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Carlos III vende por un millón de libras algunos de los caballos de la fallecida Isabel II
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ROMPE CON TODO

Carlos III vende por un millón de libras algunos de los caballos de la fallecida Isabel II

Uno de los 14 caballos de la reina Isabel II vendidos, It's Chico Time, ya está en el Hipódromo de la Zarzuela de Madrid, donde vivirá a partir de ahora

Foto: Isabel II, en Ascot. (EFE/Tal Cohen)
Isabel II, en Ascot. (EFE/Tal Cohen)

La reina Isabel II era una apasionada amazona, criadora y propietaria de caballos de carreras. Una afición que le venía implícita en el ADN por parte de su padre, el rey Jorge VI. Pero, para su desgracia, esta devoción por el 'turf' (las carreras de caballos) no ha sido heredada por ninguno de sus cuatro hijos, o al menos no en la medida en que ella lo disfrutaba. Prueba de ello es que antes de que se cumplan dos meses de su muerte, su hijo, el rey Carlos III, ya ha vendido catorce caballos de carreras que, hasta el momento, habían pertenecido a su difunta madre. Y todo indica que las ventas no han hecho más que empezar.

Tanto la princesa Margarita como ella comenzaron a montar a caballo con tan solo tres años, e Isabel fue propietaria de su primer poni a los cuatro años, un shetland llamado Peggy. Desde ese primer ejemplar fueron muchos los que pasaron por sus manos y su corazón como amazona, criadora y propietaria.

placeholder Isabel II. (EFE)
Isabel II. (EFE)

Un millón de libras esterlinas

La venta de los, hasta ahora, caballos reales ha tenido lugar en Newmarket, una ciudad inglesa que es el epicentro de las carreras de caballos. En concreto, la encargada de subastar los ejemplares de purasangre inglés ha sido la prestigiosa casa subastas Tattersalls, quienes han hecho declaraciones públicas restando importancia a este hecho dado el revuelo que se ha formado: “No es nada fuera de lo común. Todos los años se vendían caballos. La reina tenía sus propias yeguas de cría, las criaba y las vendía. No podía quedárselas todas”. Pero el número resulta elevado para cualquier experto en la materia, teniendo en cuenta que cuando se murió contaba con treinta y siete ejemplares en el Royal Stud, su centro de cría en Sandringham. Según el ‘Daily Mail’, dicha cuadra real podría convertirse en museo de aquí a tres años.

El precio total que la Corona inglesa se ha embolsado por los catorce caballos purasangre inglés vendidos ronda el millón de libras esterlinas. Una cifra que justo coincide con el presupuesto anual estimado para el mantenimiento de las caballerizas reales. Un montante que no salía completamente de las arcas de la Corona, ya que los caballos criados por Isabel II ganaban aproximadamente un 16% de las carreras en las que participaban, por lo que aportaban beneficios económicos tanto a su entrenamiento como a su mantenimiento.

placeholder El rey Carlos III. (Getty)
El rey Carlos III. (Getty)

Un caballo con destino España

Entre los caballos vendidos figuran It’s Chico Time, adquirido por el entrenador argentino afincado en el Hipódromo de la Zarzuela, Oscar Anaya, por 22.000 libras esterlinas para uno de los clientes para los que trabaja en España. Pronto veremos al excaballo de Su Majestad competir en las pistas del hipódromo madrileño contra otros purasangres. Este dato lo confirma a Vanitatis el director general del Hipódromo de la Zarzuela, Álvaro Gutiérrez de la Fuente: "El caballo ya se encuentra en las cuadras del hipódromo. Para nosotros no tiene mayor repercusión que se trate de un caballo cuyo anterior propietario fuera la reina Isabel II; pero sí que tengo que destacar el apoyo incondicional que ella ha significado para el mundo de las carreras de caballos. Siempre se la recordará con mucho cariño por su repercusión en el sector", destaca. "Los caballos es una pena que se vendan, pero lo peor será que Carlos III se deshaga de la yeguada y de los establos, que parece que es lo que va a hacer", finaliza.

Giewon, comprado por Ahmad Alabdullatif por 22.000 libras esterlinas, o I’m Mable, cuyo precio alcanzó las 1.500 libras esterlinas, han sido otros de los ejemplares vendidos. Dos casos especiales son Love Affairs, quien se proclamó campeón de una carrera dos días antes de la muerte de Isabel II, lo que provocó una gran satisfacción en la monarca, y que fue vendido por 38.000 libras esterlinas, y Just Fine, por el que se pagaron 300.000 libras esterlinas y fue vencedor siendo ya Carlos rey. Pero queda claro que al nuevo soberano inglés no le tiembla el pulso en cuanto a sentimentalismos por lo que a los animales se refiere.

placeholder La reina Isabel, a caballo con sus nietos menores. (EFE)
La reina Isabel, a caballo con sus nietos menores. (EFE)

La carrera más conocida donde participaban los caballos de carreras de la reina Isabel es la celebrada en el Hipódromo de Ascot, propiedad también de la Corona inglesa y famosa internacionalmente por la elegancia que se luce en sus tribunas, así como los llamativos tocados que llevan las mujeres en sus cabezas. En España cabe destacar que Isabel II tan solo se animó a participar una vez. Fue en 1992 en el Hipódromo de San Sebastián, un Gran Premio Gobierno Vasco con Enharmonic. Tras una disputadísima carrera en la que compitió por el primer puesto con Ferdi, propiedad de Lorenzo Sanz, el caballo real logró alzarse con la victoria. Enharmonic pernoctó en la yeguada militar de Lore Toki custodiado por el ejército entre fuertes medidas de seguridad por temor a un atentado terrorista.

Su asesor vive en 'Dowton Abbey'

Isabel II fue una excelente amazona hasta los últimos momentos de su vida. Una criadora siempre preocupada por buscar los mejores ejemplares para la cría y una gran abanderada del turf inglés. No le importaba mandar a sus yeguas hasta Kentucky (Estados Unidos) si allí había un semental más veloz que los británicos, estudiaba a fondo las genealogías y de este modo consiguió hacer historia en el turf. Su mano derecha como agente de carreras fue el VII conde de Carnavon, lord Porchester, quien aparece en la serie ‘The Crown’ interpretado por Joseph Kloska. Él iba por los hipódromos viendo caballos, acudía a las subastas y aconsejaba a Su Majestad para lograr criar a los futuros potros campeones de carreras que logró poseer. Se da la circunstancia de que lord Porchester es en la vida real propietario del castillo donde se rodó la serie 'Dowton Abbey'.

placeholder Isabel II fue una apasionada de los caballos. (EFE)
Isabel II fue una apasionada de los caballos. (EFE)

2021 fue su mejor año como criadora cuando sus caballos y yeguas de carreras lograron casi 600.000 libras esterlinas en premios y aglutinaron un total de 166 victorias. Ella celebraba cada una como si fuera la primera, conocedora del esfuerzo y sacrificio que había detrás. Siempre tenía reservada una caricia para cada uno de sus caballos y un azucarillo o zanahoria. Tras su muerte, el día de su despedida en el castillo de Windsor, a todos emocionaron las imágenes de su yegua favorita, Emma, con el pañuelo de Hermès que la reina se ponía en la cabeza para montarla. Emma representó en ese momento a todos los caballos que durante los noventa y seis años de su vida siempre consiguieron arrancar la mejor de sus sonrisas.

La reina Isabel II era una apasionada amazona, criadora y propietaria de caballos de carreras. Una afición que le venía implícita en el ADN por parte de su padre, el rey Jorge VI. Pero, para su desgracia, esta devoción por el 'turf' (las carreras de caballos) no ha sido heredada por ninguno de sus cuatro hijos, o al menos no en la medida en que ella lo disfrutaba. Prueba de ello es que antes de que se cumplan dos meses de su muerte, su hijo, el rey Carlos III, ya ha vendido catorce caballos de carreras que, hasta el momento, habían pertenecido a su difunta madre. Y todo indica que las ventas no han hecho más que empezar.

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