Cliff Richard cumple 80: soltería, abusos sexuales y el Eurovisión que le 'robó' Massiel
Su carrera y su vida se han desarrollado lejos de los estereotipos de las estrellas del pop y del rock de los 60 que se dedicaban a destrozar habitaciones de hotel, provocar hordas de fans y experimentar con las drogas
No sería de extrañar que Cliff Richard (que este 14 de octubre cumple 80 años) no tuviera mucha simpatía por nuestro país. Aunque no nos consta que haya manifestado nada en contra de España como nación (o de sus costas o su gastronomía o incluso de sus gentes), lo cierto es que no debe de tener muy buen recuerdo de su 'spanish experience'. Y no lo decimos tanto porque su paso por esta piel de toro haya estado plagado de paellas a precio de caviar iraní o de una salmonelosis galopante. Lo suyo va por otro lado, más relacionado con el entorno eurovisivo, porque ¿qué probabilidades hay de que te presentes al famoso certamen de la canción y las dos veces acabes derrotado por ese pequeño país que está en la punta del continente que lleva casi medio siglo viviendo bajo una dictadura?
La primera vez que Richard fue a Eurovisión, él ya era un cantante tremendamente popular. También era un cristiano ferviente (su reconversión se produjo en 1966 y llegó a viajar como misionero a países como Bangladesh, Kenia, Haití), pero eso ahora no viene a cuento. El caso es que en 1968 una exultante Massiel con el pegadizo 'La, la, la' ganaba el certamen de aquel año por un punto. El segundo lugar era para el inglés. La vida de la madrileña daba un giro de 180 grados y la de él seguía su trayectoria ascendente. Sin embargo, cuarenta años después (que se dice pronto pero es una venganza muy muy fría), Richard reivindicó el triunfo de aquella edición en un documental de José María Iñigo para Mediaset, '1968. Yo viví el mayo español', en el que daba a entender que “Televisión Española (estuvo) comprando series que nunca se iban a poner y nunca se pusieron, con tal de que nos dieran los votos para poder ganar”.
La noticia quedó reflejada en algunos medios británicos con titulares como "¿Le robó Franco Eurovisión a Cliff?". El propio cantante explicaba en 'The Guardian': "Durante mucho tiempo he vivido con ese número dos encima y sería estupendo si alguien del concurso, oficialmente, llega y me dice: 'Cliff, tú ganaste esa maldita cosa después de todo...'. Si, como dicen, creen que hay pruebas de que yo era el ganador, sería la persona más feliz del planeta".
La espinita eurovisiva se había quedado tan prendada de la autoestima de Cliff que en 1973 volvió a participar en el certamen. Esta vez tuvo lugar en Luxemburgo y durante el intermedio actuó el popular payaso español Charlie Rivel. No sabemos si el el clown consiguió arrancarle una sonrisa pero si lo hizo, el marcador se la borró: en la apretada final, el inglés quedaría en tercer lugar a solo seis puntos de la ganadora, el país anfitrión. El segundo lugar fue para el 'Eres tú' de Mocedades. Sorry, Cliff.
Una estrella discreta
Más allá del anecdotario eurovisivo, la carrera y vida de Richard se ha desarrollado de una manera calma, muy alejada de los estereotipos de las estrellas del pop y del rock de los 60 que se dedicaban a destrozar habitaciones de hotel, provocar hordas de fans y experimentar con las drogas del momento. Nacido en el mismo año que Lennon o Ringo Starr, lo de Richard está a años luz. Fue precisamente ese giro hacia la religiosidad lo que le apartó de la senda más 'libertina' de la fama: de hecho estuvo a punto de abandonar la música y hacerse maestro, pero sus amigos cristianos le convencieron de que no tenía por qué dejar la música. De hecho, como muestra de que ambas vocaciones eran compatibles, el músico fue invitado por la Iglesia católica a cantar en el encuentro mundial de jóvenes celebrado en Colonia, Alemania.
Coronado en numerosas ocasiones como uno de los 'solteros de oro' más cotizados, lo cierto es que a punto estuvo de pasar por el altar: la primera vez con la bailarina Jackie Irving y más tarde con la extenista Sue Baker. “Pensé muy seriamente en casarme con ella, pero comprendí que no la quería lo suficiente como para comprometerme por el resto de mi vida”, explicaba en su libro autobiográfico 'My life. My way' ('Mi vida. Mi camino'). Sin embargo, para muchos la parte más sorprendente de sus memorias fue cuando habló de John McElynn, el sacerdote secularizado con el que vive desde hace años y que reconocía como su 'compañero', intentando zanjar los rumores sobre su sexualidad: “¿Qué le importa a nadie lo que cada uno de nosotros es como individuo? No creo que a mis admiradores vaya a preocuparles eso”, escribía.
Acostumbrado a llevar ese perfil bajo sin grandes escándalos ni poderosos titulares, sorprendió mucho cuando su nombre se vio envuelto en un caso de presunto abuso sexual a un menor que habría tenido lugar en 1985. Aunque el caso fue desestimado por falta de pruebas, la BBC llegó a retransmitir en directo desde un helicóptero una redada en casa del cantante enmarcada en la investigación en 2014. Cinco años después, la cadena televisiva tuvo que pagarle 2,2 millones de euros como compensación por los costes legales de un proceso judicial que Cliff llevó a cabo contra ellos por haber invadido su privacidad.
No sería de extrañar que Cliff Richard (que este 14 de octubre cumple 80 años) no tuviera mucha simpatía por nuestro país. Aunque no nos consta que haya manifestado nada en contra de España como nación (o de sus costas o su gastronomía o incluso de sus gentes), lo cierto es que no debe de tener muy buen recuerdo de su 'spanish experience'. Y no lo decimos tanto porque su paso por esta piel de toro haya estado plagado de paellas a precio de caviar iraní o de una salmonelosis galopante. Lo suyo va por otro lado, más relacionado con el entorno eurovisivo, porque ¿qué probabilidades hay de que te presentes al famoso certamen de la canción y las dos veces acabes derrotado por ese pequeño país que está en la punta del continente que lleva casi medio siglo viviendo bajo una dictadura?