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Cinco razones por las que 'Spencer', la Lady Di de Kristen Stewart, no gustará a los Windsor
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LLEGA A LAS SALAS LA CINTA DE PABLO LARRAÍN

Cinco razones por las que 'Spencer', la Lady Di de Kristen Stewart, no gustará a los Windsor

La película de Pablo Larraín llega este viernes a los cines y ofrece un retrato nada amable (aunque secundario) de la familia real británica

Foto: Carlos y Diana, en la ficción. (Pablo Larraín)
Carlos y Diana, en la ficción. (Pablo Larraín)

Hasta ahora, la princesa Diana no ha tenido demasiada fortuna en sus traslaciones a la gran (que no pequeña, y ahí está ‘The Crown’ para demostrarlo) pantalla. Ni la cinta que protagonizó Naomi Watts ni los numerosos telefilmes que han diseccionado su relación con Dodi Al Fayed captaron el aislamiento, el drama de una Lady Di que se rebeló contra los Windsor y su impostura más allá de su divorcio de Carlos de Inglaterra. Ha tenido que ser Pablo Larraín el que realice una cinta de autor alejada del biopic tradicional.

‘Spencer’ es una fábula de vertiente onírica y terrorífica centrada en la última Navidad que la princesa pasó con la familia real británica en Sandringham House. Tres días con los que el director chileno construye un relato de ficción basado en la realidad de aquellas fiestas de 1991. La película invoca los orígenes de Diana Spencer, elabora un retrato íntimo de una joven en ebullición, con sus luces y sus sombras, que se podría titular ‘Diana entre fantasmas’. Hasta los propios Windsor parecen espectros que acosan a la que un día sería llamada ‘princesa del pueblo’.

Hemos querido ofrecer cinco motivos por los que los Windsor no estarán demasiado contentos con la película de Larraín, uno de los estrenos más esperados de este año, que llega a las salas este viernes.

La familia real británica es secundaria

Salvo los príncipes Guillermo y Harry, la película trata a los Windsor (incluso Carlos y la reina Isabel II) como secundarios, seres difusos que aparecen en un segundo plano. El espectador los ve a través de la mirada implacable de una Diana que ya no acepta ser domesticada. Si ‘The Crown’ incidía en presentar a la familia real británica como una serie de personas, con defectos que también sufren las vulnerabilidades de su cargo, ese no es el caso de la película de Larraín.

placeholder La familia real de 'Spencer'. (Pablo Larraín)
La familia real de 'Spencer'. (Pablo Larraín)

Está rodada en un castillo maldito para ellos

La cinta se ha rodado en el Schloss Kronberg, un castillo alemán que fue construido en la misma época que Sandringham por una tía bisabuela de Isabel II. Su recuerdo es nefasto para la familia, ya que allí fue donde contrajo matrimonio Sofía de Grecia, la hermana de Felipe de Edimburgo y tía del príncipe Carlos, con Cristóbal de Hesse-Kassel, un príncipe alemán que murió luchando por el nazismo. El duque, que asistió al enlace de su hermana, tenía entonces nueve años. Años después, recién finalizada la Segunda Guerra Mundial, la princesa Sofía no fue invitada a la boda de su hermano con el objetivo de no hacer excesivamente visible el linaje alemán de Felipe. Empero, como nos recordaban las primeras temporadas de ‘The Crown’, muchos no olvidaron fácilmente esa conexión nazi por débil que fuese. Un lastre que, tras el Holocausto, estuvo a punto de torpedear el reinado de Isabel II.

placeholder Interior del castillo. (Pablo Larraín)
Interior del castillo. (Pablo Larraín)

El (más que posible) Oscar de Kristen Stewart la convertiría en el retrato definitivo de la princesa

El salto cualtitativo de aquella chiquilla de ‘La habitación del pánico’ o de la azorada adolescente de ‘Crepúsculo’ es más que evidente. No sabemos muy bien qué quiere decir Kristen Stewart cuando asegura que de lo único que se arrepiente en el pasado es de “no haber sido fiel” a sí misma. Quizá a esa serie de personajes que, como el de Bella, solo le prometían glorias efímeras. La actriz ha evitado, en la última década y desde que la saga vampírica llegase a su fin, los personajes mainstream. La película de Larraín le da la oportunidad de ir mucho más allá de lo que ha hecho hasta ahora. Lo que en los primeros minutos de metraje amenaza con ser una mera imitación (cabeza baja, mirada oblicua, perfecto acento british) se acaba convirtiendo en una recreación personal y arriesgada de la princesa Diana.

placeholder Kristen Stewart, caracterizada como Diana de Gales. (Pablo Larraín)
Kristen Stewart, caracterizada como Diana de Gales. (Pablo Larraín)

Las quinielas de los Oscar ya cuentan con Stewart como nominada. Si al príncipe Guillermo le suele molestar que algún osado periodista le pregunte por ‘The Crown’ no queremos ni pensar lo que sucederá cuando una película crítica con su familia se convierta en la definitiva sobre su madre. Un Oscar para Kristen Stewart pondrá de nuevo a los Windsor en el disparadero, tras el Megxit de turno. En años venideros, cuando la memoria sobre Diana se vaya diluyendo, los libros que glosen la historia de los Oscar convertirían a la película de Larraín en el audiovisual al que recurran las nuevas generaciones para saber más sobre Lady Di.

El servicio es el más empático con la princesa

La familia real británica tiene una presencia monstruosa (son los responsables de los demonios internos de Diana) en la cinta, casi siempre, en argot cinematográfico, fuera de campo. Larraín prefiere hacernos testigos de la relación de Lady Di con los mayordomos o las personas del servicio, las que la entendieron y las que no supieron hacerlo. Destaca especialmente la ayudante de vestuario que interpreta, con su solvencia habitual, Sally Hawkins, confidente, amiga y bastón necesario para una princesa a punto de estallar en mil pedazos.

placeholder La mesa de billar, protagonista de una secuencia fundamental. (Pablo Larraín)
La mesa de billar, protagonista de una secuencia fundamental. (Pablo Larraín)

Diana es un personaje contestatario y desesperado, pero lleno de matices

Lo que hace el guion de Steven Knight es bajar del pedestal a Diana de Gales y convertirla en un ser lleno de matices. ‘Spencer’ no es, ni de lejos, la hagiografía que muchos esperaban. Afortunadamente, nos presenta a una joven irreverente, que reivindica su queja y que, tal y como han recordado algunas críticas, recuerda a aquella joven desvalida encerrada en Manderley en la ‘Rebeca’ de Hitchcock. La Diana de Knight, Larraín y Stewart, sin embargo, es mucho más rebelde que el personaje que encarnó Joan Fontaine hace 80 años. A veces empatizamos con ella y a veces no podemos soportar su catálogo de obsesiones y sus visiones pesadillescas. En definitiva, lo que nos pasa con cualquier ser humano en nuestro día a día.

Hasta ahora, la princesa Diana no ha tenido demasiada fortuna en sus traslaciones a la gran (que no pequeña, y ahí está ‘The Crown’ para demostrarlo) pantalla. Ni la cinta que protagonizó Naomi Watts ni los numerosos telefilmes que han diseccionado su relación con Dodi Al Fayed captaron el aislamiento, el drama de una Lady Di que se rebeló contra los Windsor y su impostura más allá de su divorcio de Carlos de Inglaterra. Ha tenido que ser Pablo Larraín el que realice una cinta de autor alejada del biopic tradicional.

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