Crece la desconfianza en la estrategia de defensa de Daniel Sancho
La condena a cadena perpetua del cocinero se ha interpretado como un batacazo para el equipo legal que contrató Rodolfo Sancho
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Es bien sabido que el tablero donde se jugaba la partida del juicio a Daniel Sancho tendrá que modificarse. Y es normal. Si usted, querido lector, contratara a algo o a alguien para sacar un beneficio, y a la hora de la verdad obtuviera pérdidas, no generaría sorpresa alguna el que cambiara de proveedor. Y eso es exactamente lo que comienza a olisquearse en el ambiente tras el profundo batacazo de Rodolfo Sancho, responsable de la contratación de Marcos García Montes, Carmen Balfagón y Ramón Chippirrás. El equipo legal planteó una estrategia que, tras la lectura de la sentencia del jueves 29 de agosto donde el juez dictaminó que Daniel, en principio, pasará el resto de sus días en prisión, se confirmó como errada.
Aunque suene exagerado, el acceso al Tribunal Provincial de Koh Samui, que es donde se ha juzgado este proceso, se asemeja al pasillo encauzado por gente enfervorizada –en este caso los periodistas aquí enviados a cubrir este caso, que rascan donde pueden para sacar titulares– que desemboca en un ring de boxeo. Si ustedes se han fijado, cada vez que un púgil se acerca al cuadrilátero, lo hace de manera chulesca, sonriente, asegurando que va a ganar y que le provee toda la razón. Sacan pecho mientras muestran sus músculos. Y eso es lo que hemos visto en el inmenso paseíllo, que es la brutal escalera de acceso al tribunal, tan empinada como los sueños de muchos que allí van a declarar.
Por ahí Rodolfo Sancho ha ascendido una y otra vez a través de cada escalón de manera brava y seguro de sí mismo. A veces sonreía. Una vez hasta se carcajeó ante la pregunta de una periodista acompañada de su cámara. Y los reporteros, como los fans enfervorizados, en parte le jaleaban porque allí había algo donde rascar. La procesión iba por dentro.
Claro que en un combate no pueden ganar los dos. Y ayer la bofetada recibida a través del presidente del Tribunal fue absoluta, concreta: un directo al mentón de los que te hacen caer en redondo contra el suelo para, al rato, recuperar la lucidez y poder entender la cruda realidad. Porque la lona la besó Rodolfo de manera explícita. Debemos recordar, además, que Silvia Bronchalo, la madre del ya oficialmente asesino, siempre mantuvo una actitud humilde, por su destrucción interior y exterior, que estaba en la antípoda de la altanería de su exmarido, que no se sabe si por ser actor y así poder disimular la realidad interpretando, nos hizo creer a todos que el combate estaba ganado de antemano.
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Pero no. Como decíamos, el bofetón ha sido estruendoso y plantea un dilema. Aquí no se podrá seguir manteniendo ni la misma estrategia ni los lazos de unión que ayer comenzaron a descoserse.
Silvia Bronchalo, devastada, descendió por las inmensas escaleras hasta su coche sin hacer declaración alguna, llevando la procesión por dentro que la había vaciado por completo. Es posible que, de una forma u otra, haya pedido explicaciones a su exmarido por haber sido responsable de este desaguisado en el que a la madre del asesino no se le permitió opinar. No hay que olvidar que hace unos meses la propia Silvia interponía una denuncia contra Rodolfo por "vejaciones continuadas", una denuncia que fue archivada por una juez en España aunque hasta Marcos García Montes la ha atacado con declaraciones vergonzosas. ¿No estábamos surfeando la ola del feminismo contra el machismo más tenebroso? A nadie se le he escuchado defender a una madre tan destrozada como vilipendiada.
A esta hora tanto Rodolfo Sancho como Silvia Bronchalo estarán pidiendo responsabilidades; el primero a sus abogados, y la segunda a su exmarido. Más pronto que tarde el tablero donde se juega esta partida cambiará casi en su totalidad.
Es bien sabido que el tablero donde se jugaba la partida del juicio a Daniel Sancho tendrá que modificarse. Y es normal. Si usted, querido lector, contratara a algo o a alguien para sacar un beneficio, y a la hora de la verdad obtuviera pérdidas, no generaría sorpresa alguna el que cambiara de proveedor. Y eso es exactamente lo que comienza a olisquearse en el ambiente tras el profundo batacazo de Rodolfo Sancho, responsable de la contratación de Marcos García Montes, Carmen Balfagón y Ramón Chippirrás. El equipo legal planteó una estrategia que, tras la lectura de la sentencia del jueves 29 de agosto donde el juez dictaminó que Daniel, en principio, pasará el resto de sus días en prisión, se confirmó como errada.