La magia de Jorge Blass: el niño prodigio "un poco rarito" que emocionó a la reina Letizia

El mundo de la magia en España no está corto de referentes a lo largo de la historia. A la cabeza de todos ellos está por supuesto Juan Tamariz, pero actualmente hay grandes prestidigitadores que han recogido con éxito su testigo como Luis Piedrahita, el Mago Pop o Jorge Blass.

Podemos considerar al madrileño como todo un niño prodigio de la magia, ya que con tan solo seis años empezó a practicarla en casa gracias a unos juegos que le regalaron sus padres. A los doce años sería cuando inició su formación en la Gran Escuela de Magia de Ana Tamariz, dirigida por la hija del legendario mago, al que Jorge siempre ha considerado como su maestro.

Tras convertirse en 1993 en el miembro más joven en acceder a la Sociedad Española de Ilusionismo, los éxitos en su carrera no dejarían de ir cayendo como fichas de dominó. En 1995 comenzaría su ascenso internacional cuando el mismísimo David Copperfield, tan famoso por sus trucos como por su relación con Claudia Schiffer, quiso ver una actuación suya e intercambiar ideas.

Curiosamente, veinte años después el español le vendería al norteamericano los derechos de un truco de magia inspirado en las redes sociales que tardó tres años en desarrollar. En esta sorprendente ilusión se trata de elegir al azar a un amigo de Facebook o Twitter y que este se teletransporte hasta el teatro donde se esté realizando el show.

Volviendo al pasado, en 1999 conseguía Jorge Blass uno de los principales logros de su carrera al obtener de manos del fallecido príncipe Rainiero de Mónaco la Varita Mágica de Oro en el prestigioso festival de Montecarlo. Como confesaba el ilusionista en su cuenta de Instagram, consiguió tal proeza gracias a una idea que le había dado Tamariz.

"Con una paloma muerta, tres cuadros de maestros de la magia y un ligero hilo argumental estilo Fu Manchú. Yo tenía 19 años y no supe apreciar el gran regalo que me estaba haciendo", escribía Jorge Blass recordando aquel momento.

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Desde entonces ha recorrido el mundo desde los teatros españoles hasta el legendario Dolby Theater en Los Ángeles o la Exposición Universal de Shanghái, emocionando a millones de personas con su extraordinaria forma de hacer magia.

Fundador del Festival Internacional de Magia de Madrid en el Circo Price y colaborador habitual en programas de radio y televisión como 'El hormiguero', fuera de los escenarios el madrileño se considera un tipo de lo más normal. Bueno, quizá un poco peculiar.

"Soy tranquilo, en general. Aunque es verdad que me cuesta no hacer nada. Tengo un hijo pequeño y viajamos mucho, hacemos de todo. Me gustaría decir que soy normal, pero no lo soy. Soy un poco rarito, todos los artistas lo somos", confesaba en una entrevista con '20 Minutos'. Junto a la madre de su hijo forma una discretísima pareja que según él son un perfecto equipo para conciliar vida laboral y familiar.

Autor de varios libros y conferenciante experto en trasladar los principios de la magia al mundo empresarial, también hace gala de su faceta solidaria siendo patrono de la Fundación Abracadabra, que acerca la magia a hospitales y colectivos desfavorecidos. Desde su blog y durante el confinamiento de 2020 también puso su granito de arena con sus trucos para ayudar a la gente a sobrellevar mejor la cuarentena.

En una anécdota que relató en Antena 3, contaba Jorge Blass que hizo magia para la reina Letizia en una recepción para la Fundación Abracadabra. Fue detrás de las cámaras y le pidió que pensara una palabra, pero antes le dio una cajita con una sorpresa. "Letizia dijo 'responsabilidad', abrió la cajita y había un papel donde ponía responsabilidad. Vi esos ojos de niña y volver a emocionarse", recordaba. "Rompió el protocolo un poco y fue muy amable", añadía.

El ilusionista sufría en 2017 uno de los episodios más traumáticos de su vida al ser víctima de un atropello. Tal y como revelaba entonces él mismo en sus redes sociales, "y como gran final ayer, sobreviví al atropello de un coche en Vigo. Un conductor ebrio y despistado produjo la rotura de mi cúbito y radio, más puntos en el labio... ¡Un cuadro! Gracias a todo el equipazo", aseguraba agradecido a los sanitarios que le atendieron tras el accidente.

Tres años más tarde, el Juzgado de lo Penal número 1 de Vigo condenaba al conductor por un delito de lesiones con imprudencia y le sentenciaba a indemnizar al mago con 35.000 euros. Además, tuvo que pagar 2.190 euros de multa y quedarse dos años y medio sin el carné de conducir.