Triste aniversario de la reina Sofía: así era su relación con su amado y fallecido primo Miguel
Miguel I de Rumanía falleció hace 5 años a causa de una leucemia. Siempre se mantuvo muy cerca de la reina Sofía y fue testigo de los momentos más importantes de su vida
Este 6 de diciembre su sobrino Pablo soplará las velas, un motivo de alegría para la reina Sofía y el resto de su familia, aunque este aniversario del nacimiento del hijo de la infanta Cristina llegará pocas horas después de otro que causa una gran tristeza a la madre del rey Felipe VI.
Este lunes 5 de diciembre se cumplen 5 años de la muerte del que dicen que era uno de los primos favoritos de la emérita, Miguel I de Rumanía, que perdió la vida tal día como hoy, en 2017, en su chalé de Aubonne, Suiza, tras una larga lucha contra la leucemia.
Muy unidos desde la infancia, doña Sofía y Miguel I de Rumanía siempre mantuvieron el contacto y ninguno de los dos faltó a citas familiares importantes del otro.
Miguel era hijo de Carlos de Rumanía y la princesa Elena de Grecia, tía de la reina Sofía. A la temprana edad de 6 años, en julio de 1927, heredó el trono de su abuelo Fernando I, ya que su padre había renunciado a sus derechos dinásticos tras un escándalo amoroso. Con la ayuda de un consejo de regencia, su reinado duró tres años. Finalizó en 1930, ante el descontento de los dirigentes políticos del país con dicho consejo. Fue entonces cuando se permitió que su padre asumiera el trono como Carlos II.
No sería la única vez que el primo de doña Sofía reinaría. Volvió a ser coronado una segunda vez, cuando tenía 19 años. El apoyo de su Gobierno en aquel momento a la Alemania nazi marcó su reinado. Cuando Rumanía se convirtió en una república socialista y las tropas soviéticas ocuparon el país, Miguel I de Rumanía fue obligado a abdicar y a vivir en el exilio en 1947. Esa fue una realidad que la reina Sofía ya había experimentado desde hacía varios años. En 1941, ella, teniendo tan solo 3 años, ya vivió el exilio junto a su familia, después de que los nazis invadieran Atenas. Estas circunstancias vitales serían, durante el resto de su vida, un punto de unión más con su primo, quien, al igual que ella, poseía un carácter discreto con el que Sofía se sintió siempre muy identificada.
"Las relaciones con la familia real española son muy buenas. Aunque nos vemos muy poco", contó Miguel I de Rumanía en una entrevista en su casa suiza seis años antes de su fallecimiento. "Nos acerca no solo la proximidad familiar, sino el destino histórico. También la reina Sofía sabe lo que es el exilio. Ella y el rey de España han dedicado sus vidas a la tarea de apoyar las instituciones democráticas de su país, igual que hemos hecho nosotros en el nuestro".
En 1948, Miguel de Rumanía contrajo matrimonio con Ana de Borbón-Parma en la catedral de Atenas. La entonces princesa Sofía, que tenía diez años, fue una de las niñas que formaron parte de la comitiva que acompañó a los novios al altar. No fue casualidad que una de las cinco hijas que tuvo el matrimonio fuera llamada Sofía. El nombre fue puesto en honor a la actual emérita que, de hecho, ejerció de madrina de la pequeña.
Miguel se mantuvo muy cerca la reina Sofía y de la familia de esta y fue testigo presencial de los momentos más importantes de su vida, como su relación con don Juan Carlos (con quien Miguel mantenía también una estrecha relación y con el que compartía la afición por la caza), su boda, el ascenso al trono español, los exilios de sus tíos Jorge II de Grecia y Pablo I de Grecia (padre de la emérita) o la muerte de este, entre otros. En 2004, no faltó a la boda del príncipe Felipe con Letizia Ortiz, y en su 90º cumpleaños, celebrado en octubre de 2011, la reina Sofía fue una de las invitadas de honor.
La caída del comunismo en su país permitió a Miguel I de Rumanía, en 1997, recuperar su nacionalidad y parte de sus bienes, así como regresar. Nunca llegó a fijar su residencia en su país de manera definitiva, pero la vida pública de la familia real en Rumanía desde entonces aumentó de manera considerable, al mismo ritmo que se acrecentaba el cariño y el respeto por su figura entre la población. Prueba de ello fue precisamente ese 90º cumpleaños que mencionábamos antes y en el cual la reina Sofía estuvo presente. Miguel I fue entonces invitado a dar su primer discurso ante las dos cámaras del Parlamento rumano.
En 2015, él y su esposa se recluyeron definitivamente en su residencia suiza debido al delicado estado de salud de Miguel. Dos años más tarde falleció. Emparentado con numerosas casas europeas, como la británica, la griega, la sueca, la danesa o la noruega, las Casas Reales decían adiós al que ya era conocido como el decano de la realeza mundial y al único jefe de estado que vivió en primera persona la II Guerra Mundial.
En este sentido, la reina Sofía se despedía no solo de una figura muy relevante, sino de un gran amigo y de un familiar muy querido cuya pérdida le afectó profundamente. No faltó al funeral de su primo, que tuvo lugar el 16 de diciembre de 2017 en Bucarest. Junto a Juan Carlos se la pudo ver en el Salón del Trono del Palacio Real.
Este 6 de diciembre su sobrino Pablo soplará las velas, un motivo de alegría para la reina Sofía y el resto de su familia, aunque este aniversario del nacimiento del hijo de la infanta Cristina llegará pocas horas después de otro que causa una gran tristeza a la madre del rey Felipe VI.