue la persona por la que el rey Eduardo VIII decidió abdicar y, por tanto, la figura que cambió el camino previsto de la monarquía británica. El gesto de amor del antiguo monarca supuso que su hermano pequeño tuviera que asumir el trono, convirtiéndose en Jorge VI, y que, tras su muerte en 1952 -apenas 15 años después de convertirse en rey- Isabel II tuviera que hacer lo mismo a la temprana edad de 25 años.

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