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Quito, magia telúrica: la ciudad que vive y sueña custodiada por colosos de fuego
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Quito, magia telúrica: la ciudad que vive y sueña custodiada por colosos de fuego

Con el casco histórico más grande y mejor conservado de toda América Latina es una dinámica ciudad colonial, encajada entre poderosos volcanes, rica en historia y con una interesante proyección cultural

Foto: Quito, capital de Ecuador, un lugar realmente mágico. (Unsplash/Kiyoshi)
Quito, capital de Ecuador, un lugar realmente mágico. (Unsplash/Kiyoshi)

Puede que fuera su entrañable carácter andino. O su bella arquitectura urdida de restos incaicos y sabiduría colonial. O el colorido trasiego de los indígenas vendiendo artesanías y té de hojas de coca. Puede que fuera su rostro más tradicional con su larga lista de iglesias. O su cielo en primavera perpetua. O la rica historia que conserva tatuada en cada esquina. Puede que fuera todo esto lo que impulsó a la Unesco a declarar a Quito, capital de Ecuador, como la primera ciudad del mundo en recibir el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1978. Eso sí, lo hizo junto con la polaca Cracovia.

placeholder La Plaza Grande es el lugar donde todo pasa. (Ministerio de Turismo de Ecuador)
La Plaza Grande es el lugar donde todo pasa. (Ministerio de Turismo de Ecuador)

Fue el primer reconocimiento a esta auténtica joya a la que se conoce como la mitad del planeta y que, décadas después, también logró alzarse como finalista —aunque finalmente no lo logró— en el certamen de las nuevas siete ciudades maravillas del mundo. Desde entonces, mucho ha cambiado la capital de Ecuador. Y pese a que, en su larga andadura, ha atravesado periodos de luces y sombras, hoy podemos afirmar que se trata de mucho más que un bello enclave: una urbe segura, dinámica y repleta de proyección cultural.

Cinturón andino

Desparramada por las faldas del volcán Pichincha a más de 2.800 metros de altura (lo que la convierte en la segunda capital más alta, con permiso de La Paz, en Bolivia), la gran peculiaridad de Quito es que vive rodeada de colosos de fuego tales como el Antisana, el Cotopaxi y el Cayambe. Es a este contorno andino al que se debe la magia que gasta la ciudad, ya bastante acostumbrada a los meneos telúricos, a los enfados de unas cumbres que de tanto en tanto vomitan cenizas.

placeholder Quito vive rodeada de volcanes como el Cotopaxi. (Ministerio de Turismo de Ecuador)
Quito vive rodeada de volcanes como el Cotopaxi. (Ministerio de Turismo de Ecuador)

Por debajo de ellas se vierte un casco histórico deslumbrante, con la clásica estructura de un pueblo andaluz o extremeño o manchego. Es, de hecho, el más grande, el menos alterado y el mejor conservado de América Latina. Nada menos que 320 hectáreas cuajadas de patrimonio histórico.

Explosión de oro

Su centro neurálgico, la Plaza Grande, con la Catedral y el Palacio de Gobierno, es la sede del ajetreo de turistas y locales, de los mítines electorales, de las fiestas a ritmo de cumbia y pasillo… y también de las protestas cuando al país le toca ponerse peleón. De allí arranca la calle García Moreno, conocida como la de las Siete Cruces por la cantidad de iglesias que luce. Entre ellas, una destaca triunfante: la de la Compañía de Jesús, cumbre del barroco hispanoamericano, que tardó en construirse más de un siglo y para la que se emplearon más de siete toneladas de pan de oro

placeholder Toneladas de oro recubren las iglesias de Quito. (Ministerio de Turismo de Ecuador)
Toneladas de oro recubren las iglesias de Quito. (Ministerio de Turismo de Ecuador)

Muy cerca, en la Plaza de San Francisco, descansa el soberbio monasterio del mismo nombre, levantado sobre las ruinas de un templo inca y conocido como El Escorial de los Andes. En su interior, además de un bonito claustro por el que todavía pasean los franciscanos, el Museo de Arte Católico presume de albergar las más importantes escuelas de las Américas.

Hacer la ronda

Justo al lado se extiende La Ronda, antaño una calle degradada y hoy la avenida más popular del centro, trufada de tiendas de artesanía, galerías de arte y restaurantes como La Negra Mala o La Casa del Murciélago. Aquí, en la que fuera una quebrada en la época colonial por donde las familias españolas gustaban de hacer la ronda (de ahí el nombre) hoy transitan los turistas contagiándose de su buen ambiente.

placeholder Plaza de San Francisco, al lado de la famosa Ronda. (Ministerio de Turismo de Ecuador)
Plaza de San Francisco, al lado de la famosa Ronda. (Ministerio de Turismo de Ecuador)

Después, por los alrededores, en un sube y baja de callejuelas estrechas, se suceden las fachadas multicolores, las casonas tradicionales con sus balcones enrejados, los patios frescos y floridos que se adivinan tras las puertas. Arte colonial en estado puro. Y custodiando todo, la Virgen del Panecillo, la estatua de aluminio más alta del mundo, erigida en símbolo de la ciudad.

La escena más cool

Pero más allá del Quito tradicional, existe otro Quito moderno hilvanado de rascacielos, anchas avenidas y centros comerciales. Una ciudad dentro de la ciudad que concentra la efervescencia cultural, la escena alternativa, la animada vida nocturna. Es el panorama que ofrecen los barrios de las afueras, recientemente renovados, donde hierve la movida más trendy.

placeholder También Quito son sus festivales y su vida nocturna. (Ministerio de Turismo de Ecuador)
También Quito son sus festivales y su vida nocturna. (Ministerio de Turismo de Ecuador)

La Mariscal es tal vez el más representativo, con el colorido mercado artesanal (una visita imprescindible), los bares y discotecas de la Plaza Foch y la escena alternativa de la Plaza Borja Yerovi donde se fusionan el arte y la cultura (festivales de cine, conciertos, presentaciones de grupos de danza…). Pero está también Guápulo, con sus tranquilos locales de música en vivo, donde se da cita la bohemia; o Cumbayá, donde residen los pelucones, que es como se llama en Ecuador a la clase acomodada.

Aquí hay arte por un tubo: numerosos talleres de pintores emergentes y la fantástica casa-museo de Oswaldo Guayasamín, el Picasso quiteño, icono indiscutible de la identidad americana.

Puede que fuera su entrañable carácter andino. O su bella arquitectura urdida de restos incaicos y sabiduría colonial. O el colorido trasiego de los indígenas vendiendo artesanías y té de hojas de coca. Puede que fuera su rostro más tradicional con su larga lista de iglesias. O su cielo en primavera perpetua. O la rica historia que conserva tatuada en cada esquina. Puede que fuera todo esto lo que impulsó a la Unesco a declarar a Quito, capital de Ecuador, como la primera ciudad del mundo en recibir el título de Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1978. Eso sí, lo hizo junto con la polaca Cracovia.

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