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Los motivos que nos llevan a seguir comiendo a pesar de estar llenas
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Los motivos que nos llevan a seguir comiendo a pesar de estar llenas

Muchas son las causas que nos llevan a seguir comiendo, a pesar de no poder más, y algunas de ellas son muy curiosas

Foto: Por qué seguimos comiendo a pesar de estar llenas. (Melissa Walker Horn para Unsplash)
Por qué seguimos comiendo a pesar de estar llenas. (Melissa Walker Horn para Unsplash)

El proceso parece sencillo, sentimos hambre, comemos y, una vez que esta necesidad está cubierta y tenemos el ‘estómago lleno’, paramos de comer. Sin embargo esto que en la teoría parece muy fácil, en la práctica es muy diferente. No es raro que, tras una comida copiosa en un restaurante y una vez que sentimos que ya hemos comido suficiente para sentirnos saciadas, llegue la carta de los postres y los pidamos igualmente.

Este ejemplo, que suele responder a una situación puntual, nos hace pensar en los motivos que nos llevan a sentarnos a comer, pero también en los que hacen que nos demos cuenta de que hemos comido suficiente. Comer más de lo necesario puede llegar a suponer un problema si esto hace que nuestra relación con la comida deje de ser sana o implica un aumento de peso que queremos evitar.

placeholder Por qué seguimos comiendo a pesar de estar llenas. (Dan Gold para Unsplash)
Por qué seguimos comiendo a pesar de estar llenas. (Dan Gold para Unsplash)

Uno de los motivos que puede llevarnos a comer más de lo que necesitamos, sobre todo en citas sociales como la señalada anteriormente, es la conocida como ‘presión de grupo’, notas como a tu alrededor todo el mundo sigue comiendo a pesar de que tú ya has acabado y esto te impulsa a comer un poco más, siguiendo su ejemplo de forma muchas veces inconsciente.

Otra de las causas que puede hacernos comer más a pesar de sentirnos llenas es, tal y como estudió un grupo de científicos italianos, que nuestro cuerpo está programado para recompensarse comiendo cuando los alimentos en oferta nos resultan atractivos. Según este mismo estudio, al comer un alimento que nos gusta, los niveles en sangre de la hormona grelina aumentan, lo que produce una mayor sensación de hambre y nos invita a seguir alimentándonos.

placeholder Por qué seguimos comiendo a pesar de estar llenas. (Sander Dalhuisen para Unsplash)
Por qué seguimos comiendo a pesar de estar llenas. (Sander Dalhuisen para Unsplash)

Esto que señalábamos ha llegado a definirse como ‘hambre hedonista’ o comer por diversión, comer un alimento que nos gusta nos invita a comer una mayo cantidad, pero no es el único motivo que puede hacernos aumentar nuestra ingesta. No son pocas las personas que, a pesar de no tener más hambre, continúan comiendo hasta que se terminan todo lo que tienen en el plato, esto hace que en ocasiones no seamos conscientes de estar comiendo de más.

Un problema habitual en nuestra sociedad es comer demasiado rápido, no es raro que contemos con poco tiempo para dedicarle a esta actividad y acabemos haciéndolo de forma rápida. La señal que avisa a nuestro cerebro de que ya estamos saciadas tarda unos 20 minutos en llegar por lo que una vez que la recibimos, puede ser demasiado tarde para evitar comer más de lo que nuestro cuerpo necesita.

placeholder Por qué seguimos comiendo a pesar de estar llenas. (Louis Hansel para Unsplash)
Por qué seguimos comiendo a pesar de estar llenas. (Louis Hansel para Unsplash)

Esto lo podemos evitar comiendo más despacio, un truco sencillo para lograrlo es dejar el tenedor en la mesa entre bocado y bocado. La práctica del ‘mindful eating’ no solo nos favorecerá a la hora de ser más conscientes de lo que nuestro cuerpo necesita, también hará que nuestras digestiones sean más fáciles y que disfrutemos más de nuestra comida.

Aunque estos sean los motivos más habituales para seguir comiendo a pesar de sentirnos llenas, no son los únicos. También existen otros, como aquellos relacionados con nuestras emociones, en estos casos, lo mejor consultar con expertos y profesionales que serán quienes nos puedan ayudar a buscar una solución eficiente.

El proceso parece sencillo, sentimos hambre, comemos y, una vez que esta necesidad está cubierta y tenemos el ‘estómago lleno’, paramos de comer. Sin embargo esto que en la teoría parece muy fácil, en la práctica es muy diferente. No es raro que, tras una comida copiosa en un restaurante y una vez que sentimos que ya hemos comido suficiente para sentirnos saciadas, llegue la carta de los postres y los pidamos igualmente.

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