Entramos en el castillo de Balmoral, el refugio escocés de la reina Isabel II
Accedemos en exclusiva a la residencia privada de la reina Isabel de Inglaterra, un lugar lleno de anécdotas y recuerdos
Es la primera vez que un medio español accede a la residencia privada de la reina Isabel II en exclusiva. Si no te quieres perder todos los secretos que esconde el castillo más famoso de Escocia, sigue leyendo.
Llego a las 11 de la mañana con puntualidad británica a las verjas del castillo de Balmoral y dubitativo y sin mucha seguridad me bajo del coche. Le pregunto al bueno de Alfred, mi chófer escocés, qué tengo que hacer y me responde riéndose: “Hombre, llama al timbre”. ¡No doy crédito! Yo estaba esperando algo más de película, un agente del MI6 que me cacheara de arriba abajo buscando cámaras ocultas y micrófonos, pero no un simple timbre. Algo decepcionado, observo que hay un interfono (igualito al de mi casa) al lado derecho de la verja y lo presiono. Se produce un momento de tenso silencio y por fin se escucha al otro lado una voz amable que pregunta: "¿Quién es?". Respondo con un “soy de Vanitatis y vengo por invitación de la reina”. Se produce otro tenso silencio y es en ese mismo instante cuando pienso que me van a echar a los corgis de la reina y me van a descuartizar en la misma carretera, pero hoy no es el día. Finalmente, para mi sorpresa, la puerta se abre y accedemos lentamente al castillo de Balmoral, uno de los lugares más secretos del mundo sobre el que se han escrito ríos de tinta. Sé que muchos periodistas matarían por estar en mi lugar.
Una vez ya dentro del castillo, accedo a una de las oficinas situadas muy cerca de los establos reales y me recibe una de las ayudantes de la reina, la amable Sarah Hoare, que me cuenta que a sus 96 años a la reina todavía le sigue gustando dar paseos a caballo cuando viene al castillo. Me propone dar una vuelta por los jardines y me encuentro con dos jardineros afanándose en replantar los 700 rosales que unas semanas antes fueron dañados por un temporal que azotó la zona. “A la reina le gustan las rosas y si no hay rosas nos manda a la torre para que nos corten la cabeza”, bromea conmigo uno de los jardineros. En Balmoral el tono es distendido y se palpa el gran afecto y respeto que todos sus trabajadores sienten por la reina y la familia real.
Los Windsor en Balmoral
Este castillo era para la reina Victoria su “pequeño paraíso”, la princesa Diana de Gales llegó a detestarlo y la reina Isabel II ha construido su refugio en este lugar situado en Parque Nacional de Cairngorms, donde ha pasado todos y cada uno de los veranos de su vida.
Por mucho que cambien las cosas, en este lugar permanecen igual. Balmoral es propiedad privada de los Windsor y no tienen obligación de utilizarlo para funciones oficiales o estatales. Es en este lugar donde la reina se siente libre y puede ser ella misma sin que nadie la moleste. Una vez pasados los momentos de tensión inicial yo también me empiezo a sentir muy libre en este lugar e incluso puedo visualizarme pasando los veranos en esta maravillosa propiedad.
En el castillo de Balmoral, después de ser despertada cada mañana a las 9 en punto por un gaitero escocés, a la reina le encanta pasear a sus adorados corgis por los páramos. Todos los miembros de la familia real disfrutan del senderismo, la pesca y la caza. Y, según me comentan, el hijo de los duques de Cambridge, el príncipe George, fue llevado a ver su primer tiro de urogallo a la tierna edad de cinco años. Aquí el tiempo se detiene. Cuando la familia real está, las cenas son de rigurosa etiqueta y un gaitero camina alrededor de la mesa del comedor tocando para ellos. También organizan interminables parrillas y picnics en una de las cabañas de madera que se construyeron para la reina Victoria.
Historia del castillo de Balmoral
Según los primeros archivos históricos, la primera casa en Balmoral se construyó en 1390, pero la propiedad no pasó a manos de la familia real británica hasta 1852, cuando el príncipe Alberto la compró como regalo para su esposa, la reina Victoria. Alberto, enamorado del paisaje escocés, que le recordaba a su infancia alemana, buscaba una casa de vacaciones privada para su prole. Tuvo un golpe de suerte cuando Sir Robert Gordon, qué tenía el contrato de arrendamiento de Balmoral, murió ahogado con una espina de pescado, pudiendo adquirir la propiedad.
La estructura original fue modificada en 1853 al considerar la reina que el castillo existente era demasiado pequeño, encargando al arquitecto William Smith que construyera una estructura nueva a unos 100 metros de la original. El propio príncipe Alberto tuvo un papel destacado en el proceso de diseño, con un interés particular en sus torretas y ventanas. Por este castillo han pasado personalidades como los últimos zares de Rusia, Sir Winston Churchill o Wallis Simpson. La propiedad también tiene un vínculo muy cercano a la familia real española, ya que fue allí donde nació la reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII.
En nuestra caminata, Sarah Hoare nos cuenta que debajo de la piedra fundacional de ampliación del castillo, la reina Victoria mandó guardar varias botellas de whisky, monedas y algunos de los ositos de peluche de sus hijos.
En la actualidad, Balmoral está compuesto por 20.000 hectáreas de frondoso terreno y 150 edificios, entre los que se encuentra Birkhall, residencia privada del príncipe Carlos, donde pasa largas temporadas con Camila, según me cuentan los locales. En la propiedad se incluyen páramos de urogallos bien mantenidos, bosques, tierras de cultivo, ponis, caballos y ciervos, así como escarpadas montañas, valles y ríos. Un auténtico paraíso en la Tierra.
El purgatorio para los primeros ministros británicos
En Balmoral hay un código no escrito. Es un conjunto tácito de reglas y códigos sociales que incluye saber qué ponerse y cuándo adherirse al protocolo real (a quién inclinarse primero, segundo, tercero, etc), participar en juegos de salón, saber dónde sentarse (y dónde no sentarse) y unirse a las muchas actividades al aire libre llueva, granice o truene. Muchos lo llaman 'el test de Balmoral' y la primera ministra británica Margaret Thatcher no lo pasó, refiriéndose en más de una ocasión a sus visitas a Balmoral como “el purgatorio” y “un mundo diferente”.
Los interiores
Fue en los interiores de este castillo donde la reina recibió la terrible noticia de la muerte de la princesa Diana de Gales en la madrugada del 31 de agosto de 1997. Unos días convulsos que hicieron tambalearse los cimientos de la monarquía británica, pero 'la firma', como se refería el difunto duque de Edinburgo a la familia real británica, siempre ha sabido navegar a puerto seguro durante todas las tempestades por las que ha pasado a lo largo de su historia.
Diseñado a gusto del príncipe Alberto en la década de 1850, el castillo ha conservado gran parte de su decoración original, incluidas alfombras y cortinas de cuadros escoceses vertiginosos. Abunda la madera de pino en los pasillos y muy poco ha cambiado durante el reinado de Isabel II.
Una de las pocas modificaciones que se han introducido es un ascensor instalado en una de las residencias del castillo para ayudar a la reina con la movilidad. Y es que la reina se nos hace mayor, como demuestra su delicado estado de salud. Isabel II es como esa pariente lejana con la que hemos crecido y a la que tenemos un cierto cariño. En el fondo, a todos nos gustaría que la reina viviera eternamente. Yo solo espero que Isabel II pueda disfrutar de este maravilloso lugar durante muchos años más.
Es la primera vez que un medio español accede a la residencia privada de la reina Isabel II en exclusiva. Si no te quieres perder todos los secretos que esconde el castillo más famoso de Escocia, sigue leyendo.